Religión y sentimiento

A menudo cuando se habla de Jesús, de cristianismo, se piensa en algo cultural, o de sentimientos profundos, o un estilo concreto de vida.

10 DE ABRIL DE 2017 · 19:00

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Esta llamada “semana santa” en España, y en muchos otros lugares, miles de personas que viven de espaldas a Dios se emocionan al paso de imágenes, cantan y lloran. Es un sentimiento religioso, dice la prensa. Y está bien, porque es sólo eso, un sentimiento religioso.

Cuando pasen estos días (o incluso durante el transcurso de los mismos) seguirán viviendo como si Jesús no fuese real, y el sentimiento pasará, o quedará como un cosquilleo ocasional que surge de vez en cuando.

Y podríamos hablar también de “valores cristianos”. Porque la llamada “moral cristiana” tampoco cambia las vidas, sólo las maquilla de la misma forma que los sentimientos sólo maquillan la realidad aparente de nuestra existencia.

(Claro que lo peor es utilizar esos sentimientos, cultura y valores para crear un entramado de poder y llamarlo Iglesia, cuando en realidad es un control o un negocio a costa de las personas a través de todos esos aspectos. Pero ese es otro tema).

A menudo cuando se habla de Jesús, de cristianismo, se piensa en algo que incumbe a lo cultural, o se entiende como un sentimiento más o menos profundo, o un estilo concreto de gestos y de vida. Los propios cristianos evangélicos identifican cada vez más la fe con estas ideas, creando una fe cultural, de sentimientos y de cierta forma de vivir.

Pero eso era la religión judía de tiempo de Jesús, y eso fue lo que Jesús rechazó. Rechazó la cultura religiosa, rechazó el sentimiento de las fiestas, incluso la ética de vida que tan bien atesoraban los fariseos, que (recordamos) eran estrictos cumplidores del estilo de vida de la Ley.

El escándalo de Jesús es que afirmó ser Rey, el Mesías profetizado, y trajo una nueva forma de vivir la relación con Dios que es sólo a través de Él. No de sus ideas, ni de su cultura, ni de determinados valores y ritos. A través de Él como la única persona que la muerte no pudo retener y vive para siempre.

Sí, una locura, como bien dijo Pablo “la locura del Evangelio”, la que dice que “si Jesús no resucitó (y vive) vana es nuestra fe”. Hablamos de un milagro, de un Dios sobrenatural, todopoderoso, que va más allá de nuestro intelecto, razonamientos y limitaciones.

Sin duda a partir de ese encuentro y relación con Él surgen un estilo de vida, una cultura y unos sentimientos. Pero la clave, el eje de la rueda, es la presencia y existencia de Jesús como centro de nuestra vida.

Quizás los que nos llamamos cristianos, incluidos los evangélicos, deberíamos también preguntarnos cuánto de Jesús es el centro verdadero de nuestro sentimiento, cultura y forma de vivir. Y de paso, deberíamos preguntárselo a Él, salvo que sólo le veamos como una bonita idea, como un folclore de ciertas celebraciones, o como unos determinados valores a defender.

No tengamos miedo de hacerlo, porque responderá. Él mismo dijo que sus ovejas oyen su voz, y le siguen.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Religión y sentimiento