Cuando el tiempo libre no es una opción

Es importante plantear la “obligación” de estar en paro como un momento para ponernos nuestras propias metas y nuestros propios retos.

15 DE DICIEMBRE DE 2013 · 23:00

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Llegamos al final de esta serie de ocho artículos sobre el joven cristiano y el trabajo, donde empezamos recordando el papel del trabajo en la vida de un hijo de Dios seguimos viendo la importancia de la toma de buenas decisiones en la época de la adolescencia para continuar con la situación actual de inestabilidad, precariedad y desempleo que se han convertido en una maldita terna que ahoga la vida de miles de jóvenes en nuestra sociedad, pero también en nuestras iglesias. En la archiconocida historia del Señor de los Anillos, hay un personaje obsesionado con un objeto. Una obsesión enfermiza que le consume, por una parte odia este objeto, pero por otro lo desea con todas sus fuerzas, hasta el punto de arriesgar en múltiples ocasiones su vida. Este personaje es Gollum y su obsesión es un anillo de oro. De la misma forma que el ser Gollum, para muchas personas perder el trabajo puede significar perder ese tesoro que le da sentido a su vida. Una de los primeros sentimientos que vienen al corazón de la persona que está en paro es el de sentirse fracasado e inútil, porque sienten que han perdido su función en el mundo. Una desmesurada importancia del trabajo nos puede hacer caer en la idea de que nuestra propia realidad desaparece cuando nos dan la carta del despido. Nos faltan los objetivos, metas y retos que el día a día de un trabajo plantea. Por eso es tan importante plantear la “obligación” de estar en paro como un momento para ponernos nuestras propias metas y nuestros propios retos. La depresión propia del despido nos puede llevar a sentirnos tan inútiles que nos paralicemos, muchos jóvenes que no tienen trabajo se convierten en lo que se denomina socialmente los ninis obligatorios, los que no estudian, porque ya acabaron su formación o no tienen medios para ello, ni trabajan porque no encuentran un trabajo, o han perdido el que tenían. Hay normas laborales en la Biblia, sobre las relaciones jefe-empleados, sobre la integridad en el puesto de trabajo, ¿pero qué dice la Biblia acerca del paro, acerca del tiempo sin trabajar? En realidad la problemática de la falta de trabajo es una de los mayores lastres de la época moderna, la Biblia no refleja el tema, pero si nos da una serie de principios que nos son útiles a la hora de plantearnos que hacer en esta época de nuestra vida en la cual no tenemos acceso a un puesto de trabajo: 1. Aprovecha bien el tiempo: “Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos.” Ef. 5:15-16 En la película El club de los poetas muertos el profesor John Keating (Robin Williams) pone a sus alumnos en frente de una vieja vitrina de trofeos donde hay una serie de fotos de los jóvenes que consiguieron aquellas victorias. Todas fotos de personas ya fallecidas, ante estas fotos el profesor les ordena acercar a sus imberbes caras a los retratos mientras les susurra “Carpe diem. Aprovechad el momento chicos, haced que vuestra vida sea extraordinaria”. La Biblia no usa esa manida y desvirtuada locución latina, Carpe diem, pero sí nos incita a que seamos inteligentes con el mayor tesoro que tenemos. La gente es capaz de hacer cosas extraordinarias y terribles por cosas como el poder, dinero, éxito, pero hay algo que por mucho que nos esforcemos nunca podremos ganar, el tiempo. Todos nacemos con un tiempo contado, podemos ponernos en las mejores manos que nuestro dinero pueda pagar, pero la realidad es que hay ricos que mueren a los 40, como el actor de Hollywood Paul Walker mientras que otras personas con menos recursos pasan de los 100. Por eso el tiempo se convierte en un tesoro que debemos cuidar y como las mejores fortunas debemos saber invertir. Aprovechar al máximo cada momento no nos habla sólo de placer, si no de cumplir la voluntad de Dios en todo momento. Estar deseosos de hacerlo, literalmente morirse de ganas de obedecer lo que nuestro Padre ha puesto en nuestro corazón. 