Desde mi smartphone

La contemplaba maravillado, casi como alguno de mis antepasados milenarios veía que era posible iniciar el fuego a voluntad

22 DE JUNIO DE 2012 · 22:00

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Escribo este artículo en un teléfono celular, móvil como le dicen en España. Es un nuevo salto en mi carrera de escritor, impensable hace sólo unos cuantos años. Inicié escribiendo a mano, en hojas, folios les llaman en otras partes, que saturaba de tachaduras y rayones, porque no encontraba las palabras adecuadas que reflejaran lo que bullía en mi mente. Después pasé a teclear en una pesada máquina de escribir marca Olympia, la que cimbraba la mesa cada vez que cambiaba de línea. La guardo como pieza de museo, entre otras cosas porque escribía en ella mientras tenía en mis piernas a mi primera hija. Lugar que luego ocuparon sus hermanos. Con gran felicidad recibí el regalo de mi querido suegro, el gran Paul Byer: una máquina electrónica que entonces me pareció una maravilla que facilitaba considerablemente mi trabajo periodístico. Mi primera computadora, ordenador según su nomenclatura española, fue otro obsequio generoso de Paul Byer. La contemplaba maravillado, casi como alguno de mis antepasados milenarios veía que era posible iniciar el fuego a voluntad, mediante herramientas sencillas pero nunca antes usadas para ese fin. Con enormes sacrificios nos hicimos de una Laptop. Escribo en plural porque en tal aventura adquisitiva participó mi querida esposa y compañera de alocados proyectos, Bárbara Byer. Fascinado comencé a utilizar, sobre todo en los viajes, la pequeña Netbook, ligera, con pantalla de siete pulgadas y batería de larga duración. En ella puede escribir uno en cualquier rincón y enviar lo producido a la redacción de, por ejemplo, Protestante Digital. Me dicen que las llamadas tabletas son una maravilla, los enterados me recomiendan la Ipad. Pero tengo ciertas reticencias a usarla, sobre todo por cuestiones económicas: su costo me inhibe, tendría que sacrificar otros rubros de mi presupuesto por un buen tiempo. Ahora ensayo en el pequeño dispositivo del celular/móvil, que uso mientras hago antesala para participar en una reunión. El representante de la marca que estoy usando me dijo que el aparato es un smartphone. Espero que también el que esto escribe en el mencionado teléfono tenga algo de smart. De no serlo, entonces todo el mérito debe reconocérsele al smartphone.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Desde mi smartphone