El Mesías tentado (Evangelio de Marcos)

Las tentaciones a las que se vio sometido Jesús, todas fueron intentos de que se adaptara a las masas para que éstas lo siguieran.

12 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 18:50

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Marcos –que, en ocasiones, da la sensación de tener mucha prisa en llegar a donde desea en su narración– manifiesta una urgencia enorme por señalar cuál era el mensaje de Jesús.

Lo veremos, Dios mediante, en estas entregas, pero antes tenemos que detenernos en unos versículos previos en los que el autor del Evangelio comprime enormemente la aparición del mesías, un mesías que no era el dirigente militar y político que muchos esperaban sino el siervo profetizado por Isaías.

 

EL MESÍAS-SIERVO IDENTIFICADO Y TENTADO (Marcos 1:9–13)

Si alguien tiene la curiosidad de ver en Lucas 4: 1 ss, las tentaciones a las que se vio sometido Jesús, podrá comprobar que todas fueron intentos de que se adaptara a las masas para que éstas lo siguieran.

Se trata, en cualquiera de sus formas, en una tentación difícil de vencer. No faltan los que dicen aquello de “le seguiría más gente si no dijera eso” o “tendría mucho más apoyo si se callara esto otro”.

Y –hay que reconocerlo– la mayoría cede a esa tentación. ¿Por qué decir la verdad y ganarse enemigos? ¿Por qué poner el dedo en la llaga y perder aficionados? ¿Por qué no ser más “flexibles” y allegar voluntades? Jesús pasó por esa misma situación en distintas ocasiones y, ciertamente, no hubiera encajado en una campaña electoral. También es verdad que la cosmovisión de Dios no se amolda a esa visión.

Jesús se solidarizó con los pecadores (v. 9): Jesús descendió desde Nazaret y fue bautizado por Juan. Su lugar no estaba con las autoridades del Templo, con los romanos, con los que se consideraban justos por sus propios méritos. El mesías-siervo venía a los que se reconocían pecadores que eran los que acudían a ser bautizados por Juan como símbolo de conversión. Por supuesto, pecadores lo eran todos entonces igual que ahora, pero Jesús sólo estaría cerca de aquellos que estuvieran dispuestos a reconocerlo.

¿Piensa alguien que pertenece a una entidad religiosa, que sigue unos ritos, que continua una tradición que lo conecta con Dios? Si es así, va a ser difícil que se cruce con el mesías-siervo porque éste buscaba a los que eran conscientes de que sus méritos no los acercarían a Dios, pero sus pecados sí los separaban de El.

 

DIOS RECONOCE A JESÚS COMO MESÍAS-SIERVO (v. 10-11)

La manera de ese reconocimiento no deja de ser bien llamativa. El Espíritu Santo no se manifestó como un león poderoso o un terremoto. Tampoco apareció en medio de una muchedumbre vestida con atavíos de lujo ni en un vehículo especial. Su símbolo fue una paloma -el animal manso, sencillo y pacífico por definición– y las palabras constituyeron una referencia expresa a Isaías 42: 1, uno de los cantos del mesías-siervo.

En Jesús, había puesto Su complacencia Dios porque era como era y no como otros habrían deseado. La razón era su obediencia total a los designios de Dios y, de manera especial, a su metodología, una metodología de siervo. Eso era lo que justificaba esa afirmación.

 

EL MESÍAS-SIERVO LLEVADO AL DESIERTO (v. 12)

Sin duda, muchos habrían esperado que el mesías, reconocido como tal por el mismo Dios, se hubiera apresurado a caer sobre los romanos y acabar con su yugo. No hubiera sido el primero en la Historia de Israel que se hubiera comportado de esa manera.

Sin embargo, no fue lo que sucedió con Jesús. Fue enviado al desierto. Marcos no da detalles, pero sí señala algo importante. Para cumplir con el propósito que Dios tiene lo menos conveniente es el baño de masas.

La multitud –no siempre con mala intención– distrae. Lejos de permitir que escuchemos a Dios, no pocas veces sustituye Su voz por la propia. Es en la soledad y el silencio como deben contrastar los seguidores del mesías-siervo su relación con Dios.

 

EL MESÍAS-SIERVO TENTADO POR EL DIABLO (v. 13)

Ciertamente, la integridad –una integridad como la del mesías-siervo- se aprecia no poco en esta conducta. Es íntegro el que se ciñe a lo que ve como la verdad sin importarle el costo. No lo es el que busca un rebaño en medio del cual refugiarse antes de decir nada a sabiendas de que puede enfadar a unos, pero disfrutará del respaldo de otros. Jesús no era de unos ni de otros, pero sí tenía un mensaje que apuntaba directamente al corazón del ser humano como tendremos ocasión de ver.

Con estas líneas sencillas, con tan pocas frases, Marcos ha resumido lo que lleva capítulos enteros a otros evangelistas. Sin embargo, su conducta es lógica porque su interés es, por encima de todo, llegar a señalar el contenido de la predicación de Jesús, pero eso, Dios mediante, lo veremos la semana que viene.

 

EL MESÍAS–SIERVO ENTRE FIERAS Y ÁNGELES (v. 13)

No deja de ser significativa la manera en que Marcos, muy brevemente, indica la experiencia del mesías. Aparte de la tentación, la experiencia de Jesús fue la cercanía de las fieras y, a la vez, de los ángeles. No puede esperarse otra cosa de alguien que era el Siervo de Dios. Seguir el camino de Dios –el que simboliza el Espíritu Santo con una paloma– significa que las fieras no dejarán de merodear en nuestra vida, sobre todo, en ciertas situaciones en las que no podemos detenernos ahora. Pero, al mismo tiempo, los seguidores del mesías-siervo, igual que éste, deben confiar en que Dios los ayudará en esas situaciones.

El coste puede ser alto. No se trata sólo de las mentiras, de los infundios, de los ataques, de las presiones. Puede implicar sacrificar cosas muchos más queridas e importantes. Sin embargo, como señala Marcos, en las peores situaciones, a los que siguen al mesías-siervo no les faltará una ayuda que podríamos calificar de angelical.

Continuará

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - La voz - El Mesías tentado (Evangelio de Marcos)