Malas noticias

Las noticias vertidas sobre nuestros oídos y retinas, hacen que muy a menudo deseemos desconectar el disco duro para cerrarnos a tanta barbarie. Sin embargo, no por permanecer distantes la violencia, la crueldad desmedida, la injusticia, nos dan una tregua.

24 DE ENERO DE 2008 · 23:00

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El vertiginoso girar de este mundo hace presagiar que esto no tiene una solución inmediata, ni tristemente a largo plazo, simplemente empeora por momentos. El pecado engendra pecado. Mujeres que mueren a causa de los malos tratos ejercidos por sus parejas y ex parejas. Abusos en niños, que sometidos a la cruel mano de quienes tienen la obligación de protegerlos, ejercen una maldad desmedida segando sus futuros y a veces sus vidas. Hijos que en crueles actos violentos derraman sobre sus progenitores desorbitadas muestras de odio, que terminan poniendo una nota funesta en las noticias del día. El mal, precedido por la locura y la iniquidad, resquebraja los límites de lo humanamente concebible para tomar las riendas de aquello que no tiene sentido. El mal, sumerge a la persona, en un mundo de enajenación indisoluble, de odios y reproches carentes de lógica. Arrastra a quien lo invoca, a un abismo de insensibilización que lo hace permanecer indolente ante todo lo que le rodea. En estos días, la noticia de la pérdida de Mariluz, me vuelve a zarandear con la misma fuerza que lo hacen muchas otras. Me lleva a pensar en los pocos escrúpulos que alguien puede tener para tomar lo que no es suyo. Arrancar de las manos de quienes sí conocen la definición del amor, algo tan sumamente querido como lo es un hijo. Albergo la esperanza de que Mariluz vuelva a encontrarse con los suyos, que esta pesadilla acabe con los primeros albores de un nuevo día y que podamos dar gracias a Dios por su pronto encuentro. Me encantaría desafiar la realidad, encontrar un hueco donde insuflar todo mi optimismo, esparcir inmensas dosis de lucidez en los corazones que, guiados por el enloquecimiento, cometen actos violentos y someten al ser humano al cruel castigo del dolor. Desearía que mis ilusiones contagiaran a quienes son devastados por la sinrazón y vertiera sobre ellos el milagro del cambio. Esa transformación que asombrosamente se produce cuando el mal es absorbido por el bien, momentos en el que la maldad se doblega a la bondad cerrando así la puerta del cinismo.

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