Salvados por Gracia

La llegada del Hijo de Dios a la tierra dio un vuelco a la Historia. La Biblia enseña que Él es el hombre perfecto que hizo real todo aquello que tipificaran la Ley y los profetas.

14 DE MARZO DE 2014 · 23:00

,
Mientras escribo este artículo los medios siguen informando de la búsqueda del avión desaparecido en su ruta de Malasia a China, con 239 personas a bordo. También cubren el décimo aniversario del 11- M, que se llevó 191 vidas humanas en España (1). Pienso que según pasan los años nos acostumbramos a convivir con las catástrofes, pues si no nos toca una de manera directa seguimos con nuestras rutinas. Elegí ilustrar esta nota con una pintura de época. El artista imagina al Titanic, orgullo del diseño naval de inicios del siglo XX, naufragando en el frío océano Atlántico llevándose consigo 1.514 vidas, después de cuatro días de iniciar su viaje inaugural (y último) (2). Dramas reales como estos nos ayudan a comprender mejor la salvación de la que hablan las Escrituras. Vivimos inmersos en el sistema mundano que actúa sobre nosotros como un oscuro mar cuyos peligros aumentan. El acoso reiterado que sufre la barca de nuestra vida parece burlar siempre nuestros inútiles esfuerzos por salvarnos. Es cierto que pocos valoran la vida mejor que los sobrevivientes de una tragedia; pues los más tenemos la mente ocupada por las compras de esta tarde, la cena con la familia de mañana o las vacaciones del próximo verano. Esta manera de encarar la vida que recibimos de Dios muestra a las claras hasta dónde llega la influencia del padre de mentira (3). Pienso que su más exitoso engaño es hacernos vivir satisfechos de nuestra propia justicia; la que nos hace sentir responsables, con una alta auto estima, y que tenemos todo lo que merecemos por mérito propio. Es una moral que resulta de la filosofía positivista opuesta a la doctrina bíblica que hemos de analizar acto seguido. III. LA JUSTICIA DE DIOS EN LA GRACIA Así como las víctimas de catástrofes valoran más la vida sin olvidar el horror, apreciaríamos mejor el valor de la Gracia de Dios si tomásemos conciencia de la gravedad que le da la Biblia al pecado. La mayoría de los libros de las Escrituras hacen mención a este estigma que traemos al nacer. Sin embargo, este es uno de los temas que dividen en dos grupos bien definidos a los que dicen ser cristianos: a) los que creen que la buena educación dignifica a las personas; que les da derechos y autoridad sobre los demás. Rechazan el concepto de ‘pecado’ o lo aplican solo a aquellos que no cumplen con las normas por ellos fijadas. b) los que reconocen que se nace pecador, se vive pecando, y se muere físicamente por causa del pecado. Que el que se arrepiente y recibe a Jesucristo, tendrá un cuerpo incorruptible e inmortal semejante al Suyo en el día de Su segunda venida. ¿Somos pecadores porque pecamos? Entre los que se niegan a reconocer que heredamos el pecado de Adán y Eva hay ateos, algunos agnósticos, acólitos de diversas religiones perfeccionistas y los que se declaran cristianos pero imponen doctrinas de hombres que construyen sacando textos aislados de las Escrituras para apoyar sus propios fines. Al negar la naturaleza pecaminosa elaboran filosofías y sistemas religiosos con leyes, premios y castigos propios. Su hipótesis es que teniendo un buen nivel moral estamos habilitados para decir ‘yo no le hago mal a nadie’; o que si cumplo con los mandamientos del AT tengo derecho a sentirme en paz conmigo mismo y a enseñar a otros de qué manera deben vivir; o que si soy leal al programa de la iglesia o denominación a la que pertenezco soy inmune a cualquier tipo de señalamiento o amonestación en relación a mi vida privada. En suma: que yo soy el artífice de mi propio destino y por ello yo decido en qué creer, con quiénes confraternizar y a quién obedecer. En este grupo es común la delación contra los que transgreden las normas que prometieron obedecer para vivir el estilo de vida que los une e identifica. Si el transgresor reconoce públicamente que ha fallado, luego de cumplir con la penitencia que le imponen, es recibido en el grupo y se le da la oportunidad de enmendar su error. Es realmente penosa