El ateísmo de Stephen Hawking

Dice en una reciente entrevista Hawking que “no hay ningún Dios. Soy ateo”.

MADRID · 21 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 17:40

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Una afirmación tajante, difícil de entender en una de las mentes más brillantes de la actualidad, no en vano dijo Jesús que el Padre se revelaba a los niños y sencillos, no a los sabios y doctos (aunque ambos aspectos pueden ser compatibles).

Y decimos que es difícil de entender precisamente porque la ciencia no puede demostrar que Dios exista o no exista, es decir, la afirmación de Stephen acerca de que «En el pasado, antes de que entendiéramos la ciencia, era lógico creer que Dios creó el Universo. Pero ahora la ciencia ofrece una explicación más convincente” es absurda.

La Biblia nada dice de cómo Dios creó el Universo desde el punto de vista científico. Lo que reitera con rotundidad es que Dios creó el Universo. Algo indemostrable, pero también irrefutable. Para Hawking y para cualquiera.

Es más, por mucho que la Ciencia avance en las raíces del origen del Universo, ¿qué existía antes? ¿y antes de antes? Nos remontaríamos al momento en que la nada era todo y nada de nada era posible… salvo que un Dios todopoderoso crease de esa nada.

Pero nos llama la atención otra frase del científico: “La religión cree en los milagros, pero éstos no son compatibles con la ciencia”.

Un milagro, algo sobrenatural, es por definición ajeno a la Ciencia. No incompatible, sino que se mueve en otro marco diferente.

También son ajenos a la Ciencia el amor, la amistad, el altruismo, el ansia de eternidad, la necesidad de sentido en la vida, la conciencia, la culpabilidad, la felicidad, el bien y el mal. No se pueden reducir estas áreas del alma humana a procesos similares a los del apetito, o el instinto de supervivencia, comunes con los animales.

La ciencia y la fe no se pueden presentar ni considerar como enemigas sino como compañeras de camino, siendo ambas muestras de la gloria de Dios.

Dice el biólogo Antonio Cruz: “Teología y ciencia constituyen mecanismos legítimos para la búsqueda de conocimiento verdadero. La primera, intenta aproximarse al carácter y propósito de Dios revelado en la Biblia, mientras que la segunda se preocupa por las leyes y mecanismos que rigen el universo creado por ese mismo Dios”.

Querer enfrentarlas, hacerlas incompatibles, nos hablan más de las contradicciones del corazón del ser humano, de su cerrazón al Creador, por mucho que sea una mente inteligente y brillante como la de Hawking.

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