Entera consagración

Entre los jóvenes cristianos que se están formando para el ministerio hoy hay muchos que asumen que el compromiso al servicio es suficiente y que la santidad personal es sencillamente reflejo de un pasado legalista.

07 DE MARZO DE 2014 · 23:00

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Unos de los himnos que llamó a varias generaciones de líderes evangélicos de habla hispana, incluyendo la mía, al servicio fue Entera consagración. Como parte del llamado al servicio también se nos llamaba a la santidad personal. Se nos enseñó que no se podía servir al Señor ni esperar su bendición apenas que estuviéramos dispuestos a darnos completamente al Señor, a vivir una vida santa. Que mi vida entera esté consagrada a ti, Señor Que mis manos pueda guiar el impulso de tu amor. Que mis pies tan sólo en pos de los santo puedan ir Y que a ti, Señor, mi voz se complazca en bendecir. Que mis labios puedan dar testimonio de tu amor Y mis bienes ofrendar sepa siempre a ti, Señor. Que mi tiempo esté dedicado a tu loor Y mi mente y su poder se consagren a tu honor. Toma ¡oh Dios! mi voluntud y hazla tuya, nada más Toma, sí, mi corazón, y tu trono en él tendrás. Una de las debilidades de este llamado en mi generación fue que fácilmente llevaba al legalismo o a la hipocresía. Algunos vivían las normas de la santidad personal, sin el poder del Espíritu Santo. Seguían las normas de nuestras iglesias y costumbres evangélicas, pero no nacía de un compromiso con el Señor, sino de una obediencia a las normas que nos habían enseñado. Y otros sencillamente vivían la hipocresía. Por fuera se obedecían las normas de la santidad personal, pero se vivía una vida doble. Tan pronto no hubiera alguien que nos estuviera vigilando se violaban esas mismas normas con cierta inpunidad. Como resultado de esta tendencia al legalismo se vio una respuesta opuesta en muchos de la siguiente generación. Entre los jóvenes cristianos que se están formando para el ministerio hoy hay muchos que asumen que el compromiso al servicio es suficiente y que la santidad personal es sencillamente reflejo de un pasado legalista. Como resultado muchos tienen un compromiso de servicio, pero que han perdido de vista la importancia de la santidad personal. Es triste ver a estudiantes en los seminarios e institutos bíblicos que aman al Señor y quieren servir a otros, pero que no sienten que la santidad personal tiene que ver con ellos. Es por eso que muchos en esta generación necesitan escuchar el llamado de este himno, de nuevo. La entera consagración viene de la transformación del Espíritu quien también nos llama a servir a otros en su nombre. En un mundo que celebra la “libertad” entendida como como libertinaje, hace falta una generación una generación que recupere el llamado del himno. Si quiero servir al Señor en el poder del Espíritu y recibir su bendición me tengo que entregar completamente a El. Que mi vida entera esté …..

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Caminando con el pueblo - Entera consagración