La prosperidad como meta humana

Los anales históricos registran innumerables ejemplos de la natural tendencia humana a vivir en abundancia. Desde épocas tempranas el hombre no se conformó con poco; su ambición siempre fue tener más.

13 DE OCTUBRE DE 2013 · 22:00

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‘Un error frecuente de ciertos análisis es suponer que los demás utilizan los mismos procesos de pensamiento que uno’ (1) La breve serie de artículos que comenzamos aquí no aspira a convertirse en manual de cabecera. Este autor se conformaría con mucho menos al finalizarla; quizás, con haberle aportado al lector amante de la verdad algunas reflexiones que le arrojen más luz al tema que nos ocupa. Al fin y al cabo lo que debiera importarnos es saber qué hacer con lo que sabemos. A menudo olvidamos que hablar mucho de algo desnuda la existencia de un serio problema o de una sentida escasez. Que yo recuerde, desde la década de los 50, no he escuchado hablar tanto de prosperidad como en lo que va del siglo XXI. Pocos ignoran que el avance industrial que provocó la segunda guerra mundial fue aprovechado por los países aliados para desarrollar innovaciones tecnológicas a nivel masivo. El avance científico permitió crear sistemas de comunicación y una gran variedad de productos electrodomésticos y electrónicos con los que se inauguró un nuevo estilo de vida. Con los años la fiebre inicial por estar a la moda derivó en la patología social que denominamos ‘consumismo materialista’ (2). Tanto en la Alemania nazi hasta la caída del Tercer Reich, como en EE.UU capitalista y la Rusia soviética después de los acuerdos que siguieron a la conferencia de Yalta (3), se apuró el desarrollo de combustibles más sofisticados. El nacimiento de la era nuclear y el cruel empleo de armas atómicas sobre ciudadanos indefensos pusieron en evidencia el grado de locura que genera en el hombre su afán de poder. El lado pacífico de la ciencia aeroespacial dio fuerte impulso a la aeronavegación comercial y a la comunicación satelital. Con los acuerdos bilaterales y asociación de países con objetivos comunes el mundo entró lentamente primero y aceleradamente después, en el conocido proceso de globalización. Paralelamente, hacia finales de la denominada ‘guerra fría’, con la caída del muro de Berlín, se registró un período de bonanza que duró lo suficiente como para que unos cuantos multiplicaran geométricamente sus ganancias en relativamente poco tiempo; cosa que, por otro lado, no sería condenable si el medio empleado para enriquecerse no hubiese potenciado la tendencia al empobrecimiento de las mayorías, como lamentablemente sigue ocurriendo desde entonces. En lo poco que va del tercer milenio ya ha quedado atrás la breve prosperidad de los menos; pero, en el último lustro se han instalado la emigración, el desempleo, la pérdida de ahorros, la evicción de viviendas hipotecadas, los recortes presupuestarios en todos los servicios provistos por el Estado, especialmente en sanidad, educación y previsión social. El futuro se dibuja con sombrías perspectivas para todos los que habitamos el planeta. Mientras los nuevos ricos defienden su estatus con uñas y dientes, los pobres – los que todavía pueden hacer lo mismo – luchan para no caer en la indigencia. Los gobiernos de los países ricos actúan bajo la tremenda presión de sus poderosos acreedores. Los banqueros presionan por igual a empresarios y funcionarios políticos. Estos últimos, lejos de sincerar su decisiva participación en las causales del problema y de elaborar sólidos consensos con los contribuyentes para salir de la crisis entre todos, prefieren disfrazarla fabricando relatos que llegan al surrealismo. Con él declaran culpables a los que no pertenecen al partido gobernante y le pasan una injusta y elevada factura al electorado. El juego maquiavélico de la