Nothing you can sing that can't be sung

La banda sonora por excelencia de la cultura global se sigue llamado The Beatles.

25 DE AGOSTO DE 2013 · 22:00

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La historia tiene la característica de ser, en más de una ocasión, sorprendente. Una de las revoluciones más importantes del siglo XX no nació en cuna de oro ni en el centro de la hegemonía norteamericana, ni siquiera entre buenos augurios. Cuatro muchachos de clase obrera, criados en una ciudad relegada del oeste de una pequeña isla desataron un cataclismo de eventos que han marcado a fuego nuestra forma de pensar la música, el pop, el rock, la evolución creativa, la poesía. Pasan los años con su fatalidad inherente, los jóvenes se vuelven padres y abuelos, y sin embargo la banda sonora por excelencia de la cultura global se sigue llamado The Beatles. ¿Por qué los queremos tanto? ¿Por qué los seguimos eligiendo, a más de 50 años de su debut? ¿Por qué su obra no se ha perdido entre la maraña de productos de la cultura de masa que todo el tiempo necesita matar a sus antecesores para poder recrearse? Un poco de marketing, sí; un poco de fetiche occidental, quizás; un poco de estereotipo, seguro que también. Pero esas razones no sostendrían a los cuatro de Liverpool si no hubiera en su obra un encanto que va más allá del negocio de la industria cultural. Los Beatles nos enseñaron, de muchas formas, que la música está viva, que habla de nosotros y de las cosas que nos importan, que puede ser más que superficiales melodías de amor para la radio. Nos enseñaron que la poesía no está guardada en libros llenos de polvo sino que se hace carne en lo ínfimo de una canción y la convierte en un hecho que perdura. Nos enseñaron que la senda del arte se llama búsqueda. En junio de 1967, los Beatles publicaron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Desde 1964 habían comenzado a dar pequeños pasos creativos, que intensificaron durante 1965 (sobre todo en el disco Rubber Soul). Para el año 1966, cuando publicaron Revolver, todo el mundo sabía que los Beatles nunca se quedaban en su lugar de seguridad. Sgt. Pepper fue un hito central y definitivo no sólo de la historia de la banda sino también de la música occidental. Sus canciones, que intentaron reproducir la atmósfera de un concierto de la ficcional banda del sargento Pepper, descubrieron nuevos lugares no sólo a nivel compositivo y musical sino también técnico y literario. “Sgt. Pepper‟s Lonely Hearts Club Band” y “Good Morning Good Morning” introducen como parte de su misma textualidad sonidos de risas, aplausos y animales tomados de otros enunciados. “With a Little Help From My Friends” y “She’s Leaving Home” muestran una interesante relación entre la voz principal y el coro que permite una elaboración libre de las posibilidades de distribución de la palabra entre personajes. “Lucy in the Sky with Diamonds” muestra una elaboración textual novedosa a partir de la obra de Lewis Carroll, mientras que “Being for the Benefit of Mr. Kite!” funciona como un ejercicio de compleja intertextualidad con un afiche de un circo del siglo XIX. “When I‟m Sixty-Four” y “Fixing a Hole” exponen una mezcla de géneros y tradiciones musicales que, a lo largo del disco, se extienden hacia el jazz y el music hall, el rock and roll y el pop, la música de la India y la música clásica occidental. Con su incorporación de frases propias del argot urbano, giros lingüísticos y elementos de la cotidianeidad, “Lovely Rita” y “Getting Better” articulan un interesante diálogo con discursos sociales y culturales de su tiempo. “Whithin You Without You” es, dentro del disco, el prototipo del encuentro de tradiciones de pensamiento y música de occidente y oriente. Hacia el final, el “Reprise” tiende hilos que se conectan con el inicio de la obra y ofrecen un sentido de cierre y totalidad. “A Day in the Life” se convierte –con su estructura de fusión de dos trozos de canciones y sus mecanismos de diálogo con dos noticias del periódico y una película– en el broche simbólico de un disco que, luego de innovar el formato de la canción pop y rock, deja el final abierto a las posibilidades de lectura. Magical Mystery Tour, pensado como banda sonora de la película homónima y publicado hacia finales de 1967, continúa muchas de las búsquedas de Sgt. Pepper. Sus canciones siguen descubriendo las posibilidades de diálogo con otras obras. “The Fool on the Hill” presenta una letra que, por su elaboración de personajes e historias, describe muy bien el acercamiento de Paul McCartney a la escritura de canciones como un novelista. Mientras que “Magical Mystery Tour” incorpora literalmente expresiones de un pregonero de una feria, “Hello Goodbye” utiliza frases sin sentido para hacer una aseveración acerca de los límites de la canción pop. “Flying” y “Your Mother Should Know” proponen elaboraciones novedosas del blues y el music hall respectivamente; “Baby You‟re a Richman” y sobre todo “Blue Jay Way” establecen puentes de diálogo entre tradiciones orientales y occidentales, una de las características más notables de las contribuciones de George Harrison a los Beatles. “Strawberry Fields Forever” y “Penny Lane” funcionan como una rememoración del pasado y una introspección en la búsqueda de identidad. “I Am the Walrus” es una de las joyas compositivas de John Lennon; a través de su complejidad textual, incorpora diálogos con la obra de Lewis Carroll, con una canción infantil, con Edgar Allan Poe, William Shakespeare y Allen Ginsberg. “All You Need Is Love” cierra el disco con una declaración compositiva: la articulación de un mosaico de citas musicales propias y ajenas que van desde “La Marsellesa” francesa a Bach, Glenn Miller y “Greensleeves”, pasando por “She Loves You” y “Yesterday” de los mismos Beatles. Mijaíl Bajtín, el filósofo ruso que inaugura los estudios sobre dialogismo y textos en contacto, pensaba que la voz de un individuo no nace de sí misma y para sí misma sino que siempre nace del otro y para el otro. Así como las palabras en una conversación se suponen y se entretejen como respuestas entre sí, la circulación de los enunciados en la sociedad también prevé la presencia de otras voces que determinan el propio enunciado. Ningún texto es totalmente homogéneo sino que está formado por los ecos, más cercanos o lejanos, de otros; es un espacio fracturado entre voces, registros, estilos, géneros. Estas ideas de Bajtín me han servido para acercarme y mirar con más atención la obra de los Beatles. Su obra madura, desde 1966 o 1967 en adelante, muestra un deseo constante de ponerse en contacto con otras voces. Esto aflora de forma tan reiterada y consciente que no parece una mera casualidad; hay una estrategia poética subyacente y hemos desentrañado algunos de sus sentidos. Los Beatles se relacionaron con otros textos con increíble flexibilidad: citaron y releyeron, reescribieron, parodiaron, hicieron alusiones a canciones, libros, pensamientos, noticias y todo tipo de enunciados con una libertad poco común dentro del ámbito de la canción popular de su tiempo. Esta libertad creativa, un eclecticismo que ha marcado la cultura para siempre, es una forma de desafiar los límites y convertirlos en posibilidades. Es pensar la canción pop como un libro de infinitas páginas, llenas de notas al pie para todo aquel que tenga ganas de seguir leyendo, pensando y conectando. Para los inquietos y los buscadores, la música de los Beatles nunca deja de ser un desafío.

Este artículo forma parte de la revista P+D Verano/08 quepuedes descargar aquí (PDF), o leer en el navegador a continuación:

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