En la muerte de Manolo López

Menos conocido que su trabajo en la fotografía profesional es que Manolo fue un cristiano auténtico. Vivió la espiritualidad cristiana hacia adentro, en el meollo del alma, que diría Unamuno.

12 DE DICIEMBRE DE 2014 · 14:35

,Manuel López

A media mañana del lunes 1 de diciembre Juanjo y yo salimos de Madrid con dirección a Denia, provincia de Alicante, al pie del Montgó, junto a la costa. Allí vivía Manuel López Rodríguez en compañía de su esposa María Rosa. Estaba informado de que Manolo padecía una enfermedad grave y me tomé el día libre para estar junto a él. María Rosa nos esperaba en el portal del inmueble. Antes de llegar a Manolo nos informó de su estado.

Entramos. Manolo nos esperaba a pies firmes como buen soldado. Cubría su cuerpo con un albornoz que le llegaba hasta los tobillos. Tras los primeros abrazos María Rosa lo tendió en un confortable sofá y lo cubrió de arriba abajo.

Aquél no era mi Manolo, amigo muy querido a lo largo de cincuenta y dos años. El rostro totalmente demacrado. Una delgadez extrema, excesiva. Aquél cuerpo hospedaba ya muy poca musculatura. El cáncer asesino lo había invadido todo. Todo no, la mente seguía intocable. La memoria viva, los recuerdos presentes en sus lugares y circunstancias. María Rosa y Juanjo salieron a comprar no sé qué. Yo permanecí a su lado. Sostuvimos dos horas de conversación en las que afluían las ideas y las palabras en su cerebro. Me hizo recordar hechos del pasado que yo mismo había olvidado. Su mente estaba tan abierta que lo retenía todo. La mente es el cofre donde el alma guarda sus joyas. Y el alma es siembra de Dios. Y Dios es inmortal.

Todo ocurrió casi sin tiempo en el tiempo. Según nos contó María Rosa, fue en febrero, apenas diez meses atrás, cuando detectaron a Manolo los primeros síntomas del cáncer. ¿Por qué a él? Un bueno y fiel esposo, un padre de familia ejemplar, un gran trabajador, un cristiano con la fe a toda prueba, un hombre comprometido con las actividades de su iglesia. ¿Por qué Dios? ¿Por qué tratas así a éstos servidores tuyos? ¿Por qué a José Cardona? ¿Por qué a Juan Luis Rodrigo? ¿Por qué a Juan Solé? ¿Por qué a Juan Gili? ¿Por qué a tantos otros que te defendieron, te proclamaron y formaron parte entre los valientes en el escuadrón de seguidores que tú mismo formaste en España?

Lo que no entiendo ahora lo entenderé después.

Por tanto, espero que en aquel día, Señor, me expliques lo que ahora no comprendo.

Manuel López Rodríguez nació en Boimorto, provincia de La Coruña, el 21 de febrero de 1946. Cuando tenía 12 años sus padres emigraron a Alemania. Allí, en el instituto Bikla Schule, de Colonia, estudió las técnicas de la fotografía, en las que llegó a ser un gran maestro. Antonio Espejo, en un artículo publicado en el diario EL PAÍS, lo reconocía con estas palabras: “Manuel López es el decano de los periodistas españoles especializados en fotografía y un referente de los profesores; pocos colegas saben tanto de esta profesión como él”.

Manolo dejó Alemania y regresó a España en 1968. Inmediatamente le ofrecieron trabajo como redactor gráfico en importantes medios de prensa: GACETA ILUSTRADA, CUADERNOS PARA EL DIÁLOGO, EL PERIÓDICO DEMADRID, EL PERIÓDICO DE CATALUÑA, la revista TIEMPO y otras destacadas publicaciones de España, Suiza y Alemania principalmente.

Cuando el teniente coronel Antonio Tejero ocupó el Congreso de los Diputados el 23 de febrero 1981 intentando un golpe de Estado, Manuel López, que se hallaba en la tribuna de Prensa, obtuvo una brillante fotografía del golpista brazo en alto apuntando a todos con una pistola. Aquella fotografía dio la vuelta al mundo.

 

RECONOCIMIENTO PROFESIONAL

No fue esta la única foto reconocida. En su carrera de periodista gráfico López Rodríguez acumuló varios premios. Durante 25 años publicó la revista FOTO, que hubo de suspender cuando también la prensa se vio afectada por la crisis económica. Decía Dalí que la fotografía es una forma de creación espiritual. Manolo supo dar esta forma a su revista, que se exponía en puntos de venta de toda España y de países extranjeros. Jamás sintió desfallecimiento en su devoción por las imágenes, que ennoblecieron su vida y le alegraron la existencia. Roberto Capa, probablemente uno de los reporteros gráficos de guerra más reconocido en el siglo XX escribió que “si las fotos no son lo suficientemente buenas habría sido porque el fotógrafo no se acercó lo suficiente”.

