Vengo a crear ambiente

Algunos cristianos que van visitando Iglesias se creen en la obligación de ir creando ambiente. Por supuesto, el que ellos quieren. Se lucen como ellos solos pueden lucirse con aquello de: “Pon tu mano en el hombro izquierdo del que está a tu derecha”. “Ahora te vuelves y dile al que está detrás que el Señor es bueno” (porque a lo peor después de veinte u treinta años de convertido no lo sabe, ha ido a la iglesia por pura casualidad y tienes que recordárselo).

29 DE ABRIL DE 2006 · 22:00

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“Abraza al hermano que tienes delante”. Y ahí te ves, abrazándote con alguien a quien no conoces y aguantando la cara de tu esposo/sa que empieza a sentir celos de tanto cariño y tanto masaje ajeno. Algunos te dan explicaciones del por qué tanto meneo: “Para que no os durmáis”. Por lo tanto a mi me ofenden, en tantos años nunca me he dormido en un culto. Otros te miran fijamente porque no obedeces sus órdenes y porfían una y otra vez, hasta que se rinden. Están los que hacen “El llamado”. Ojo, no “La llamada” sino “El llamado”. Cuando los llamados están allí delante, caen en la cuenta y tienen la misericordia de orar también por los que se han quedado sentados. Entonces me pregunto ¿Para qué ha movido a tanta gente de su sitio, si a fin de cuentas está orando por todos? ¿A quién ha querido poner en evidencia? A propósito de esta última pregunta, he oído llamar a los matrimonios que se llevaban mal a salir a la palestra. Por supuesto, no salió ninguno (ser cristiano no es sinónimo de ser estúpido) y se vio obligado a cambiar la petición para no quedarse con ciertas partes íntimas al aire. Hace muchos días, una persona invitada al culto salió a saludar y con toda su buena intención dijo que nos había estado observando y algunos teníamos las caras tristes, y otros alegres. Tan normal como la vida misma, pensé yo. Hasta ese momento, nadie había contado un chiste y tampoco era el momento. Todos tenemos nuestros problemas, nuestras circunstancias para estar de una manera o de otra. Pues miren ustedes, resulta, que según esta persona, no se puede estar triste. Yo pienso que hay una gran diferencia entre estar triste y estar amargado. También estoy convencida de que tanto la tristeza como la alegría son del Señor. La tristeza no es un pecado, fingir una alegría que no sientes y obligar a otros a fingirla, es mentir, y eso sí es pecado. El Dr. José M. González Campa dice: “Desde mi punto de vista, siento una inquietud preocupante, que me lleva a pensar en una Iglesia del futuro que se aparte, de manera notable, del modelo novotestamentario de Iglesia, y cuyos contenidos doctrinales tendrán que ver más con las ideas de los hombres que con la Revelación de Dios. Cada día se experimenta como el estudio serio, enjundioso y edificante de la Palabra de Dios, resulta menos atractivo para los miembros de las diferentes Iglesias; e incluso supone una carga, casi insoportable, para muchos de ellos. El lugar que la proclamación Kerygmática y profética del Evangelio debiera ocupar en el ministerio cristiano, va siendo desplazado por contenidos lúdicos y floklóricos, cuando no melodramáticos, que convierten las reuniones de la Iglesia, y su culto al Señor, en un espectáculo circense”. ¡Que Dios nos ampare!

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