Siempre en conflicto

La autoridad le es intrínseca a la iglesia. El problema es el mal uso de la autoridad, o la usurpación de la misma.

14 DE SEPTIEMBRE DE 2014 · 05:20

El papa ortodoxo.,Autoridad, papa, iglesia
El papa ortodoxo.

Seguimos en la tarea de hacer iglesia, y llegamos a la 3ª carta de Juan. Sigue el mismo camino, con variantes, pero problemático, siempre es camino de dificultad, en todas las congregaciones. Siempre.

En la carta a la responsable de la iglesia de su casa, aquella Señora, se advertía que no dejasen pasar y sentarse con ellos (decirles “bienvenido”) a los engañadores con falsas doctrinas sobre Cristo, los anticristos. Aquí es parecido, pero al revés, se advierte sobre un sujeto y sus compinches que no querían recibir a los que venían con buenas obras y doctrinas. En ambos casos queda claro el contexto de dificultades de las iglesias; también que ellas mismas, las congregaciones, tenían que resolver sus problemas. Cuando esos problemas eran muy comunes, como ocurrió con la aceptación de los gentiles sin ceremonial judío (lo que era toda una revolución), las iglesias, por sus representantes, se reunieron en asamblea o concilio para resolver el asunto.

En un caso no debes dejar que entren, en otro, debes dejar que estén contigo, y lo malo es que algunos lo impidan. Y no hay reglas, excepto la vida de la fe. Algunos dirán que esto es muy poco, y que de esta manera estaremos a merced de anarquías y tiranías. Puede, pero no hay otro camino. Precisamente, la solución que algunos han propuesto y siguen, es que todo esto se soluciona con una buena organización; así empezó la iglesia Romana, y miren por dónde va, que incluso ha organizado un terreno donde se venden parcelas por el sistema de las preferentes subrogadas, esas de las ruinas de familias aquí, donde unos purgan sus penas, y otros engordan sus panzas con el negocio de las penas, penitencias.

Mal o bien, las propias congregaciones tienen que solucionar sus dificultades. No apelan al Vicario para que solucione nada, porque el Vicario está en ciernes, aunque ya aquí sale un predecesor, el tal Diótrefes, que busca el primado y que las cosas se hagan en la iglesia como él las dicta.

El problema de la autoridad, que no es un problema en sí misma, todo lo contrario, la autoridad en la iglesia le es intrínseca (abrir y cerrar, nada menos); pero el mal uso de la autoridad, o la usurpación de la misma (lo que es más común) sí que es un problema. Y no se soluciona “formulando” la autoridad, es decir, metiéndola en formas organizativas. Esto es lo que han procurado siempre; la iglesia Romana y la Ortodoxa son ejemplos de los resultados, las evangélicas también.

A los diótrefes no se les frena con “formas de gobierno”, al contrario, si como los vemos en este primer siglo, pueden ser señalados y proponer a las congregaciones que actúen; con fórmulas administrativas, que al final siempre son jerárquicas, no se soluciona nada, pues los diótrefes seguirán con su acción, pero ahora “legalizada”, conforme a los estatutos. Esto se encuentra en toda la historia de las iglesias; también en el presente. Los pastores miserables, los que ningún bien hacen al rebaño, usarán las fórmulas de sus denominaciones para sus actos de tiranía y corrupción.

Resulta que en los dos casos, que no entren o que es malo no dejarlos entrar, lo que se propone no es una “fórmula de gobierno”, que al final termina en un “derecho canónico” implantado y mantenido por el poder político, con la espada. Lo que tenemos, para vivir la fe en la libertad con la que Cristo nos ha liberado, es la fe vivida, el camino de la fe, que se encuentra situaciones y las pasa por la fe. Esto es protestantismo.

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