Lena y Jimmy Jump: cara y cruz en Eurovisión

¿Qué diferencias hay entre Jimmy Jump y Belén Esteban? Menos de las que creen. La reinona de San Blas hace lo que sea para salir en la tele y ganar dinero. Y el boicoteador saltarín, resulta que hace lo mismo.

05 DE JUNIO DE 2010 · 22:00

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De acuerdo, a una la contratan en la cadena amiga, y el otro tiene que irrumpir de forma espontánea para conseguir sus minutillos de fama. Pero el resultado viene a ser el mismo: un tipo (o tipa) que molesta, que no aporta nada y que busca ganarse la vida. Nada más. Jimmy Jump (Jaume Marquet es su nombre original) cuenta en su currículum con numeritos en Roland Garros (ante el mismísimo Roger Federer), en la final de la Eurocopa de fútbol del 2004 entre Grecia y Portugal (en la que lanzó una bandera del Barça al entonces “tránsfuga” Figo hacia el Real Madrid), en un Barça-Madrid, en más de un partido de la Champions, en un gran premio de Fórmula 1 en Montmeló y hasta en una Copa del Rey de waterpolo (en la que jugaba el equipo de su ciudad, el CN Sabadell) donde llegó a lanzarse a la piscina. En la gala de Eurovisión este personaje “debutó” en el mundo de la música, ya que hasta ahora se había limitado a los deportes, cuando llegó a estar 20 segundos al lado de Daniel Diges y sus bailarines, que no perdieron la compostura en ningún momento. El pobre Diges (que ya tenía pocas opciones con una floja canción para mi gusto), al menos, tuvo la opción de repetir su actuación cuando todos los demás participantes hubieron acabado. Eso sí, en ese momento el continente ya había comprobado la calidad de temas de países como Dinamarca (aunque con algo de plagio a los Police, musical y estéticamente, que el cantante era Sting ¡en 1979! y el tema sonaba a Every breath you take), Turquía, Bélgica, Ucrania, Rumanía o Alemania (la que al final se alzó con el triunfo), por lo que Diges sólo tuvo el “honor” de ser el primer participante en actuar dos veces en una final eurovisiva sin ser el ganador. No crean, hablar de Jimmy Jump da pereza: desde un punto de vista televisivo, agradezco la presencia de personajes outsiders, gente que se las ingenia para aparecer cuando menos te lo esperas. Así, en España tenemos al Mocito Feliz, ese malagueño que chupa plano en centenares de ocasiones, ya sea detrás de algún corresponsal, de la Pantoja o de un ministro. Pero el Mocito (del que hablaremos en otra ocasión) es un artista, con una capacidad para llamar la atención sin boicotear nada. Jimmy Jump, en cambio, no es un outsider, no cae bien y no consigue nada más que entorpecer el trabajo de los demás. Para eso ya están los clásicos espontáneos que saltan a un campo de futbol, que arrancan una sonrisa y hala, para casa tras los quince segundos de gloria. Pero Jimmy Jump no tiene nada de espontáneo, ya que se desplaza por todo el continente (y en el caso de Eurovisión, hasta anunció en Facebook su presencia en Oslo) y sale a hacer su numerito. ¿Con qué objetivo? La verdad es que es un misterio, pero está claro que alguien le paga al chaval sus viajes, sus gastos y sus multas (en Noruega ha salido barata la cosa, 1.800 euros, pero una de sus últimas trifulcas se saldó con 60.000 euros de sanción). ¿Es hijo de un millonario y está aburrido de la vida? Más bien no. La verdad es que se nutre de donativos y vende camisetas a través de su web, aunque también hay quien comenta que cuenta con algún patrocinador, algo que no he podido comprobar. Él dice que sólo quiere arrancar una sonrisa y divertir a la gente. Pues lo siento, pero la sonrisa me la arranca Mocito Feliz, no él. Más allá del boicoteador cutre, la televisión noruega consiguió ofrecer una de las mejores galas de Eurovisión que recuerdo. De entrada (aunque eso es mérito de los países participantes), por el gran nivel de muchas de las canciones (el tema español sí que quedaba como “algo pequeñito” y de ahí ese 15º lugar sobre 25 participantes), pero después por el gran sentido del humor de los presentadores y por el montaje general. Antes de empezar las votaciones se vivió un momento estelar, con conexiones simultáneas en distintas ciudades europeas donde se llevaba a cabo una especie de coreografía colectiva (en calles y hogares) con una canción de Madcon (al más puro estilo flashmob, es decir, reunir a un gran grupo de personas para llevar a cabo un baile, una guerra de almohadas o lo que sea), superando el toque algo ñoño o costumbrista de ediciones anteriores. Y gracias a la desaparición de la publicidad en
TVE pudimos disfrutar de los buenos intervals creados por la tele nórdica, aunque José Luis Uribarri (que volvía al festival tras no formar parte en la presentación de la edición del 2009) se obstinara en no dejar de hablar (para no decir casa nada) y chafarnos los comentarios de los presentadores noruegos. Que ya se sabe, que al hablar en inglés nadie en España lo iba a entender, debió pensar el veterano presentador. La verdad es que Uribarri sólo estuvo pendiente de lo guapas que eran las concursantes y las portavoces de los jurados (más de un comentario era de vergüenza ajena, por no decir de viejo verde. O mejor dicho, de andamio de obra) y de presumir sobre sus aciertos acerca de si Dinamarca va a votar a Noruega o si Armenia lo hará con Azerbayan (eso sí, cuando Portugal y Andorra, el año pasado, dan puntos a España, nadie se queja). Muy pesado, vaya, y más teniendo en cuenta que con una chuleta estadística eso lo acierta hasta mi hámster. Y al final, pasó como en el fútbol, que juegan once contra once y gana Alemania, nada sospechosa de influencias vecinales y con un tema muy bueno interpretado por una chica de voz algo Björk (y eso es un piropo) y nada de coreografía ni tipos disfrazados haciendo coros o bailecitos. La lección de la noche la dieron, pues, la jovencita Lena (a la que, por cierto, Uribarri calificó de Lolita y de la que dijo que parecía que estuviera cantando en un karaoke) y los noruegos con ese fabuloso flashmob. Y Jimmy Jump, pues que se busque otro trabajo, que éste ya cansa un poco. FLASHMOB EUROVISION 2010: LENA:

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