¿Dónde se esconde la risa?

He dejado de saborear la arqueada curva de tus labios, el dulzor de los ojos entrecerrados por el despliegue de gozo.

02 DE DICIEMBRE DE 2010 · 23:00

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Tu semblante se asemeja a los pétalos de las flores que en tiempo de Abriles crecen en mi jardín. Arremeto contra quienes proliferan sus permanentes actos de bienestar, me es difícil concebir alegría cuando en tu ser sólo se funden penas. Por devolverte la risa soy capaz de casi todo. Disfrazarme de locuaz vino para embriagar tu tristeza, cubrir de plumas mis manos y acariciarte para ver emerger de tus labios una delicada sonrisa. Bañaría mis ojos de lágrimas si con ello los tuyos se enjugaran para siempre. Al hacer todo esto no soy más que un ser egoísta, pues no lamento tanto lo que te haces, sino más bien el daño que produce tu dolor en mí. Pero si este egoísmo sirve para devolvernos a ambos la felicidad, quiero seguir siendo ambiciosa, proclamando cual pregonera de anhelos, que devuelvan el arqueado sabor a tus labios. Mis oídos físicos están limitados para oír lo que sólo es audible al corazón. Quiero envolver tu silencio y escuchar la tristeza que te arropa, desenmascarar ese pesar que te hace huidizo. No sé cómo restituir la ausente alegría, pero sí puedo tender un puente de amor por el que puedas llegar hasta mí y sentirte comprendido. La complicidad no es solamente sentir empatía, es tener ganas de acercar lo alejado, mitigar lo superfluo y descubrir en el otro un poco de uno mismo. Quiero aprender a callar para poder oír. No puedo devolverte la risa, pero déjame traer hasta ti briznas del gozo olvidado, roces de tiempos mejores, gotas de recuerdos gratos. No puedo devolverte la risa, pero aquí estoy, dispuesta a llorar contigo.

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