clase política es magnificar siempre la crisis, reducir los presupuestos anuales y empujar hacia adelante las fechas previstas para normalizar la situación. Nació así una clase de dirigentes ocupada en mejorar las estadísticas regionales a costa del deterioro social de los ciudadanos. El contexto en que viven muy bien los que están arriba y luchan por sobrevivir los que pagan impuestos, mencionar en la calle la palabra prosperidad podría generar todo tipo de reacciones, aunque mayoritariamente negativas. Tal vez incentivada por este hecho, crece una corriente religiosa cuya base doctrinaria es la prosperidad. Lo poco original de su prédica es que emplea mecanismos similares a los aplicados por los cultores del marketing directo (4), engañoso sistema de mercadeo puesto de moda cuatro décadas atrás en EE.UU. Pero, lo paradójico es que los aspirantes a ricos que entran en ese sistema son entrenados con métodos que se parecen a las prédicas de los líderes de la doctrina de la prosperidad (5). En un mundo donde la brecha entre ricos y pobres se ensancha permanentemente, intentaremos descubrir qué es en verdad lo que motiva a los predicadores que ofrecen prosperidad a las masas. También, qué es lo que hace que el ser humano busque, acepte y siga con ciega fidelidad a tales engañadores. Para ello, revisaremos el concepto de prosperidad desde el punto de vista secular y desde la Biblia. Para comenzar, entonces, preguntémonos: ¿Es la prosperidad material la única (o más deseada) meta para el ser humano? ¿Debe el cristiano anhelar y obtener la prosperidad prometida por Dios en el Antiguo Testamento? ¿Por qué el Evangelio de Jesucristo y sus apóstoles desalienta procurar las riquezas terrenales y aconseja las celestiales? LA PROSPERIDAD EN LA HISTORIA DEL HOMBRE Los anales históricos registran innumerables ejemplos de la natural tendencia humana a vivir en abundancia. Desde épocas tempranas el hombre no se conformó con poco; su ambición siempre fue tener más. A su espíritu de cazador y labriego le agregó luego habilidades manuales que le permitieron desarrollar su capacidad industrial. Tras inventar la rueda ya no hubo metas que no pudiese alcanzar. Por medios pacíficos o violentos fue anexando la propiedad de socios o vencidos; fundó ciudades; extendiendo su territorio estableció reinos. Generando más de lo que consumía acumuló los excedentes de sus cosechas, inventó silos, desarrolló el intercambio y construyó flotas mercantes para cruzar los mares. Acuñó monedas para facilitar el comercio y fundó la banca; al incrementarse el comercio, la industria y las finanzas nacieron mecenazgos en apoyo del desarrollo científico y artístico, se crearon academias, escuelas y universidades; con ellas nacieron las profesiones. Con los intereses provenientes de los préstamos de dinero adquirió propiedades, incrementó sus bienes, acumuló poder sobre las vidas y propiedades de otros al punto de que las minorías influyeron directamente en todos los órdenes de la sociedad. Como resultado de esa ilimitada ambición necesitó de esclavos, armas y ejércitos para defenderse. Habiendo acumulado poder, el hombre se ocupó de poner y sacar reyes y cabezas de estado; modificó permanentemente el mapa político del mundo; y ahora hace lo mismo, pero aceleradamente, con el ecosistema del planeta. Una constante de las civilizaciones es que justifican su historia en la capacidad y el coraje del ser humano para prosperar, venciendo todo tipo de obstáculos. Recordemos que somos el producto de los cambios profundos y sus secuelas, generados por las distintas civilizaciones en el planeta a lo largo de las cuatro épocas aceptadas por la denominada Historia Universal: Edad Antigua (Egipto, Mesopotamia, Israel, Fenicia, India, China, Japón, Imperio Romano, Grecia) a lo largo de casi 5.500 años desde la aparición de la escritura y hasta la caída