Humano y finito
Me encanta el que se sabe igual, ni mejor ni peor, cuando mira a los ojos.
18 DE DICIEMBRE DE 2014 · 23:15
Soy feliz con la gente sencilla que sabe ser a la vez profunda.
Disfruto con el abrazo de quien no espera lograr nada a cambio, salvo el aprecio de sentirnos cerca.
Me encanta el que se sabe igual, ni mejor ni peor, cuando mira a los ojos.
Valoro y admiro al que ama a Dios aunque por ello pueda perderlo todo, e intenta ser consecuente con su prójimo.
Me asombro ante el hombre y la mujer justos, que temen más su conciencia que el poder de los hombres y las instituciones.
Algo danza en mi interior cuando escucho palabras espontáneas y risa que brota como el manantial de la montaña, sin burdas imitaciones.
Creo en quienes se esfuerzan y planean, pero sobre todo en el impulso de la inspiración irracional y la locura meditada.
Me encanta la gente imperfecta, porque me siento cómodo entre los míos.
Y me llena el sentirme humano y finito, porque en mi anhelo de lo sobrenatural y eterno noto el latido de Dios en las arterias de mi espíritu.
Por eso prefiero estar solo a medrar en sociedad, ser íntegro a ser correcto, sufrir la prosperidad de los malos de lejos que vivir el lujo a precio de mi alma.
No quiero cambiar, al menos en eso (sí en muchas otras cosas), porque en esto que deseo, me gusta y anhelo, veo a un niño pobre en un pesebre, que me tiende la mano, me abraza y me mira a los ojos siendo Él Dios.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Mirad@zul - Humano y finito