Falsos testimonios

La sociedad norteamericana se ha sorprendido estos días al descubrir que dos de sus escritores de más éxito han falseado su biografía, imaginando un pasado salvaje, para asombrar a sus admiradores. Así J. T. Leroy decía haberse dedicado de niño a la prostitución masculina, siendo seropositivo, mientras que James Frey contaba haber tenido una juventud marcada por las drogas, el alcoholismo y temporadas en la cárcel, cuando todo eran historias eran falsas...

27 DE FEBRERO DE 2006 · 23:00

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Lo mismo ha ocurrido con algunos testimonios evangélicos, que han sido investigados por periodistas. Así Betty Malz, autora de un libro publicado por Clie, asegura haber estado muerta y haber vuelto a la vida, o Mike Warnke dice haber sido drogadicto y dirigente satanista, cuando no fue así. ¿Por qué hay tantas personas que se inventan un pasado tan terrible?, ¿qué valor damos a estos testimonios? y ¿cuándo nuestras medias verdades son simplemente mentiras? “No hay nada más fácil de ser tildado de exageración que el lenguaje de la verdad desnuda”, decía el autor de El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad. Pero también es cierto que toda media verdad, no es en el fondo más que una mentira. Por eso hay que darse cuenta que muchos de los testimonios que se cuentan, son más falsos que exagerados. Pero la credulidad de la gente parece no tener límites... Los cristianos confunden a menudo la fe con la credulidad. Y cuántas más extravagantes son las pretensiones de algunos, más claros nos parecen sus milagros. La lógica sin embargo nos dice que para hacer afirmaciones extraordinarias, hacen faltan también pruebas extraordinarias. Pero esas parecen brillar por su ausencia… UN MONTAJE INCREÍBLE El montaje de Leroy era increíble. El supuesto niño chapero narra su dura infancia en una serie de libros, que juegan a construir un personaje ambiguo, muy de moda en Estados Unidos. Convertido en una celebridad literaria, sus novelas pretendían ser casi autobiográficas. Obligado desde los doce años a prostituirse por su madre, en bares de camioneros al oeste de Virginia, el chico dice que huyo de casa, para convertirse en un toxicómano sin techo en San Francisco. El New York Times sin embargo ha descubierto que Leroy era un fraude de tal magnitud, que la autora de Sarah (2002) es en realidad una mujer llamada Laura Albert. Laura estaba casada con un músico, que decía ser psicólogo, llamado Geoffrey Knoop. La pareja asegura que rescató a Leroy de las calles de California. Rara vez aparecía en público, pero tenía un aspecto algo afeminado, bajo una especie de peluca y gafas oscuras, aunque en sus entrevistas siempre estaba a cierta distancia. Ninguno de los editores españoles dice que le conoció personalmente. La verdad es que tanto misterio olía algo a camelo. Su tono era más bien impostado, y las atrocidades que contaba sonaban un tanto exageradas. Según el periodista del Times, Warren St. John, la persona que aparecía en público era Savanah Koop, hermanastra del supuesto psicólogo que la rescató. Y una hermana de Laura recibió los primeros pagos por los libros, que fueron luego transferidos a una sociedad presidida por su madre. El periódico mismo le pagó así un artículo sobre un viaje a Eurodisney. Lo mismo hacía en muchas otras revistas y se preparaba ahora la adaptación de uno de sus libros al cine. ¡Increíble!, ¿verdad? HISTORIAS DURAS James Frey es autor de un libro de gran éxito, titulado Un millón de piezas pequeñas. Se hizo famoso sobre todo a partir de los elogios que le dedicó la presentadora de televisión Oprah Winfrey. En él narra una juventud salvaje, marcada por las drogas, el alcohol y temporadas en la cárcel. El escritor nacido en Cleveland en 1969, en realidad inventó estas historias, llegando a falsear expedientes policiales, como pruebas de su relato. Hay informes policiales sobre él, pero contradicen la versión de su libro, por la que asegura haber pasado tres meses en prisión por posesión de crack, provocar disturbios y atacar a un agente de la policía en Ohio. El informe que se puede leer ahora en Internet, dice que la policía halló a Frey ebrio en su coche y sin permiso de conducir, pero que no tenía crack, ni atacó a ningún agente. Por lo que no ha pasado tres meses en la cárcel. “El detenido fue cortés y se mostró siempre dispuesto a cooperar en todo momento”, dice el agente. Y “Más tarde fue puesto en libertad, tras entregar una fianza”, acaba el informe policial. El libro de Frey sobre su adicción y salvación fue descrito por Winfrey como “unas memorias desgarradoras, crueles y muy reales”. A partir de entonces escaló al primer puesto de la lista de ventas como el libro más vendido de no ficción. El personaje se convirtió en la inspiración de millones de lectores que luchan contra la adicción a las drogas. Ahora el autor trata de defenderse en su página web, pero la editorial Random House ofrece devolver el dinero a los lectores que se sientan estafados. TESTIMONIOS ASOMBROSOS La Historia está llena de testimonios falsos. Muchos hablan de milagros, entre ellos algunos evangélicos, como Betty Malz. Otros de una vida terrible antes de la conversión, como el de Mike Warnke. Estos dos han sido puestos en evidencia por la investigación de algunos periodistas cristianos, pero tristemente tenemos que reconocer que no son más que dos ejemplos de algunas de las mentiras que se venden en librerías cristianas, se escuchan en reuniones de evangelización y son promocionadas en los medios de comunicación evangélicos por un público extraordinariamente crédulo.
 
