‘Trabajamos por el desarrollo integral del niño, no sólo por su alimento y educación’

Alianza Solidaria abrirá un colegio que será refugio e impulso de futuro en uno de los barrios marginales con más necesidades en Colombia: Villaselene.

ESPAÑA · 12 DE JUNIO DE 2014 · 22:00

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Una treintena de niños ya acuden a la guardería en este barrio de invasión. El reto: comenzar una escuela infantil. / Alianza Solidaria

En un ejercicio de imaginación, paseemos por Villaselene. Estamos en Colombia, cerca de Barranquilla, cuarta gran ciudad del pais, donde en su extrarradio se ha formado este “barrio de invasión”. Cientos de miles de personas viven distribuidos en casas muy pequeñas. Han llegado a la ciudad buscando refugio de la situación violenta que se vive en el norte del país, donde tres grupos armados luchan desde hace muchos años por el poder. Aquí no tienen gran cosa, pero al menos conservan la vida. Sus casas son pequeñas y pobres. Algunas con paredes de bareque -una estructura de cañas y barro muy endeble que apenas protege cuando vienen las tormentas-, otras algo más firmes, de bloques de cemento hueco. No cuentan con un sistema de saneamiento ni con luz artificial, excepto para aquellos que han conseguido tirar un cable hasta los postes de la luz de alguna carretera principal. @MULT#DER#68004@En este lugar lleno de dificultades, sin embargo, hay espacios de esperanza. El amor por el prójimo ha llevado a una iglesia de Barranquilla con el apoyo de Alianza Solidaria a desarrollar una labor educativa en Villaselene. De ello hablamos con Francisca Capa, presidenta de la entidad Alianza Solidaria, vinculada a la Alianza Evangélica Española, en una entrevista donde nos cuenta en qué consiste este nuevo proyecto. “Vilaselene es el barrio de invasión que más ha crecido en toda Colombia. En los últimos cinco años ha pasado de 400.000 a 650.000 habitantes”, explica a Protestante Digital. NIÑOS EXPUESTOS A LA VIOLENCIA Las calles del barrio se ven sembradas de niños y niñas que las recorren en un ambiente poco saludable. No sólo hay riesgo por las condiciones insalubres. Aquí, a causa de la necesidad y de la falta de valores, muchos menores son captados por las diversas mafias y grupos violentos para sus objetivos. En este oscuro contexto, Alianza Solidaria quiere aportar un pequeño rayo de luz. “Hace dos años visitamos este barrio”, nos cuenta Francisca Capa, que viaja a Colombia asiduamente. “Una iglesia de Barranquilla que conocemos bien había empezado a trabajar llevando el evangelio a este barrio. Entonces ya tenía una obra estructurada aquí, con un local que adecentaron para tener los cultos. Y pensaron en usarlo durante la semana como guardería, para que los niños estuvieran en un entorno seguro”, comenta la presidenta de Alianza Solidaria. UN COLEGIO PARA ROMPER EL CÍRCULO DE LA POBREZA La propuesta es que esta guardería dé paso a un colegio. “Nuestra idea es otorgarles conocimiento a los niños que, con el tiempo, les ayude a romper el círculo de la pobreza. Vimos que era factible, la iglesia tiene profesionales que podrían impartir clases. Por eso, queremos transformar este lugar en una escuela, empezar con los más pequeños, hasta completar toda la primaria”. La necesidad educativa en Villaselene es “muy grande”. “El Estado intenta hacer algo, pero el colegio que ponen es insuficiente para dar atención a los niños de la zona. Además de la educación, que es importante, en este lugar estarán recibiendo una comida nutritiva al día”, comenta Francisca Capa. Sin embargo “lo fundamental es la formación en valores. Lo más devastador es la desestructuración moral y familiar”. La intención es que desde el colegio se apoyen iniciativas paralelas a la educación de los niños, como son programas de formación para el profesorado o escuelas de padres. “La idea es que el niño no sólo tenga la barriga llena y aprenda a leer o a escribir, sino que su desarrollo sea integral como persona”. EXPERIENCIA PREVIA Alianza Solidaria apuesta por este modelo teniendo en cuenta los buenos resultados experimentados en contextos de dificultades similares. “En Perú trabajamos con comunidades quechuas – con el programa Turmanyé.- Son comunidades dispersas que no tienen nada de nada”, cuenta Francisca Capa. En las regiones montañosas del Perú vieron cómo la educación supuso un cambio no sólo para los niños que asistían, sino para toda la comunidad. Los niños por primera vez recibieron educación en dos idiomas -quechua y castellano-. Cuando estos pequeños pasaron a la escuela superior, demostraron que sí podían aprender, algo que hasta entonces, por las dificultades del idioma, desde el Estado no se había considerado. “Las cinco escuelitas que hemos ido desarrollando en el lugar funcionan. El Estado las adopta y vamos a otros lugares a iniciar el mismo proyecto”, en un sistema que está trayendo un cambio en estas regiones. “En Colombia nos pasó parecido con la comunidad Wayúu, unas 100.000 personas indígenas. Nadie había intentado hacer un proyecto de educación con ellos. Nosotros, junto a un misionero bautista que tenía un entramado de iglesias, empezamos pequeñas escuelas. Al llegar a quinto curso, algunos niños quisieron seguir con la secundaria. Para ello tenían que ir a la ciudad y entonces iniciamos un internado-albergue, para que pudieran continuar sus estudios viviendo en la ciudad. Las autoridades se dieron cuenta de que estos niños podían estudiar y entonces la propia municipalidad construyó una escuela dentro de las comunidades. Dos de estos niños están en la universidad preparándose para maestros, porque quieren enseñar en sus comunidades, porque han visto que la educación les da oportunidades”. EL RETO: APADRINAR 39 NIÑOS El proyecto en Villaselene se acaba de poner en marcha y está buscando apoyos. “Con el apadrinamiento de 39 niños podríamos iniciar el proyecto educativo. Las instalaciones están, pero hay que dotarlas, hay que contratar profesores... Necesitamos 39 padrinos y este es el lema con el que lanzamos la campaña. A ver si de aquí a octubre podemos tener estos 39 compromisos para poner en marcha el proyecto con el curso”, expresa Francisca Capa. “Cuando Dios pone la compasión en el corazón de estos hermanos, podemos nosotros también ayudarles y trabajar juntos. Las cosas no las hace una sola persona o dos, lo hace el Señor con la colaboración de muchos. Nuestro lema lo dice: juntos podemos. La participación de muchos pocos pude hacer mucho”. Y aunque el apadrinamiento es de un niño, quien aporta “está ayudando a todo el proyecto, que repercute en beneficio para muchos más”. “Pedimos además que oren por nosotros para que se levanten estas personas que puedan apoyar. Apadrinar un niño cuesta 20 euros al mes. A veces gastamos más en cosas que no son imprescindibles”, expresa la presidenta de Alianza Solidaria. “Si renuncio al café de media mañana, es suficiente para apadrinar un niño. Para ver en comparación lo poco que cuesta apadrinar y la gran diferencia para el niño, que es abismal”. “Tengamos en cuenta a estos niños que han nacido en un lugar con pocas oportunidades. Podemos poner un poco de esperanza y que estos niños rompan el círculo de la pobreza”. Si quieres colaborar con el proyecto, puedes visitar la web de Alianza Solidariapara iniciar tu donación. Si quieres recibir más información, puedes escribir a [email protected]o llamar al +34 93 420 80 72.

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