2. Establecer un orden de prioridades:“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” Mr. 12:30-31. Cuando tenemos un trabajo y nos vemos volcados en él se puede dar un periodo en el cual se nos inviertan las prioridades en nuestra vida, cosas que no deberían haber subido en nuestra pirámide ocupan los primeros puestos y otras que no debería haber bajado casi ni aparecen. Pueden cambiar las posiciones, pero nunca desaparecen porque el ser humano tiene prioridades, fijaos que no he dicho necesita sino tiene, porque realmente son algo innato en nosotros. Pero por muy innato que sea es importante dedicar tiempo a ordenar ese cuarto patas arriba que en ciertas ocasiones se puede volver nuestras prioridades. Jesús nos deja claro cuales son las dos principales, y siento desilusionarte, pero en las tuyas no apareces tú, ni yo en las mías. En primer lugar está el que no puede faltar, Dios. Es un tópico lo sé, es muy espiritual decirlo, lo sé. Pero la realidad es que si Dios no tiene el primer lugar en las prioridades da igual el resto, has perdido el rumbo. La segunda es sorprendente, en mitad de un mundo que busca la realización personal, el autoplacer y la satisfacción propia Jesús llega y dice “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. La segunda prioridad de un cristianos son todos los demás. Nuestra pareja, nuestras familia, nuestra iglesia, nuestros compañeros de trabajo, nuestros vecinos. Por eso debemos dedicarles tiempo y tiempo de calidad, porque ellos son tu segunda prioridad. 3. Glorifica a Dios en todo momento:“En conclusión, ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.” 1 Cor. 10:31 Uno de los mayores males que ha sufrido la iglesia en estos 21 siglos de existencia ha sido la separación entre lo secular y lo espiritual. Como si en la vida de un hijo de Dios pudiéramos tener un interruptor que nos hiciera cambiar de modo, ahora estoy modo cristiano, ahora no. La realidad es que la Biblia nos anima a que todo lo que hagamos lo hagamos como alabanza, como una ofrenda. Si nos planteamos que todas nuestras actividades son maneras de dar gloria a Dios nuestra perspectiva de ellas cambiará. Puede que cuando dejamos una rutina de trabajo a la que estábamos acostumbrados nos resulte difícil motivarnos para encontrar otras. Podemos caer en la desgana de hacer tareas que antes no podíamos por los horarios como hacer las tareas domésticas, ir a la compra, o ayudar a familiares. Pero cuando consideramos esta ayuda como una forma de dar gloria a Dios, nuestra motivación cambia, dejamos de ir al súper porque si no “no salgo de casa en toda la mañana” a ir al supermercado porque así puedo hacer contacto con personas de mi vecindario y poco a poco dar testimonio de mi fe. Dejamos de limpiar la casa porque me toca a limpiar la casa para que nuestra familia esté cómoda y tenga un sitio decente donde vivir. Dejamos de quejarnos por hacer algo y lo hacemos con gusto y gratitud porque es una forma de expresar agradecimiento a un Dios que nos cuida a pesar de nuestra situación sin empleo. 4. Reflexionar acerca de los que nos hace esforzarnos. “Si alguien construye sobre este fundamento, ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.” 1 Co. 3:12-15 El fuego es símbolo de purificación, los sacrificios eran pasados por fuego, en este texto el fuego deja a descubiertos cuales son las buenas obras de los hombres (oro, plata y piedras preciosas) y cuales son banales (madera, heno y paja) estas últimas no pasan la prueba del fuego, mientras las primeras permanecen. Este texto debe hacernos meditar en la importancia de invertir el tiempo en actividades que valgan la pena. Bronnie Ware, un enfermera británica nos enseñó en un libro, que ha dado la vuelta al mundo, cuales son las cosas que los seres humanos lamentamos antes de morir y curiosamente, o no tan curiosamente, no existe ningún bien material en ellas. Todas estas lamentaciones son cosas que permanecen: 1. Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo. 2. Ojalá no hubiera trabajado tan duro y hubiera estado más tiempo con mi familia. 3. Ojalá hubiera tenido el coraje para expresar mis sentimientos. 4. Me hubiera gustado haber estado en contacto con mis amigos. 5. Me hubiese gustado permitirme a mí mismo ser más feliz. ¿Qué quedaría en la hoguera de mi vida? Estas personas no tuvieron otra oportunidad de vivir, porque todas ellas murieron al poco de expresar sus quejas. Pero nosotros tenemos la oportunidad de decidir en que vamos a esforzarnos ¿en oro, plata y piedras preciosa, o el combustible para el fuego? Aprovechad el momento y haced que vuestra vida sea extraordinaria.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Sed de Dios - Cuando el tiempo libre no es una opción