Noche de Reyes

Tin, tan... Tin, tan... Tin, tan... Campanitas vienen, campanitas van. Din, don... Din, don... Din, don... Campanitas cantan en el corazón. Horas blancas. Olor de Epifanía. Bella noche dorada de sueños y de estrellas. Niña yo. Niño el mundo de mis ojos. Realidad e ilusión, mezcladas y confusas en el desfile alegre y callejero de la Cabalgata de los Reyes Magos... Esa noche, me acostaban temprano. Ellos, —mis padres—, gozaban la ilusión de mi inocencia. Duermevela en balancín de luna por infantiles cielos. Morenos nardos me arropaban. El sueño y yo, jugando al escondite, por todos los rincones de la casa. Dos lentas mariposas pertinaces, los ojos, fijos en el balcón cerrado al frío de la noche. Una oruga pequeña y encogida, mi cuerpecillo frágil, al acecho, bajo las ropas. Alertada y atenta a los rumores de charlas, y ruidos de pasos y puertas que se cierran sigilosas... Deseaba verlos entrar, con mantos y coronas, cargados de juguetes y regalos... Melchor... Gaspar... Baltasar... Dos... blancos... Uno... negro... Dos... Blancos... Uno... Negro... Dos... Blanc... Ya... vienen... los ... camellos... Los... came... El sueño, al fin, me tomaba en sus brazos, y me acunaba en el silencio. Corto dormir. La flor del seis de Enero, entrecerrada, ya me encontraba en pie, con la alegría de los nuevos juguetes... **** Quiero deciros: Cuando descubrí que aquello era una bella mentira, no por eso me sentí acomplejada de mentira ni engaño. Solamente un poco triste, por haber perdido tan hermosa ilusión. Hoy: Un recuerdo muy dulce, y una inmensa, filial gratitud.