del imperio Romano (siglo V); Edad Media (Europa, aislada de Oriente por mil años entre los siglos V y XV hasta la caída de Constantinopla) (6); Edad Moderna (entre los siglos XVI y XVIII con la Revolución Francesa) y Edad Contemporánea (desde fines del siglo XVIII hasta el presente, pasando por la Revolución Industrial, las dos guerras mundiales, y llegando a la constante amenaza de una guerra nuclear, el uso del ciberespacio, el auge de los fundamentalismos religiosos, la creciente actividad terrorista y demás señales de los últimos tiempos). ESPIRITUALIDAD Y BÚSQUEDA DE ABUNDANCIA La voluntad del hombre necesita de motivaciones profundas para alcanzar grandes metas. En las civilizaciones politeístas siempre estuvieron presentes los medios mágicos y esotéricos para alentar la búsqueda de la prosperidad. Esa necesidad es reveladora de la condición de esclavitud en que se encuentra el hombre sin Dios, sujeto a manipuladores oportunistas que lucran con ella. Los que se congregan no son inmunes a esos engañadores si viven carnalmente su fe. Repasemos brevemente esta realidad con los seis ejemplos de las ilustraciones de este artículo (7): En EgiptoRa era el dios que daba origen a todo y reunía en sí mismo los atributos de un dios soberano. El sol rodeado del áspid y coronando la cabeza de águila incluía todos los valores superiores, entre ellos el de la prosperidad. En la IndiaelHinduismo, un conglomerado de religiones y de dioses, destaca Lakshmi la diosa de la riqueza y la prosperidad. Derivado de la palabra sánscrita Laksme, que significa "meta", su nombre representa la meta de la vida, que incluye la prosperidad tanto material como espiritual. En Japón, el Sintoísmo (Shinto)es la religión oficial que nace junto con la nación (VII a.C.). Es una creencia que incluye la adoración de los kami o espíritus de la Naturaleza. Siete de ellos están ligados a la prosperidad: Ebisu, Daikokuten, Bishamonten, Benzaiten, Fukurokuju, Hotei y Jurôjin. También el Budismo, creado por Siddharta Gautama, más conocido como Buda (V-IV a.C.), es una filosofía de raíces indo-chinas cuya popularidad se basa en el antropocentrismo. Es una religión que cultiva la introspección con la que se entroniza al Yo superior a cuya voluntad más pura se accede individualmente por medio de sucesivos renacimientos. La prosperidad consiste en vencer los deseos y anhelos que provocan sufrimiento, y en alcanzar la felicidad por medio del correcto conocimiento de la realidad (sabiduría de la mente). En muchos países de occidente se comercializan figuras de Buda para ponerle debajo cartas pidiendo prosperidad. Uno de los tantos protectores con categoría de dioses esDaikokuten, originario de la India que fue adaptado a la tradición japonesa para ayudar a mejorar la riqueza, el comercio, agricultura y la cocina, ya que es el dios que trae la comida a la familia. Su figura se suele representar encima de dos capazos de arroz y con un mazo de la suerte en su mano derecha. En la mitología griega, Tyche (en su forma latina) o Tique (en su forma castellanizada), era la personificación del destino y de la fortuna como diosa que regía la suerte o la prosperidad de una comunidad. Esta diosa era adoptada como patrona de las ciudades amuralladas. En la mitología romana, el poeta Ovidiootorga a Abundancia la herencia del cuerno que Hércules había arrancado de la cabeza de Aqueloo, el dios del Río. El cuerno fue recogido por las náyades (ninfas) y transformado en la cornucopia que ostenta la diosa griega de la prosperidad. En la época neroniana aparece compartiendo monedas con Ceres y Annona. La primera era diosa de la agricultura, las cosechas y la fecundidad; la segunda personificaba el suministro de cereales a la ciudad de Roma y a las cosechas; su nombre deriva del latín annualis y éste de annus, "año", por el carácter anual de las cosechas. Abundancia