El obispo Cazalla se hace luterano

El obispo Juan de Cazalla, hermano de María de Cazalla, además de ser un ferviente erasmista, también fue un alumbrado y luterano. Había sido fraile franciscano y cristiano nuevo, así como capellán del cardenal Jiménez de Cisneros.

29 DE JUNIO DE 2009 · 22:00

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En 1509 había estado combatiendo en la última cruzada contra los moros de Orán y escribió una detallada exposición de la captura en aquella ciudad,(1) Sobre 1520 Cazalla era un habitual en los círculos alumbrados y en 1521 él estaba con Francisca Hernández y Bernardino Tovar en Valladolid. En 1523 predicaba el iluminismo en Pastrana, siendo alojado en casa de Gerónimo de Olivares. En 1525 predicaría en Navarrete, donde llamó la atención de Antonio de Medrano, quien por entonces se había separado de Francisca Hernández en Valladolid. Por 1526, después de la dispersión del apostolado de Medina de Rioseco, Cazalla y Diego López Husillo, decidieron hacer obra de apostolado en el extranjero entre los moros, pero no pasaron de Portugal. Cazalla por estos años de 1526 escribió varios libros. Colaboraría con María Arias para escribir un Comentario de los Evangelios que ganaron las alabanzas de Felipe Melanchthon. En 1528 publicó “Lumbre del alma” un tratado “místico” que como el “Diálogo de Doctrina cristiana” de Juan de Valdés, fue suprimido por la Inquisición. Es sugestiva la reiteración que hace Bataillon sobre el obispo fray Juan de Cazalla, atestiguando de la participación de los “cristianos nuevos” en el iluminismo, siendo grandes difusores del evangelio iluminista (entiendo mejor “cristianismo evangélico”) al lado de su hermana María de Cazalla y Pedro de Cazalla, casado con Leonor de Bivero que no solo estaban dentro de la burguesía de Valladolid, sino también dentro de movimiento luterano. Las cosas empezaron a ir mal para el obispo Cazalla, cuando un joven franciscano, Francisco Ortiz comenzó a atacar a Erasmo en sus sátiras que emanaban del “Elogio de la locura” y donde muchos alumbrados y luteranos ponían de parapeto para ocultar sus doctrinas, que nunca incluían sátiras contra la Iglesias pero que Erasmo sería la puerta por donde entraban. En 1523 Ortiz había predicado sobre la vida de Erasmo, advirtiendo que tales ligerezas eran el condimento para las calderas del Infierno. Esto despertaría la ira de los erasmistas de Alcalá y establecería un intercambio de correspondencia entre Ortiz y Cazalla nada amistoso. Como Ortiz se uniera a Francisca Hernández, llenándola de alabanzas y considerándola la “nueva Susana”, este se hizo más exagerado frente a Erasmo y sus seguidores. Por esta causa, Cazalla escribirá a Ortiz, protestando contra el excesivo elogio hacia Francisca, cuando ni los apóstoles alabaron tanto al Señor Jesucristo, instando a Ortiz a considerar el honor y la reputación de su orden. Sin embargo Ortiz siguió en buena sintonía con Francisca y no cejó en sus hostilidades. El siguiente paso, en vista de las hostilidades, sería la delación a la Inquisición. En 1530, Francisca Hernández, denunciará a Cazalla de iluminismo y luteranismo. Según Francisca, Cazalla negó el valor del ayuno y las disciplinas, que el rezo oral y otros actos exteriores, como arrodillarse o doblar la cabeza, no eran necesarios. Estas acusaciones parecen, a simple vista, una teología luterana en sentido amplio como dirá Bataillon, sin embargo no es la teología de los sermones del obispo Cazalla o la del mismo Vergara que ya fue acusado en 1525 de unas conversaciones con el obispo Fonseca en las que se discutía si Dios podía llamarse “cuaternidad” o “trinidad”. Además del obispo Cazalla, alcanzarían las acusaciones de la criada de Francisca, María Ramírez (de mote Mala Ramírez) a los dos hijos de Leonor de Bivero, uno de ellos Agustín de Cazalla que había sido confiado al obispo Cazalla en Alcalá, quienes absorberían a temprana edad las doctrinas del alumbrado y luterano Bernardino Tovar. Así se refleja en las cartas que estos dos hijos escribían a su padre, Pedro de Cazalla, y de las que enterada Francisca, aconsejaría traer a casa a aquellos jóvenes antes de que sus mentes fuesen corrompidas por el iluminismo. Según el testimonio de María Ramírez, Pedro Cazalla hizo caso al consejo de Francisca. En 1533 el obispo, Juan de Cazalla, entraría en la lista de Diego Hernández acusado de erasmista y luterano, aunque es posible que el proceso del obispo ya llevase tiempo en marcha. En diciembre de 1534 el Fiscal de la Inquisición de Toledo hizo una breve referencia a este proceso del Obispo, pero Cazalla murió antes de ser completadas las pruebas. Bataillon dice que el obispo Cazalla ya había muerto antes del 3 de mayo de 1532 fecha del interrogatorio a María de Cazalla y cree que su muerte acaeciese por 1530.
1) Cisneros mandará a su capellán obispo Cazalla, relación detallada de los hechos que se imprimirá en Toledo. Desde aquí se difundirá a toda la cristiandad produciendo en todas partes gran impresión. Aparecerán publicadas otras historias debido al eco del acontecimiento. Cisneros casi enloquecerá de locura profética. “Siete años después, el Obispo Juan de Cazalla conservaba el recuerdo de las “imaginaciones casi locas” que se escapaban de su boca: anunciaba, en un plazo de doce años, la reconquista de Jerusalén, una renovación total de la cristiandad y su extensión hasta los confines de la tierra, y una reforma de la Iglesia por hombres espirituales, apostólicos y admirables a quienes la omnipotencia de Dios iba por fin a suscitar” (Bataillon, 1995, pág. 56)

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