A un hombre que no es ni medio hombre

A todas las mujeres maltratadas.

31 DE ENERO DE 2012 · 23:00

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Mírame y descubre lo que traigo para ti. No quiero que me respondas, sencillamente escucha. Espero. Estoy acostumbrada a esperar. A aguardar calladamente a que vuelvas del trabajo y me traigas tu cansancio como ofrenda a mi espera. Estoy acostumbrada a detener el tiempo para hacer que las pausas no sean tremendamente dolorosas. Si tú pudieras ver, yo no estaría tan ciega. Si supieras recitar lo que mi corazón te expresa, declamar las palabras que silencio, estaría dispuesta a trabar la derrota y escribir una nueva canción de amor. Pero… Tú no quieres compartir tu tiempo conmigo, sólo miras con desdén todo cuanto hago. Arrebatas con tu mirada aquello que tan pulcramente elaboro a diario. Dices que no valgo, que soy torpe, que no pienso, que soy una inepta que no sabe hacer nada bien. Y me pregunto, o mejor dicho, te pregunto ¿qué sabes hacer tú? Tú no hablas. Gritas. Tú no miras. Lastimas. Tú no acaricias. Golpeas. Tú no escuchas, simplemente increpas, vociferas, para que sean tus alaridos los que llenen el aire de insoportable ruido. Tú no sabes nada de mí, porque sólo te miras a ti. Yo espero, deshojando días, deseando que se produzca un milagro. Y a veces mientras espero me llega el desespero, y pienso: ¿Qué hombre es este que no es hombre? Que gruñe y exige, que malintencionadamente levanta su mano blandiendo sobre mí su ira. ¿Quién eres? ¿Qué quieres? Ya te he dado mis años jóvenes, mi ternura, mis hijos. Te he regalado mis noches, mis días. La ondulación de mi caprichoso corazón enamorado que dolido y maltrecho ha aprendido a curar sus heridas con el bálsamo de los quehaceres diarios. Hoy traigo para ti mis palabras que desplegadas te hagan ver que valgo mucho más que tú. Que soy mujer digna de amar y de ser amada. Que tus azotes ya no duelen porque sé que son el arma que utilizas para camuflar tu miedo. Esgrimes la fuerza y así olvidas que no eres más que un ser insensible atemorizado por su yo. Te dejo estás palabras. Palabras propias no prestadas. Soy mujer, me gusta querer y que me quieran.

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