la esclavitud en que viven – sin darse cuenta - millones de personas que puntillosa, sincera y devotamente abrazan esas creencias con tal de hacer méritos y destacarse entre sus semejantes. Así contribuyen, lo sepan o no, a establecer estructuras sectarias a las que luego se someten. Muchas de ellas son copias falsas de la iglesia de Cristo; usan nombres como ‘cristiana’, ‘evangélica’ y otros; movilizan a disciplinados que salen a captar nuevos miembros. Otras usan tácticas estudiadas para mentalizar a los que se infiltran en las iglesias locales y en sitios web donde instilan sistemáticamente sus teorías, causando malestar, confusión y divisiones (4). ¡Pecamos porque somos pecadores! El otro grupo lo constituyen los que reconocen que nuestra naturaleza caída en pecado es la que genera malos pensamientos, sentimientos perversos y conductas rebeldes al Propósito divino. Lo integran los que aceptan como real el hecho de que Dios cumplió con la advertencia a Adán y Eva, que si le desobedecían habrían de morir. Adán y Eva murieron, y a partir de ellos todos morimos porque “la paga del pecado es la muerte” (5) y “El alma que pecare esa morirá.(6) Saben que si la muerte física de por sí es mala todavía hay algo peor que ella: vivir separados de Dios. La Biblia va más allá: afirma que no solo el ser humano nace y vive en esclavitud del pecado, sino que también la creación toda está sujeta a condenación a causa de su rebeldía (7). Bastaría con enumerar el deterioro que le está causando al planeta la criatura creada a imagen y semejanza de Dios para concluir que el hombre apartado de Dios causa mucho más daño que bien (8). Tanto es así que incluso cuando el fin buscado es bueno suele elegir los medios equivocados para lograrlo, con el resultado que los cuantiosos daños que causa están en una relación inversamente proporcional al bien perseguido. Vimos ya cómo Dios mostró su tolerante paciencia en la Antigüedad, en la denominada ‘era patriarcal’; y durante el tiempo de la Ley, desde Moisés hasta la llegada de Jesús. En esos largos períodos la justicia divina vino siempre acompañada de misericordia; lo que pone en evidencia el amor de Dios por su criatura y su creación. Podemos ver en esa relación justicia-misericordia los anticipos históricos de lo que vendría en la era de su ‘gracia plena’ (9). Dios hizo justicia a favor nuestro La llegada del Hijo de Dios a la tierra dio un vuelco a la Historia. La Biblia enseña que Él es el hombre perfecto que hizo real todo aquello que tipificaran la Ley y los profetas. La doctrina de la justificación se centra en el acto de justicia por el cual Dios declara inocente al pecador. De manera unilateral y voluntaria, el Justo Juez le hace conocer al condenado Su decisión de considerarlo libre de culpa. La obediencia de Jesucristo, su muerte expiatoria y su resurrección satisfacen plenamente al único que puede salvar o condenar. La Ley y los profetas fueron cumplidos en la persona de Jesucristo; y Dios lo aprueba recibiéndole en gloria y entregándole todo poder. Dios anuló el acta de la ley que nos condenaba en la cruz del calvario. Por eso el apóstol Pablo – que era judío – entendía perfectamente lo que significaba para el antiguo pacto la obra consumada en la cruz: “Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”(10) Dios quitó a los poderes de las tinieblas la capacidad de disfrutar con la condenación de los pecadores. Descargó sobre un justo la condena de todos los injustos y así dejó sin reacción al Tentador, derrotado para siempre. El que instiló el astuto razonamiento con que las autoridades políticas y religiosas condenaron a Jesús, no sabía que estaba actuando a favor de nuestra salvación. Pero, desde el triunfo de la cruz y la tumba vacías, sabe que hay una cuenta regresiva en su contra. Esto sucedió: “Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día acordaron matarle.”(11) Como vemos, antes de enterarnos siquiera de Sus propósitos soberanos Dios ya tenía prevista nuestra salvación y no hubo poder de los aires o de la tierra que lo impidiera. Para que pudiésemos acceder a ella debió predestinar y proveer en el tiempo adecuado el medio necesario y suficiente. Ese medio único e irrepetible fue presentado por Juan, el ‘precursor del Mesías’ y último profeta, que predicaba el bautismo de arrepentimiento e identificó por el Espíritu al Salvador. Entonces, declaró a quien quisiera oír que Jesús era el ‘Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’.