y Annona eran la virtud en acción, especialmente en las bahías donde desembarcaban los granos que entraban a la ciudad. En la Modernidad el hombre Renacentista se convierte en medida de todas las cosas (8). Con la Revolución Francesa el campesinado pone fin a la monarquía e inaugura el sistema republicano para terminar con la explotación a manos de la aristocracia; ser próspero era entonces vivir en igualdad, libertad y fraternidad. La Revolución Industrialintroduce la máquina para mejorar la producción e incrementar los beneficios. Mujeres y niños sufren a causa de la ambición de los nuevos ricos industriales y el hacinamiento urbano responde a la emigración del campesinado en busca de una prosperidad que nunca llega; en el proceso mueren sin haberla alcanzado (9). La Posmodernidad encuentra al hombre con su razón y sentimientos enfrentados. El relativismo genera la negación de un orden superior y se prioriza el tener por encima del ser; la vida pierde valor y se confina a ser el ámbito donde se dirime la lucha por la felicidad y el placer. Aquél sincretismo que fuera impuesto por el César en el Imperio Romano e invadiera la fe cristiana institucionalizando a la iglesia, es ahora auto impuesto por el hombre en tanto dios de sí mismo. El individualismo cobra más valor al convertirse en el atajo a la prosperidad. El egoísmo, el orgullo y la vanidad del opulento lo vuelven insaciable. Pero, el coste es demasiado alto y la culpa pasa su factura con patologías psicológicas y sociales. La proclamación del inicio de la Era de Acuarioes introductoria del New Age o Nueva Era (10). En las últimas tres décadas se fue instalando hasta permear la sociedad occidental. Esta cultura filosófica y religiosa propone reaccionar contrael caos presente de la humanidad y empujarla hacia una nueva conciencia, hacia una nueva forma de ser espiritual. El pretexto es la prosperidad que prometen las constelaciones astrales. Para acelerar su advenimiento benefactor, los numerosos grupos sectarios que se cobijan en esta religión elitista emplean elementos de las religiones orientales, la astrología, el tarot, las brujerías, el espiritismo, las terapias alternativas, la psicología trans personal, la ecología profunda, el gnosticismo y otras corrientes. Los mezcla y los comercializa de mil formas, proclamando el inicio de una nueva época para la humanidad. Esta onda se maneja por canales de TV (11) y se comunica ‘en vivo’ con miles de fieles seguidores que pagan su derecho de admisión a la prosperidad; eso sí, desde el anonimato. El hombre puede producir tiempos de bonanza practicando el lema ‘el fin justifica los medios’. Logra ‘prosperar’ pero no le basta; sabedor de que la vida sobre la tierra es breve, está urgido a vivirla a pleno y a exhibir su éxito. Hasta aquí llegamos con este rápido e incompleto vistazo secular de la prosperidad. He dejado ex profeso para la siguiente nota lo que las religiones monoteístas entienden por ‘prosperidad’. De todos modos, veremos próximamente cómo se van introduciendo en la mayoría de las iglesias cristianas estas peligrosas corrientes de idolatría cuya fuente inagotable es el engañador antiguo (12). El enemigo de Jesucristo cuenta con la colaboración de los engañados que retroalimentan la ambición, la codicia y la avaricia de los pecadores disfrazándolas de doctrina bíblica. En la próxima D.M. abordaremos ¿Debe el cristiano anhelar y obtener la prosperidad prometida por Dios en el Antiguo Testamento? Hasta entonces, con la Paz del Señor. ---------------------------------------------------------------------- NOTAS 1. Facundo Manes (1969);médico neurólogo argentino nacido en Salto, provincia de Buenos Aires. Reconocido en el área de investigación de las patologías cerebrales es autor de numerosos tratados en Neurociencia, Neuropsicología y Psicología cognitiva. Su nombre ha