La ‘protestante’ Holanda recibe su primera reina católica

Máxima Zorreguieta ya es la reina católica de Holanda, en una ceremonia arraigada en un país histórica y culturalmente protestante. Algo impensable que ocurra a la inversa en un país como España.

AMSTERDAM · 30 DE ABRIL DE 2013 · 22:00

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La argentina de ascendencia vasca Máxima Zorreguieta es ya la reina consorte de Holanda, después de la abdicación el martes de la reina Beatriz y la entronización de su hijo Willem-Alexander, con quien Máxima está casada en un matrimonio del que han nacido tres princesas. Máxima y Willem se conocieron en una cita típicamente española: la feria de abril, en Sevilla. Willem (Guillermo en holandés) se ha convertido a sus 46 años en el rey más joven de las monarquías occidentales. Los padres de Máxima Zorreguieta no acudieron a la boda real en 2002 debido a la polémica suscitada por la pertenencia del progenitor a la dictadura de Jorge Videla. Tras la polémica, la princesa fue aceptada y de hecho es muy querida por el pueblo holandés. UN PAÍS CULTURALMENTE PROTESTANTE La casa real de Holanda se presenta siempre como firmemente protestante, como un signo de identidad del país que se sumó a la reforma desde sus inicios. De hecho, la ceremonia se realizó en la antigua iglesia protestante de Nieuwe Kerk (Iglesia Nueva, ahora centro cultural) en Ámsterdam, de estilo gótico y sin imagen alguna, construida en 1979. Además, los reyes holandeses no son coronados desde 1815 precisamente por su identidad proestante, ya que en esa fecha cuando Bélgica fue incorporada al reino de los Orange-Nassau. Eran dos comunidades claramente diferenciadas en el terreno religioso: Holanda, protestante. Bélgica, católica. Lo tradicional entre los pueblos católicos era la coronación, oficiado por un alto cargo eclesial en representación del papa, pero este tipo de consagración real resultaba de todo punto inaceptable para los protestantes, por lo que, ante tal dilema, Guillermo I optó por un compromiso que dejó contentos a unos y a otros: la coronación (Kroning) se convertiría en “inauguración” de un reinado, y a partir de ese entonces la liturgia de ese solemne acontecimiento no ha cambiado en Holanda. Volviendo a la entronización de Willem, cuando los miembros del gobierno, diputados, senadores y representantes de los países surgidos de los antiguos territorios en ultramar procedieron a jurar lealtad al nuevo soberano muchos de ellos lo hicieron usando la fórmula protestante que había usado antes el rey Willem: “Con la ayuda del Dios todopoderoso” (aunque es opcional, la otra frase es simplemente “Lo juro”, e incluso unos pocos declinaron hacerlo por considerarlo redundante al haber jurado ya la Constitución holandesa). Aunque hablando en cifras, el país entra de lleno en el posmodernismo europeo. De 16,6 millones de holandeses, los protestantes son algo menos de un 15% de la población es decir, unos 2,5 millones de personas. Los católicos bautizados son 4,1 millones (casi un 25% de la población) pero según un estudio de 2007 de la Universidad de Nimega un domingo cualquiera sólo 200.000 católicos acudían a misa. Es decir, que los creyentes (católicos y protestantes) son minoría social y en general poco practicantes. Para completar el mapa religiosos, el país cuenta con casi un 6% de musulmanes, y más de la mitad de los holandeses se declaran "sin religión". Para poder ser designada reina sin dejar de ser católica Máxima debió obtener un permiso del Parlamento previo a su matrimonio con Willem-Alexander, en una ceremonia civil en 2002, seguida de un intercambio de votos matrimoniales ante un pastor luterano y un sacerdote católico. IMPOSIBLE EN ESPAÑA Una posibilidad que no existe en la aún oficiosamente católica España, donde apenas un 33% de los declarantes del IRPF de Hacienda pone la cruz para dedicar (sin coste alguno para él) parte del dinero que tributa a la Iglesia católica española, siendo mucho menor el porcentaje de quienes acuden a misa. La actual reina Sofía tuvo que renunciar a su fe como cristiana ortodoxa (ella es griega); y la princesa Letizia, divorciada y agnóstica hasta su noviazgo con el príncipe Felipe, debió realizar un curso especial y toda una declaración de catolicismo. Y tanto reyes como príncipes, tuvieron que comprometerse a educar en el catolicismo a los hijos que nacieran de su unión. Y es que, en España, todos los reyes (y reinas) han sido siempre católicos, al menos nominalmente.

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