Betty Malz es una escritora cristiana, que hizo una obra en Estados Unidos a finales de los años setenta, que la convirtió en un bestseller. El libro se llamó en castellano Un viaje a la eternidad y lo publicó en España la editorial evangélica Clie, suponemos que ignorante de la verdad de sus increíbles aseveraciones. En él dice que fue ingresada de urgencias en un hospital de Florida de una inflamación de apendicitis, por la que murió clínicamente a las cinco de la madrugada, volviendo a la vida veintiocho minutos después. Su libro nos narra las experiencias de su viaje más allá de la muerte, como una demostración de la esperanza cristiana. La periodista Lorna Dueck hizo para una revista cristiana canadiense llamada Christian Week, una investigación sobre el caso de Malz. En ella entrevista a portavoces del hospital de Terre Haute en Indiana, donde aseguró ella haber estado en coma 44 días en 1959. Los responsables le dijeron que nunca estuvo muerta clínicamente. Su médico, Clark Boyd dice que sencillamente “esto no ocurrió”. Sin embargo el libro vendió un millón de copias y fue traducido a once idiomas. En él dice que visitó el Cielo y volvió a la tierra cuando su padre tuvo una palabra de oración. Lo más grave es que su editor americano mandó a alguien de esta editorial evangélica llamado Chosen Books a comprobar los informes del hospital en 1976 y sabía que la historia era falsa, pero prefirió creer las palabras de su padre… LA OBSESIÓN SATANISTA El caso de Mike Warnke es mucho más reciente, pero está todavía mejor documentado, ya que se ha escrito hasta un libro sobre él. Los periodistas de la revista Cornerstone de la Gente de Jesús de Chicago, Jon Trott y Mike Hertenstein, han publicado un excelente trabajo sobre este pretendido “sumo sacerdote satanista”, convertido ahora en famoso evangelista. Warnke nacido en 1946 en Evansville, Indiana, es para mucho el mayor experto sobre satanismo que hay en el mundo cristiano. Su experiencia personal está sin embargo basada en un falso testimonio.
 