estado hace pocos días en los titulares de la prensa internacional por integrar el equipo de especialistas que diagnosticaron la patología cerebral sufrida por la presidenta de la República Argentina y que derivó en el acto quirúrgico del cual se restablece actualmente la mandataria sudamericana. También es conocido por sus escritos de divulgación que poseen un particular estilo filosófico. La frase elegida da testimonio de ello 2. Me resultó interesante el enfoque deAtilio González Hernández, Ingeniero de telecomunicaciones, en sus ‘Comentarios sobre la nueva fe del materialismo’, ponencia que realizó en la Universidad de Navarra, para el Grupo Ciencia, Razón y Fe. Link: http://www.unav.es/cryf/materialismo.html 3. Conferencia histórica entre Churchill, Roosevelt y Stalin en efectuada entre el 4 y el 11 de febrero de 1945 en Yalta (Crimea) en la que se discutió el futuro de Europa tras la Segunda Guerra. Algunos adjudican a esta reunión el comienzo de la denominada ‘Guerra Fría’ que duró hasta 1989, tras la caída del ‘muro de Berlín’ 4. Los cinco pasos principales del marketing directo son: - Introducción: tiene que ser con una sonrisa, entusiasmo y contacto visual. - Breve historia. - Producto en mano. - Cierre. – Resha (qué es el dos por uno). Los cinco impulsos que se deben trasmitir son los siguientes: - Avidez. - Miedo a perder la ocasión. - Sensación de urgencia. - Factor oveja. - Indiferencia. Las compañías que lo iniciaron son Mary Kay, Avon, Amway, actualmente Organo Gold (café) atrae a numerosos cristianos evangélicos a este sistema donde se mezcla la fe con las ganancias materiales, con el lema ‘Tú puedes’ 5. El autor habla aquí de primera mano por su experiencia con Amway (1992) y su investigación sobre el funcionamiento de Organo Gold (2011) 6. Coincide con la fecha de finalización de la Guerra de los Cien años y la invención de la imprenta e impresión de la Biblia por Gutenberg 7. Ilustraciones, de izquierda a derecha: Ra (Egipto) http://html.rincondelvago.com/dioses-egipcios_1.html Lakshmi (India) http://panteon-hinduismo.blogspot.com.es/2013/05/lakshmi-diosa-de-las-riquezas-y.html Daikokuten, o Daiko (Japón) http://es.wikipedia.org/wiki/Siete_Dioses_de_la_Fortuna Tiqué , o Tyche (Grecia)http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b8/Tyche_Antioch_Vatican_Inv2672.jpg Abundantia (Roma) http://1.bp.blogspot.com/-4oynKAvyBZI/UY1VFc-nP5I/AAAAAAAABLg/9qhpbfRSVOc/s640/1-AbundantiaGoddess.jpg Movimiento de la Nueva Era (global): http://www.aciprensa.com/sectas/nuevaera.htm 8. Ilustración: ‘Hombre de Vitruvio’, famoso dibujo de Leonardo da Vinci (1552 – 1519) que es fiel expresión del canon estético renacentista; link: http://es.wikipedia.org/wiki/Hombre_de_Vitruvio 9. Charles Dickens (1812-1870) periodista y escritor inglés; es un relator imperdible de esta época dura y cruel impuesta por la Revolución Industrial. Sus crónicas periodísticas dieron lugar a novelas y obras de teatro de un alto valor tanto testimonial como estético. ‘David Copperfield’ (casi una autobiografía), ‘Oliver Twist’ (su autobiografía), ‘Grandes esperanzas’, ‘Historia de dos ciudades’, ‘La pequeña Dorrit’ , ‘Canción de Navidad’ y otras, son obras reveladoras de la lucha de muchos por alcanzar un poco de prosperidad en ‘tiempos difíciles’ (que es el título de la obra escrita en 1854) 10. Una breve síntesis puede leerse en ‘Todo lo que se necesita saber sobre la Nueva Era’, entrando a: http://www.aciprensa.com/sectas/nuevaera.htm 11. La TV ha favorecido el auge de los mercaderes de la prosperidad, en el que quedan mezclados los telepredicadores. El descrédito de unos alcanza a los buenos intencionados cuyo mensaje cae en el mismo saco 12. Jesús denomina ‘mentiroso’ y ‘padre de mentira’ a Satanás, Juan 8:44; comparar con 2ª Timoteo 3:13; 2ª Juan 1:7

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