(12) El apóstol Pedro, bajo la inefable guía del Espíritu, declara a los convertidos a Cristo el valor de la nueva vida. Les enseña que si invocan el nombre del Padre deben dejar de practicar la manera vana de vivir heredada de la religión de sus padres. Les informa que ya fueron rescatados de todo aquello por la sangre de Cristo; más preciosa que la tradición y más poderosa que el oro y la plata, porque es incorruptible e infunde fe y esperanza en Dios: “Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.” (13) El apóstol Juan, el último vivo de los apóstoles de Jesucristo, recibe la visión que le lleva a escribir el libro del Apocalipsis donde se menciona 23 veces al ‘Cordero’ (14). Simbolizado por el animal más manso y débil de todos, su apariencia contrasta con sus victorias sobre todos sus enemigos: Satanás, el falso profeta, la gran ramera, los testigos falsos, la bestia y la muerte. Las iglesias deberían animarse leyendo este libro que habla de victoria. Somos salvos por pura gracia La salvación provista por Dios es efectiva a partir del momento de su apropiación individual por medio de la fe. La persona que cree en Jesucristo y Su obra tiene vida eterna, esto es lo que afirma el Evangelio de Jesucristo. La fe viene al pecador cuando está muerto en sus delitos y pecados. (15) Los que han visto a un paciente en estado de coma comenzar a dar señales de vida como mover un dedo de la mano o pestañar ante un estímulo externo, saben que aquí no estamos hablando de magia. Algunos poetas lo ven a su manera: "No son los muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría, Muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía.... No son los muertos, no, los que reciben rayos de luz en sus despojos yertos, Los que mueren con honra son los vivos, los que viven sin honra son los muertos. La vida no es la vida que vivimos, la vida es el honor y es el recuerdo, Por eso hay muertos que en el mundo viven y hombres que viven en el mundo... muertos"(16) Ciencia y poesía aparte, tampoco es magia la que opera en el pecador; sino un poder externo que está obrando internamente en él. La Palabra viva de Dios penetra en lo más profundo y abre una vía de comunicación entre el Espíritu de vida y la persona muerta. En él se produce un milagro: ahora oye. Lo que oye le hace ver que vive. Ha nacido de nuevo. Nicodemo aprendió de boca de Jesús lo que es el nuevo nacimiento (17). Creer en Jesucristo es sinónimo de vivir. No obstante que hemos visto en la Biblia que la salvación se obtiene sólo por la fe, están los que afirman que es por la fe y algo más. No entraremos sino a leer en la Palabra de vida lo que ella afirma y el lector sacará su propia conclusión después. ESTO AFIRMA EL EVANGELIO DE CRISTO Y LOS APÓSTOLES (18): "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (a). Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él, (b) siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,(c) con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.(d) Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles.Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión.(e) Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.(f) más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (g) Y recibió la circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados, a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia;(h) Por tanto, es por fe, para que sea por gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (i). Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo;(j) Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira.(k) ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;(l) como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado. (ll) Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree.(m) que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.(n) Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra. (o) Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado.(p) No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.(q) Aquel, pues, que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe? Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.(r) Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.(s) para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.(t) Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. (u) De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. (v) En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,(w) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;(x) yser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe;(y) Pero por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna.(z) Aún después de esta prueba irrefutable que revela la justicia de Dios obrando en Su gracia - sin mérito alguno de parte del pecador - los legalistas de cualquier cuño que no quieren perder su dignidad de moralistas insisten: ¿Acaso el apóstol Santiago no enseña que la fe sin obras es muerta?(19) Para responderles como merecen, invito a quienes perseveran en la fe a acompañarme el próximo fin de semana. Hago extensiva esta invitación a todos los interesados en saber la verdad de esta doctrina; recomiendo a todos leer la carta del apóstol Santiago y meditar en esta enseñanza en el Espíritu que la inspiró. Con esa nota pondremos punto final a esta serie, con el deseo de que sirva para edificación del cuerpo de Cristo. A Él sea toda la gloria. Será hasta entonces si el Señor lo permite. ----------------------------- Notas 1. El Boeing 777 del vuelo MH370 de la Malaysia Airlines desapareció el sábado 8 de marzo de 2013 sin dejar rastros, hasta ahora. El atentado ocurrido en la estación ferroviaria de Atocha, fue adjudicado a una célula terrorista suicida y enluta a España desde el 11/03/2004 2. El RMS Titanic era un buque británico a vapor que naufragó entre la noche del 14 y la madrugada del 15 de abril de 1912 al colisionar contra un iceberg de grandes dimensiones en el Atlántico Norte. Su nombre proviene de Titán; en la mitología griega se refiere como titanes (masculino) y titánides (femenino) a una raza de poderosos dioses que gobernaron durante la legendaria edad de oro. Los titanes fueron doce inicialmente y luego se le añadió Dione, que desdobló de Tea. Más información sobre el Titanic en: http://es.wikipedia.org/wiki/RMS_Titanic 3. Juan 8:44 – Jesús responde a las pretensiones de los religiosos de su época que presumían de ser hijos de Dios diciéndoles: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Negritas del autor) 4. Romanos 16:17; 1ª Corintios 1:10; 11:18; 2ª Corintios 12:20; 6:17; Gálatas 1:8,9; Tito 3:10; Judas 1:19; comparar con Apocalipsis 2:2,3,6,9,14,15, 20-25; 3:2,3,4,9,10, 15-19,22. “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”(Ibíd.2:7a, 11a, 17a, 29;3:6,13,22) 5. Romanos 6:23a 6. Ezequiel 18:4, 20 7. Romanos 8:22 8. Juan 15:5b 9. Hechos 17:30; Hebreos 1:1,2; leer junto con Romanos 6:1-15 10. Colosenses 2:13-15; negritas del autor 11. Juan 11:49-53 12. Ibíd.1:29, 36; Marcos 14:12; Lucas 22:7 13. 1ª Pedro 1:18-21 14. Apocalipsis5:6,8,12,13; 6:1,16; 7:9,10,14,17; 12:11; 13:8,11; 14:1,4,10; 15:3; 17:14; 19:7,9; 21:9,14,22,23,27; 22:1,3 15. Efesios 2:1 16. Conocido poema de Antonio Muñoz Feijoo, colombiano, que nació en Popayán en 1851 y murió en Santander de Quilichao en 1890. Fue un poeta filosófico y patriótico ciudadano, graduado de ingeniero también fue profesor y rector en la Universidad del Cauca. Fue subdirector de la Escuela Normal y profesor en otros institutos educativos de lacapital caucana 17. Juan 3:1-2; comparar con Romanos 10:16 18. Negritas del autor; a. Juan 3:16: b. Romanos 3:19-22; c. Ibíd. 24; d. Ibíd. 26; e. Ibíd. 28-30; f. Ibíd. 4:3; g. Ibíd. 5; h. Ibíd. 11; i. Ibíd. 16; j. Ibíd. 5:1; k. Ibíd. 9; l. Ibíd. 30; ll. Ibíd. 33; m. Ibíd. 10:4; n. Ibíd. 9,10; o. Ibíd. 11:6; p. Gálatas 2:16; q. Ibíd.21; r. Ibíd. 3:5,6; s. Ibíd. 8; t. Ibíd. 14; u. Ibíd. 22; v. Ibíd. 24; w. Efesios 1:13; x. Efesios 2:8; y. Filipenses 3:9; z. 1ª Timoteo 1:16 19. Santiago 2

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Agentes de cambio - Salvados por Gracia