‘La Infancia de Jesús’ según Benedicto XVI

Este libro es una interpretación sencilla y canónica de la historia de Jesús arraigada en el Antiguo y Nuevo Testamento. Quizás el mejor de la serie, con dos reservas.

09 DE DICIEMBRE DE 2012 · 23:00

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Un millón de copias publicadas en 29 idiomas y distribuidas en 79 países. Estas son las cifras sobre el último libro acerca de Jesús recientemente publicado por el Papa Benedicto XVI. El nuevo volumen cierra la serie que Ratzinger empezó a proyectar antes de su elección al papado, y que ahora llega finalmente a buen término, cuando tiene 85 años y preside un complejo estado, esto es, el Vaticano y la Iglesia Católico Romana (ICR) que, por supuesto, es una institución global. Este ejemplar sigue al de 2007 que se refería a la historia de Jesús desde su bautismo hasta la Transfiguración y al de 2011 que trataba de su Pasión y de su Resurrección. El nuevo libro se centra en relatos de la infancia de Jesús, o sea, los 180 versículos que Mateo y Lucas escribieron para dar a conocer los acontecimientos que precedieron y siguieron al nacimiento de Jesús y hasta que tuvo doce años. 1. HECHOS HISTÓRICOS INTERPRETADOS TEOLÓGICAMENTE Es importante comprender la preparación original de los libros de Ratzinger. ¿Por qué escribe sobre la vida de Jesús según los Evangelios? A finales del siglo XIX se escribieron diferentes “vidas” de Jesús en un intento de separar el “Jesús de la historia” del “Cristo de la fe”. La principal hipótesis era que la Cristología tenía poco, por no decir nada que ver con lo que realmente le sucedió a Jesús, lo cual iba más allá de la investigación histórica y pertenecía únicamente a la esfera de la fe. Los eruditos liberales argumentaban que no sabemos casi nada del Jesús histórico, a pesar de que tenemos una Cristología sumamente desarrollada que no está basada en los registros históricos de los hechos de la vida de Jesús, sino en la fe de las comunidades posteriores. Por consiguiente, los Evangelios estaban considerados como crónicas impulsadas por lo que creían los primeros cristianos y no necesariamente por lo que realmente ocurrió. Estos puntos de vista eran y lo son todavía hoy en día ampliamente aceptados entre los estudiosos bíblicos católicos. Ratzinger escribe para reconducir todo este asunto y la forma en que lo lleva a cabo es a través de su propio esfuerzo al comentar los Evangelios. Su objetivo es afirmar la historicidad de base de las narraciones del Evangelio y, por tanto, la naturaleza histórica de la fe cristiana que está centrada en el Jesús histórico. Benedicto XVI argumenta que en los Evangelios la fe y la historia, la realidad y su interpretación teológica, la evidencia bíblica interna y la evidencia histórica externa están entrelazadas. Como consecuencia, el significado teológico de la vida de Jesús está basado en lo que en realidad ocurrió, no a expensas del mismo o incluso sin la interferencia de la historia. De este modo, en el caso de “La Infancia de Jesús” nos enfrentamos a un relato fidedigno de lo que sucedió verdaderamente (incluyendo la estrella y los Magos), unido a una explicación teológica del nacimiento de Jesús, su Persona y su obra. 2. ¿UN CAMBIO DE MENTALIDAD? Es interesante observar aquí un cambio en el énfasis. En el documento de 1993 sobre “La Interpretación de la Biblia en la Iglesia”, la Pontificia Comisión Bíblica (cuyo presidente era el mismo Ratzinger) se notaba la tendencia a pasar por alto la relación entre la fe y la historia en el texto bíblico. Se asumió que los métodos histórico-críticos eran solamente herramientas de estudio neutrales sin ninguna asunción preconcebida en lo que se refería a la fiabilidad histórica de la Biblia. Históricamente, esto no es verdad. Los métodos histórico-críticos fueron las armas elegidas para tratar de desmantelar la credibilidad de la Palabra escrita de Dios. Por otra parte, la realidad es que la mayoría de los eruditos académicos bíblicos católicos tienen opiniones escépticas acerca de la historicidad de la Escritura y llevan su escepticismo bajo el estandarte de los métodos histórico-críticos. En 1993 Ratzinger parecía ser bastante ingenuo en cuanto a los peligros que comporta separar la fe de la historia y considerar la Biblia como un libro derivado de la fe pero no enraizado en la historia. Ahora parece que es más consciente del problema y desea proporcionar el ejemplo de una interpretación bíblica que toma seriamente la historicidad de la Biblia. ¿Incitarán sus libros sobre Jesús a abrir un debate en los círculos exegéticos católicos? ¿Replantearán la confianza en la confiabilidad histórica de la Biblia en el mundo académico católico y el público en general? 3. UN ELOGIO Y UN PAR DE RESERVAS El libro de Ratzinger “La infancia de Jesús” no es una obra técnica de exégesis. Es más bien un comentario espiritual de los relatos de los Evangelios que hablan acerca de cómo el Hijo de Dios se convirtió en hombre. Son largas meditaciones siguiendo el orden sinóptico de los acontecimientos de la vida de Jesús, con algunas cuestiones y aplicaciones que pueden ser de utilidad para el lector contemporáneo. El último libro es incluso mejor que el anterior, que representaba a Jesús como si fuera un predicador yendo de acá para allá y celebrando misas dondequiera que se encontrara. La lectura sacramental que hizo Ratzinger de los Evangelios influyó profundamente en su interpretación de la Pasión. Este libro es una interpretación sencilla y canónica de la historia de Jesús firmemente arraigada en el Antiguo Testamento y vinculada a las enseñanzas subsiguientes del Nuevo Testamento. Es, quizás, el mejor de la serie, con dos reservas. Al comentar sobre el hecho de que diversos detalles de “La Infancia de Jesús” tienen su origen en las narraciones que contó María (quien fue el único testimonio presente), el Papa también deduce que las otras tradiciones marianas, que no se encuentran en el Nuevo Testamento, se derivan de la misma fuente. Por tanto, la pregunta es: ¿por qué Lucas o Mateo no las añadieron a sus Evangelios? Y lo que es más importante, ¿por qué el Espíritu Santo no inspiró a los evangelistas para incluirlas en los textos canónicos? Lo que está en la Escritura y se ha convertido en Escritura es un conjunto que tiene un estatus muy diferente al de las demás tradiciones, para las que se reclama el mismo origen. La otra perplejidad tiene que ver con el comentario de Ratzinger sobre Lucas 2:7: “Dio a luz a su hijo primogénito”. Aquí el Papa dedica un par de páginas argumentando que la referencia a que Jesús es el “primogénito” no significa que María tuviera otros hijos. De hecho, afirma la virginidad perpetua de María. Pero, ¿es esto realmente lo que este texto dice o sugiere? ¿No es la más reciente doctrina católico romana de la virginidad perpetua de María un avance que está basado más en las elaboraciones marianas que en lo que dicen los Evangelios? Traducción: Rosa Gubianas

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