El dilema de los Dreamers

El temor más grande tiene que ver con la posibilidad de que Romney gane la presidencia.

01 DE SEPTIEMBRE DE 2012 · 22:00

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Hace pocas semanas hubo mucho entusiasmo entre los que trabajamos con inmigrantes cuando la administración Obama decidió apoyar a los jóvenes indocumentados por medio de una orden ejecutiva de acción diferida. La orden permite que jóvenes indocumentados de 18-30 años, que hayan terminado el high school y estudiado en la universidad, o hecho servicio militar, puedan solicitar un permiso temporal de trabajo y acción diferida con relación a su deportación por a lo menos dos años. Todos sabíamos que era una acción netamente política de la administración Obama. El presidente pudo haber tomado esta decisión desde inicios de su administración, pero optó por esperar hasta un año electoral y sólo después de que el senador republicano Marco Rubio, presentara una versión del “Dream Act” que habría hecho básicamente lo mismo que la orden ejecutiva. Pero aunque era obvio que Obama buscaba hacer las paces con el pueblo latino después de deportar a más de un millón de indocumentados, nos acercamos con entusiasmo a la posibilidad de ayudar a los “Dreamers”. Sin embargo, la situación se ha vuelto cada vez más complicada. La administración demoró en desarrollar el proceso y todavía quedan dudas sobre el compromiso de algunos miembros de la administración a favor de esta orden. Las normas son complicadas y no hay proceso de apelación si hay problemas con los papeles o con el caso. Ya se han entregado muchas solicitudes, pero muchos jóvenes están esperando ver que pasa con las primeras solicitudes antes de entregar las suyas. Pero el temor más grande tiene que ver con la posibilidad de que Romney gane la presidencia. Estando el proceso está basado en una orden ejecutiva, el presidente Romney la podría denegar. Si su administración decidiera tratar de deportar a estos jóvenes, tendría toda su información y la podría utilizar en su contra y contra sus familias. Eso nos deja con muchas dudas. ¿Cómo ayudamos a los jóvenes? ¿Les animamos a seguir con el proceso o a esperar hasta el día después de las elecciones? ¿Y qué ocurre si se les niega su solicitud? La mayoría de nosotros hemos optado por explicar la situación, con todas sus complejidades, y permitir que los jóvenes decidan. Así es que estamos ante una orden que podría ser una bendición o una maldición potencial. He ahí el dilema.

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