Warnke tiene una triste vida. Su madre murió en 1955 de un accidente de coche en Tennessee, falleciendo su padre tres años después. Queda por lo tanto huérfano y necesitado de cariño. Sus padres adoptivos le matriculan en 1965 en la universidad californiana de San Bernardino, pero abandona sus estudios al primer curso. Se alista al año siguiente en la Marina en el cuerpo sanitario. Según su libro El vendedor de Satanás, recibe ese año a Jesús como su Salvador. Al año siguiente se casa, pero tiene que marcharse a Vietnam, de donde vuelve el año 70. Es entonces cuando se hace famoso con el evangelista Morris Cerullo por su testimonio de “sumo sacerdote satanista”, escribiendo su primer libro en 1973. Su testimonio lo escribe con otro autor cristiano llamado David Balsiger. En él dice que entró al satanismo por un compañero de universidad, que atiende al nombre de Dean Armstrong, pero que nadie conoce su existencia. Participa así en orgías sexuales, cayendo en el alcoholismo y el tráfico de drogas. Llega entonces a ser “sumo sacerdote satanista”, perdiendo su posición a causa de una sobredosis. Por lo que se va a Vietnam airado y desilusionado, para convertirse luego en un famoso evangelista. Estuvo en una escuela bíblica carismática y tuvo una relación con una estudiante, teniendo que divorciarse, para casarse de nuevo en 1976. Se hace entonces músico de rock cristiano, grabando varios discos. Su esposa le acusa de malos tratos y se une en 1979 a una mujer de Kentucky, divorciada por tercera vez y madre de tres hijos, con la que escribe un libro para “Recuperarse del divorcio”. EL VERDADERO TESTIMONIO Aunque parezca increíble, Warnke es todavía un conferenciante popular en medios evangélicos. Aquel estudiante frustrado dice ahora tener dos carreras y estar doctorado en filosofía, cuenta su testimonio en televisión y es considerado por muchos, uno de los mayores expertos sobre ocultismo. Estos periodistas cristianos empezaron a investigar su caso en los años ochenta, a raíz de otro falso testimonio que descubrieron en su revista acerca de una autora que decía haber sacrificado a sus propios hijos en rituales satanistas, Lauren Stratford. El libro que han publicado refleja más de un centenar de entrevistas con amigos y conocidos de Warnke. En él se ponen en evidencia datos tan absurdos como que Charles Manson fuera parte de su grupo, cuando estaba ya en la cárcel. El autor nunca ha reconocido sus mentiras, aunque en 1993 confesó su infidelidad matrimonial, después de casarse por cuarta vez el año 91. Ha tenido un ataque de corazón el año 97, pero ha vuelto a la escena evangélica este nuevo milenio con un libro de protesta por el tratamiento que ha recibido de estos periodistas. ¿Cómo se llega a semejante situación? La verdad es que no es difícil de imaginar en un mundo tan obsesionado por los testimonios como es el nuestro. Aquellos que nos hemos educado en la iglesia, hemos tenido siempre un cierto complejo cuando escuchamos las historias de conversión de drogadictos y navajeros. Sentados toda la vida en el banco de una iglesia, uno no tiene una historia muy apasionante que contar en medio de testimonios tan espectaculares, como los que se suelen oír en nuestros círculos. Por lo que aquellos que no hemos hecho una gran carrera en el crimen, ni hemos sido satanistas o ateos empedernidos, siempre sentimos un cierto malestar, cuando en un grupo cristiano nos piden que demos, lo que en lenguaje evangélico se suele llamar “nuestro testimonio”. No es extraño por lo tanto que algunos empiecen a exagerar elementos de su testimonio. El que no era creyente, se vuelve ateo; el que tenía una vida un poco frívola, empieza a exagerar su promiscuidad; y si alguno ha tenido alguna experiencia con las drogas, ya era drogadicto. Algunos famosos testimonios se recrean tanto de hecho en este oscuro pasado, que uno acaba pensando como Spurgeon, que están “echando flores sobre su tumba”. Hay una morbosidad insana que ha convertido nuestros testimonios en verdadera pornografía espiritual. Creo que ha llegado el momento de hablar claro… Dar testimonio en la Biblia no es contar nuestra historia, sino hablar de lo que Cristo Jesús ha hecho en su vida y en su muerte. No es una recreación en nuestra biografía espiritual, sino un mensaje cristo-céntrico, que nos presenta el verdadero mensaje de salvación, Porque ¿qué son al fin y al cabo las buenas noticias? No lo que Cristo ha hecho por mí cierto día y a cierta hora, por medio de mi conversión, sino lo que Cristo Jesús ha logrado de una vez y para siempre, en su cruz y su resurrección. Ese es el mensaje que debemos transmitir al mundo. Todo lo demás es irrelevante. En un mundo post-moderno como el nuestro, lo que te sirve a ti, no tiene por qué servir a los demás. Lo que proclamamos sin embargo es la Verdad universal de Cristo, ante la que palidecen todas nuestras historias y se ponen en evidencia todas nuestras mentiras.

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