Manolo estuvo siempre en primera línea de la noticia gráfica.

En septiembre del 2006 el Ayuntamiento de La Coruña publicó un libro de 91 páginas dedicado a la vida y la obra de Manuel López. Aquí figuraban algunas de las mejores fotografías salidas de su cámara. En este libro se incluía un artículo del expresidente Felipe González, muy cercano a Manolo. En uno de sus párrafos el destacado político socialista decía: “Desde la Alemania de los años sesenta, con testimonio de la presencia de republicanos españoles que celebraban su particular día del trabajo, hasta el zoco de Majadahonda de hoy, Manolo ha sido testigo del progreso, de las frustraciones, de los dolores y las alegrías de la gente y los ha retratado tal como se mostraban con toda su crudeza si de dolores se trataba y con toda brillantez si de alegrías o celebraciones”.

Otro importante reconocimiento: el 18 de marzo del 2011 el presidente de la Diputación Provincial de La Coruña, Salvador Fernández Moreda, inauguró en la Biblioteca Municipal una sala que lleva el nombre “Sala Bibliográfica y Documental Manuel López”. En esta ocasión Manolo regaló a dicha Biblioteca cinco mil libros de fotografías, historia del arte, monografías, ediciones antiguas sobre teoría y técnica de la imagen, ejemplares de obras francesas, italianas, alemanas  holandesas. Todas ellas las fue adquiriendo a lo largo de años. La donación incluía valiosas colecciones de revistas nacionales y extranjeras relacionadas con el mundo de la fotografía. Manolo, noble heredero del silencio de los bosques tiene ya voz y palabra en un rincón de esa Galicia donde, según la Pardo Bazán, “los ojos se cansan de escudriñar tanta caprichosa filigrana que enriquece la tierra”.

Fue miembro de la Asociación de la Prensa de Madrid, profesor durante tres años en la Universidad de Nebrija, vinculado desde su creación el año 2000 a la Escuela Superior de Publicidad de Madrid, Vía Formación. Impartió conferencias, dirigió talleres y cursos de fotografía y periodismo en distintas universidades. Decía que había perdido la cuenta del número de jurados nacionales e internacionales en los cuales fue llamado a participar. En 1980 fue distinguido con el prestigioso premio Kodak. Empezó a escribir lo que llamó Mi Testamento literario. Publicó un primer volumen titulado FOTOGRAFÍA CREATIVA, teoría y técnica de la fotografía, 384 páginas.

 

UN CRISTIANO AUTÉNTICO

Menos conocido que su trabajo en el mundo secular de la fotografía es el desarrollado en el seno de la Iglesia. Manolo fue un cristiano auténtico, algo rebelde ante la miopía de algunos líderes evangélicos. Vivió la espiritualidad cristiana hacia adentro, en el meollo del alma, que diría Unamuno. Estuvo siempre con una mano agarrado a Dios y con la otra al hombre que vive en la tierra. Entendía el imperativo de la evangelización, pero también la obligación de atender a quienes viven hambrientos de pan en el desierto solitario de la vida.

El 30 de diciembre de 1971 contrajo matrimonio con María Rosa Medel, profesora de Primera Enseñanza por la Escuela Normal de Magisterio de Madrid y Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Autónoma de Madrid. Actualmente ejerce como Coordinadora Ecuménica en el Grupo Federal Cristianos Socialistas del Partido Socialista Obrero Español.

La pareja tuvo tres hijos: Dos de ellos casados: María e Ismael. Pablo, el más pequeño, continúa soltero. La familia estuvo integrada durante muchos años en la primera Iglesia Bautista que se reúne en el número 18 de la calle General Lacy, en Madrid. Cuando se trasladaron a Denia pasaron a formar parte de la Iglesia Bautista de la Trinidad.

Manolo no sólo fue hombre importante y trabajador en las iglesias que estuvo. Lo fue también a nivel de toda la Unión Evangélica Bautista Española (UEBE) y, en gran medida, en el protestantismo español. Dirigió la que fue mejor etapa de EL ECO –revista nacional de la UEBE- también director de MADRID PROTESTANTE, co-fundador del periódico PUERTA ABIERTA y publicó unos 300 artículos en otras revistas, entre ellas RESTAURACIÓN, ALTERNATIVA 2000, JUVENTUD  y FE Y ACCIÓN. Este ministerio lo extendió por internet en PROTESTANTE DIGITAL y LA LUPA. En Denia, donde residió sus últimos años, escribía una sección fija en el periódico comarcal  CANFOLI MARINA ALTA.

