¿Compartiendo soledades?

De mis soledades vengo y a mis soledades voy, decía Machado. Y cantaba un sentir hondo del ser humano. También el famoso psiquiatra Erich From lo expresó escribiendo “Nacemos y morimos solos, y en medio hay un paréntesis en el que buscamos vivir en compañía para olvidar nuestra terrible soledad”.

17 DE DICIEMBRE DE 2007 · 23:00

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La Navidad se ha convertido, en mano de la sociedad actual, en un negocio lucrativo. Pero es precisamente cuando más se habla de amor, de amistad, de buenos sentimientos y de calor familiar cuando más resalta el vacío que existe bajo la máscara sonriente del teatro navideño. La felicidad no se alquila por unas horas o días. Por eso el ser humano, en su aislamiento actual, llama alegría y compañía a un simple compartir las soledades. Como la protagonista de la película “Casablanca” decía a Humphrey Bogart (“aunque me mientas, dime que me amas”) el ser humano actual pide “Aunque me engañes, hazme sentir que no estoy solo”. En medio de esta maraña de soledades entrelazadas que se buscan sin encontrarse, uno de los contenidos del mensaje y la vida de Jesús son más reales que nunca. Uno de sus nombres, en la profecía del libro de Isaías, es Emmanuel: Dios CON nosotros. No lejos de nosotros, ni por encima de nosotros, ni ante nosotros. Dios con nosotros significa que Aquel que experimentó en nuestro lugar todas las soledades, desde la cuna a la cruz, nos ama hasta el punto de acercarse a nosotros, una humanidad condenada a la soledad eterna para ofrecerle una vida junto a él, CON él en medio de nuestras soledades más íntimas o angustiosas. La muerte incluida. Dios con nosotros debe, sin embargo, llegar a ser Dios conmigo. “A nadie que viene a mí yo le echo fuera”, diría algo más de treinta años después el niño judío que nació en Belén, cuando llegó a afirmar también ser Dios mismo. Y los discípulos que le encontraron en el camino a Emaús tras su muerte, sin darse cuenta de que era Él, comentaron al descubrir quién era: “¿No ardía nuestro corazón mientras le escuchábamos?” Jesús es quien no nos rechaza, quien da cobijo y calor al alma humana. No se trata de adoptar una religión o pertenecer a una u otra Iglesia, algo igual de vacío e inútil; sino pedirle a Él que limpie y llene con su presencia el pesebre de tu corazón. Para que puedas decir que Dios, realmente, es contigo. Un milagro real de Navidad. Y a partir de ese instante, mantengámonos asidos a su mano extendida; que ya nunca nos dejará solos mientras nosotros no la soltemos. Por este milagro hecho en nuestras vidas trabajamos y vivimos, además de muchos otros, los que realizamos este magazine de ProtestanteDigital. En Su esperanza le deseamos, con todo nuestro corazón, la mejor de las fiestas: que su alma no esté nunca solitaria, y que pueda disfrutar y compartir a Jesús como el Padre y amigo eterno con otros.

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