El Tabernáculo en la Tierra Prometida

Dios es el Constructor (2)

13 DE JULIO DE 2012 · 22:00

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FIDELIDAD ENTRE DISEÑO Y CONSTRUCCIÓN, VITALES PARA ISRAEL Para hacer un viaje de vacaciones necesitamos una buena preparación. Muchos están todo un año esperando que llegue el verano para poder realizarlo. Piensan en el destino, los tickets de viaje, las maletas; olvidar algo de la lista de necesidades puede arruinar o quitarle placer a esa ansiada vivencia. Ahora pensemos en una multitud –según algunos estudiosos de varios millones de personas- que conforma un pueblo, Israel, marchando por el desierto de día o de noche según recibiese la orden de Dios. Nadie sabía con anticipación el día o la hora cuando deberían avanzar o acampar hasta que Dios, en Sus tiempos sólo por Él conocidos, enviase la orden visible en la nube y la columna de fuego. Obedecer a la orden de marchar significaba tener que transportar el tabernáculo y con él su peculiar contenido cargado de simbolismos; además debían desarmar sus tiendas, juntar sus cosas, cuidar de los niños y ancianos, y los varones cargar sus armas. Luego reanudaban la marcha hacia la tierra prometida. Cuando la orden era de detenerse había que hacer todo el proceso inverso para acampar, volver a organizar la vida diaria y armar el lugar de reunión con Dios: el tabernáculo. La comunidad de Dios mostraba su carácter de peregrina en la tierra. La nube, la columna de fuego y el tabernáculo estaban íntimamente ligados en el propósito eterno de Dios. Esas realidades divinas no dejaban lugar a interpretaciones aisladas y caprichosas; porque sin ellas no hubiera sido posible sobrevivir en el desierto. Entendámoslo bien: la opción era obedecer o morir.(2) El Creador es el único arquitecto que construye todo conforme a un Plan perfecto en tiempo y forma. Las tareas en las que el pueblo se involucraba eran consecuencia directa de obedecer a la orden de Dios. El cuidado en interpretar y seguir todas las precisas instrucciones divinas es sinónimo de obediencia. LA DESOBEDIENCIA AL PLAN ACARREA MUERTE Aproximarse a la tierra prometida les había llevado dos años; fue entonces que Moisés envió exploradores de todas las tribus a reconocer el terreno. A su regreso, diez de los doce enviados recomendaron no entrar en la Tierra Prometida, desairando el informe positivo de Josué y Caleb. El pueblo se unió a los disidentes en contra de los deseos de Moisés, el intérprete de Dios. La desobediencia del pueblo hebreo fue castigada por Dios. Tuvieron que vagar otros 38 años, tanto los que habían salido de Egipto como los nacidos en el desierto, para que muriesen los rebeldes. (3) “Pero este decreto de juicio y este estado de desesperanza eran una promesa de protección y vigilancia para la nueva generación. Para la nueva generación, el resto del viaje sería una preparación para entrar en la tierra, y Dios sería su Guía todo el trayecto: ‘Y recordarás todo el camino por el que el Señor te guió estos cuarenta años en el desierto, para humillarte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón...(Deuteronomio 8:2).” (4) Moisés también murió (1260 A.C.) mirando la tierra que había sido la meta de este largo viaje. La nueva generación de israelitas nacida en el desierto; entre ellos Josué, que había apoyado a Moisés cuando aún era muy joven, tomó el mando, rodeó a Jericó cuya muralla se desplomó, desalojó a los intrusos en dura serie de batallas y reunió al pueblo en la asamblea de Gilgal, en 1400 ó 1399 A.C.(5) Tras circuncidar a todos los varones nacidos en el desierto, celebraron la pascua, comieron del pan sin levadura y de las espigas torradas; entonces cesó el maná del cielo. La nube y la columna de fuego no volvieron a aparecer, porque Dios había cumplido con su promesa; los peregrinos reposaban ahora en la tierra donde fluye leche y miel. Josué está a punto de culminar la obra comenzada por Dios con Moisés, cuando divide la tierra entre las tribus; entonces levanta nuevamente el tabernáculo en Silo, en la porción asignada a la tribu de Efraín, y así se cumple la profecía de Jacob a Judá.(6) En Silo tendrá Israel su ciudad capital hasta que fuera destruida hasta sus cimientos, más de tres siglos después.(7) CONSECUENCIAS DE PROFANAR EL LUGAR DE CULTO Antes que Salomón construyese el primer templo según el exacto proyecto de Dios a su padre David, el Tabernáculo se mantuvo como el sitio donde Dios era adorado en Israel. En el primer libro de Samuel se relata que Elcana iba a Silo para adorar y ofrecer sacrificios a Dios junto con sus dos esposas –Ana y Penina y los hijos de ésta- cada año. También que Ana, la esposa estéril, fue a orar prometiendo que si Dios le concedía un hijo, lo dedicaría para su servicio; lo que hizo luego al ser respondida su súplica. (8) Pero el tabernáculo fue nuevamente deshonrado; ahora por los hijos de Elí. Por lo que Dios llamará a Samuel para que sea su profeta.(9) Los israelitas fueron vencidos en batalla contra los filisteos; entonces mandaron traer el arca del pacto de Jehová para que los salvara de la mano de sus enemigos. Esta treta no sirvió, el pueblo fue vencido nuevamente y el arca capturada por los filisteos. Elí estaba en Silo cuando el mensajero le notificó la muerte de sus hijos, y luego al informarle que el Arca había sido capturada, Elí cayó y murió. (10) Por lo que leemos en Crónicas, el Tabernáculo fue removido de Silo y fue llevado a Gabaón, antes de la llegada de los filisteos, y allí estuvo hasta el tiempo del rey Salomón. (11) David hace un recuento de la historia del pueblo de Israel, mencionando que a pesar de que Dios los había llevado a la tierra prometida el pueblo fue rebelde y produjo la ira divina al establecer los altos y estatuas, que entonces Jehová abandonó el tabernáculo de Silo, para tiempo después escoger a Sion como el lugar de su morada, escogiendo a Judá en vez de Efraín. (12) El arca retornó pronto a Israel pero nunca más volvió a Silo, finalmente el rey David trasladaría el arca del pacto hasta Jerusalén, la nueva capital del reino. Los israelitas manifestaron repetidas veces que para ellos lo importante era el tabernáculo mismo, el lugar físico y visible, sin poner énfasis en la presencia de Dios y en hacer Su voluntad. No querían ser espirituales, ni someterse a Sus enseñanzas. El pueblo tenía confianza en el arca misma, no en lo que simbolizaba. Confiar en el lugar de culto demostró ser una confianza falsay vana que llevó a profanarlo. ¿No estará algo de toda esta confusión enturbiando nuestra relación diaria con nuestro Padre celestial? En la próxima: El Templo de Jerusalén; hasta entonces si el Señor lo permite. (1) Foto: Wikipedia (2) Éxodo 13:21,22; Números 14:14; Nehemías 9:12,19. (3) 1ª Corintios 10:5; Hebreos 3:8,17. (4) UN CAMINO EN EL DESIERTO Serie: “Gloria en Lugar de Ceniza” Parte II, por George H. Warnock, 1986 (página 32) (5) La Biblia y la Arqueología por Daniel Alejandro Flores (6) Génesis 49:10; Josué 18:1. (7) Jeremías 7:12-14. (8) 1º Samuel1:3-24. (9) 1º Samuel 1:22-36; 3:21. (10) 1º Samuel 4:13-18. (11) 1º Cónicas 16:39; 21:29; 2º Crónicas 1:3, 13. (12) Salmos 78:60-68.

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