Turmanyé, ayudando a la infancia en los Andes

Las dificultades en la protección de la niñez no sólo están relacionadas con la pobreza, como se había venido considerando, sino también con las familias.

26 DE JULIO DE 2014 · 22:00

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	M&ordf; Jes&uacute;s Hern&aacute;ndez, Elisabet Stunt, Jose P&eacute;rez, Gladis Olivera y A. P. Alencart / Jacqueline Alencar</p>
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Mª Jesús Hernández, Elisabet Stunt, Jose Pérez, Gladis Olivera y A. P. Alencart / Jacqueline Alencar

Fue en el año 2011 que pisé por primera vez Huaraz, capital del Departamento de Ancash, en Perú. Quedé impactada por la labor realizada a través de la Asociación cristiana Turmanyé, la cual está apoyada entre otras organizaciones por Alianza Solidaria, brazo social de la Alianza Evangélica Española. Uno de los programas a destacar es su Casa-Hogar a través de la cual se acoge a menores en situación de desamparo, orfandad o víctimas de violencia física y sexual. Es innegable la existencia en la ciudad de familias disfuncionales, con padres ausentes o presentes pero alcohólicos, machistas y abusivos; niños que deambulan por las calles como mendigos o como vendedores ambulantes, lustrabotas o limpiadores de coches.00 Pude comprobar que ante esta compleja realidad social, Turmanyé era como un oasis en medio del desiertopor el admirable trabajo que realizaban los voluntarios de la asociación, que buscaban que esos niños pudieran abandonar la situación de riesgo social y vieran cubiertas sus necesidades físicas, emocionales y espirituales. Ahora, junto a mi esposo Alfredo y mi hijo José A., y muy entrado el mes de julio, volví a Huaraz. En un autobús-cama recorrimos los 400 kilómetros que separan Lima de esta ciudad andina. Nos instalamos en el primer piso del bus para degustar una bebida caliente y un trozo de bizcocho. Es la primera muestra de hospitalidad. Ya en la ciudad, después de 8 horas de viaje por escarpadas montañas, nos recibieron Jesús Espinola y su esposa Mª Jesús Hernández, médico zamorana, hasta hace poco directora de la ONG cristiana Turmanyé. Con profunda emoción pudimos visitar de nuevo la Casa-Hogar de la mano de su nueva presidenta, la misionera española Elisabet Stunt, quien nos explicó que pretenden "iniciar un nuevo proyecto, financiado por el gobierno de Finlandia, con el objetivo de sensibilizar a los agentes que participan en la protección de la niñez (jueces, policía, autoridades locales, etc.) y la sociedad en general, recordándoles sus roles, tomando conciencia de que hay una niñez en riesgo y que les corresponde afrontar su parte". También nos comentó que todos están acostumbrados a que existan niños en la calle, que sus progenitores los abandonen y se desentiendan de ellos, pero que en ningún momento han tenido la iniciativa de hacer suya esta problemática y colaborar juntos en su solución. Además, recalcó que "hay una legislación vigente, pero que no se cumple". Consecuentemente "un primer paso es conocer la ley, difundirla y luego que cada uno la practique o exija que se practique". Es evidente que la nueva situación por la que atraviesa el Perú ha traído cambios y todas las instituciones y organizaciones deben estar a la par de ellos. Y es lo que la Asociación Turmanyé intenta hacer con esta nueva visión de tratar la problemática respecto a la infancia. Y aclara Elisabet Stunt que las dificultades en la protección de la niñez no sólo están relacionadas con la pobreza, como se había venido considerando, sino también con las familias, como se ha señalado anteriormente. En tal sentido, la institucionalización de los niños no es la solución para resolver el problema, por ello hay que estudiar lo legal para elaborar estrategias que impidan que los niños pasen toda su vida en una Casa-Hogar. Esta no es la panacea, solo una situación de paso. No obstante es necesaria para paliar sus circunstancias, así que también pudimos ser testigos del inicio de las obras de construcción de una segunda Casa-Hogar para los niños en riesgo de exclusión social. Aunque todavía se necesitan completar los recursos necesarios. En la actual Casa-hogar nos encontramos a las niñas pequeñas que iniciaban su almuerzo. Hay caritas nuevas, cada una con su historia. Turmanyé lleva ya 14 años actuando en Huaraz, lo cual le da toda la autoridad para considerar que los niños deben acabar en un núcleo familiar. Mientras tanto, los pequeños reciben el cariño y la atención por parte de esas mujeres que no dudan en ejercer como madres de unos niños que no llevan su sangre pero sí su amor. En el mismo edificio visitamos el Taller de Artesanía textil donde trabajan más de 20 madres que tejen con estándares de calidad prendas de vestir en finas fibras de alpaca, obteniendo así sus ingresos económicos mensuales por las prendas que tejen, las cuales se venden en el mercado local y se exportan a países como Finlandia y Alemania, España. No obstante, todavía queda mucho camino por recorrer y la actividad no está exenta de obstáculos. Ha sido de gran satisfacción constatar que el apoyo de personas, iglesias y organizaciones que desde España se canaliza hacia Huaraz está marcando la diferencia en la vida de cada niño que llega a la Asociación Turmanyé. Concretamente, desde la iglesia del Pº de la Estación de Salamanca, se llevan 8 años organizando mercadillos, cenas solidarias y otras iniciativas destinadas a captar fondos para colaborar con esta valiosa labor.

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