El Superman del siglo I

Llegó el día esperado por los detractores de la religión cristiana. Unas excavaciones arqueológicas en Jerusalén revelaron que el origen de Jesucristo se debió a una producción literaria del año uno de nuestra era.

27 DE AGOSTO DE 2010 · 22:00

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De cómo pasó de personaje de ficción a ser venerado por seguidores en aquel siglo, es algo que se está investigando en la actualidad. Este hecho ocasionó un revuelo en toda la cristiandad. Se convocaron todas las confesiones cristianas del mundo en un congreso sin precedentes. Todos tuvieron acceso a las pruebas irrefutables de que Jesucristo no era más que un Superman del siglo I. La desazón y el desánimo se extendieron entre los fieles devotos. Las consecuencias no se hicieron esperar: todos los que ya no vieron compensada su desgracia y pobreza terrena con promesas eternas de un supuesto salvador se levantaron en armas contra sus opresores. El caos fue mundial. “¿Qué sentido tiene que vivamos con honestidad si quien creíamos que era Dios ni siquiera es hombre?” Lamentaban los decepcionados cristianos. Comenzaron el derribo y expolio de los templos por los mismos fieles, aumentó la delincuencia y la desesperación se apoderó de todos. Las autoridades cristianas se cuestionaron el futuro. Los más sensatos promovieron el “rompan filas” y que cada cual migrase del templo al hogar. Pero un amplio sector que se planteó qué destino dar a la población piadosa sin pastor, hasta entonces cristiana, reflexionaron la posibilidad de mantener la religión sin necesidad de Cristo. Así quedó dividida la cristiandad. El renombrado predicador Stwart Little habla de escisión histórica. Denominó “religiosos universales” a los que crearon una nueva religión manteniendo el mismo espectro teológico, pero sin Cristo. Para tranquilizar a las masas, los teólogos del tránsito a la nueva creencia lanzaron consignas que garantizasen la continuidad, como por ejemplo: LA FE PERMANECE, EL LÍDER NO. Después de varios meses de orfandad del hipotético Mesías, los creyentes más conformados contestaron a una encuesta del siguiente modo: - No notamos la diferencia. - ¿Cristo? ¿De qué me habla? - Ahora es todo más auténtico, sabemos que detrás no hay nada. Curiosamente se está viviendo un esplendor en la religión heredera del cristianismo, hasta el punto que los más críticos se cuestionan qué papel real representaba el Cristo histórico dentro de la institución religiosa. El otro grupo menos numeroso los componen los llamados “escépticos”, algunos de los que volvieron al hogar y que dudaron de la fiabilidad de los descubrimientos arqueológicos. No creyeron que hubiese buenas intenciones por parte de las autoridades. Siguieron creyendo en Jesús, y encuestados contestaron del siguiente modo: - Dentro de poco descubrirán que Bach no existió, ¿dónde esconderán su obra? ¿Cómo esconder todo lo que ha inspirado Jesús en los hombres a lo largo de la historia? - Ahora mi fe sólo es Jesús, en cualquier momento y en cualquier lugar. - Por fin hemos dado el esquinazo a los religiosos. Desde fuera se les reprocha el “aquí todo vale”, han cambiado el templo por el mercado, la plaza, el cine, el gimnasio, el hogar… afirman que lejos de no existir Jesús, ahora lo ven en más lugares.

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