En reconocimiento a su contribución literaria a la España evangélica, la Alianza de Escritores y Comunicadores Evangélicos le tributó un homenaje el 27 de abril del 2013 en el madrileño hotel Petit Palace, destacándolo como Hombre del Año.

En 1976 apareció la que yo considero su mejor obra literaria: LA ESPAÑA PROTESTANTE. Para este libro, que denunciaba la omnipotencia y el dominio de la Iglesia católica en tiempos de Franco y la persecución a que eran sometidos los protestantes logró –nunca supe cómo- que un jesuita de renombre le escribiera el prólogo: José María Díez-Alegría.

 

AMISTAD PERSONAL

Yo entré en contacto con Manuel López el año 1962, cuando tenía él 16 años. En enero de aquel año fundé en Tánger el periódico LA VERDAD. Andrés Rabadán recibía paquetes de ejemplares que distribuía entre españoles que trabajaban en Alemania. A Manolo le llegaron los primeros números y cuenta que le fascinó el periódico. Las cartas iniciaron y fomentaron nuestra amistad. Aceptó ser corresponsal de LA VERDAD en Alemania.

Cuando decidió volver a España en 1968 yo publicaba entonces en Madrid la revista mensual RESTAURACIÓN. Inmediatamente se unió a mi proyecto. Escribía artículos de antología. Además me daba buenos consejos que mejoraban la maquetación, la disposición de fotografías, la rotulación de titulares y otras cosas de las que él sabía mucho. El número especial que publiqué al cumplirse los diez años de RESTAURACIÓN fue enteramente obra suya. Años después, al ser suspendida RESTAURACIÓN y emprender una nueva aventura periodística con ALTERNATIVA 2000, Manolo continuó a mi lado con sus consejos y sus escritos.

La Editorial Noufront publicó en el 2011 mi libro UN PROTESTANTE EN LA ESPAÑA DE FRANCO. Manolo escribió un prólogo de 20 páginas, firmado en Denia-La Coruña. Uno de esos prólogos que hacen sonrojar a cualquier autor. Las páginas introductorias redactadas por el corazón de Manolo valen más que el resto de mi libro.

Hasta que llegó el cáncer. La primera noticia la tuve por un Boletín de la UEBE que reprodujo PROTESTANTE DIGITAL el 31 de marzo del 2014. En un artículo titulado VENCEREMOS, escrito por él mismo, Manolo decía:

“Estamos saliendo al hospital… primera sesión de quimio. Cáncer de esófago con lesiones en el hígado. No tiene buena pinta, pero hay tratamiento. Estoy totalmente a cubierto entre el Salmo 23 y Habacuc 3:17,18, y tremendamente arropado por el cariño de María Rosa, nuestros hijos y nietos, familiares, hermanos, amigos. Si Dios quiere, venceremos”.

No venció como él esperaba hacerlo. Estaba ya vencido. No existen armas contra la muerte. La muerte nos persigue al galope. Los muertos van de prisa. Todo huye de nosotros, se nos escapa, todo corre a precipitarse en la muerte.

Se me fue otro amigo. Un día escribí que Manuel López Rodríguez era hombre de una humanidad que se acercaba –cuidado, sólo se acercaba- a lo divino. Era todo corazón, dije entonces y confirmo ahora. Amigo sin regateos, generoso con las debilidades ajenas, paciente y comprensivo.

Se que la UEBE ha encargado escribir su biografía. También conozco el nombre del hombre que ha aceptado el encargo. Espero que no haga un libro de laboratorio, cifras y datos productos de una investigación previa. Quiero que se centre en el aspecto humano del personaje. Cuando los años, los hechos y las cifras ya han hablado, corresponde el turno a la humanidad.

Es posible que sentado ante mi mesa de trabajo, sin más herramienta que la memoria, también yo escriba una biografía de quien en vida se hizo llamar Manuel López Rodríguez. Otra biografía, si. El personaje da para muchas páginas.

¿Se fue Manolo o se lo llevaron? Si fue así, ¿quién se lo llevó? Si se lo llevó la muerte, que muerta sea la muerte. Si se lo llevó Dios, ¿qué falta le hacía en Su Casa? ¿No tiene en ella suficientes ocupantes? Que respondan los teólogos, esos supuestos sabios que viven espiando cada movimiento del Divino Paciente.

En fin, puesto que soy creyente en la Palabra inspirada termino el artículo con estas estrofas del poeta y periodista murciano Federico Balart, extraída de su libro DOLORES, escrito en memoria de su esposa, muerta prematuramente:

Yo te saludo, ¡oh muerte redentora!

y en tu esperanza mi dolor mitigo,

obra de Dios perfecta; no castigo,

sino don de su mano bienhechora.

¡Oh!, de un día mejor celeste aurora,

que al alma ofreces perdurable abrigo,

yo tu rayo benéfico bendigo

y lo aguardo impaciente, de hora en hora.

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