Elección del sexo del embrión

En 1980 nació en Estados Unidos el primer bebé del mundo cuyo sexo había sido elegido de antemano mediante la técnica de la diferenciación cromosómica.

13 DE FEBRERO DE 2010 · 23:00

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Este método permite separar los espermatozoides portadores del cromosoma X de los que llevan el cromosoma Y, ya que entre ambos tipos existen diferencias de movilidad, densidad y cargas que presenta la membrana celular. Por medio de una tinción con determinados colorantes, como el hidrocloruro de quinacrina, con posterior centrifugación y electroforesis, es posible activar unos espermatozoides por encima de los otros. Si se potencian los gametos X sobre los Y, el cigoto obtenido será XX y dará origen a una niña; si, por el contrario, se potencian los espermatozoides Y, el cigoto será XY y formará un varón. La discriminación sexual a que pudieran dar lugar tales prácticas resulta obvia, sobre todo en aquellas culturas en que las mujeres son tratadas como si fueran seres inferiores al hombre o en las que los hijos varones se ven, de algún modo, como una garantía para el futuro de los padres o de la familia. En tales ambientes los abusos contra embriones de sexo no deseado podrían llegar a ser desastrosos desde el punto de vista ético e, incluso, alterar el equilibrio numérico entre los sexos. En oposición a la elección del sexo para evitar segregaciones, se han manifestado muchas organizaciones por todo el mundo. No obstante, tales objeciones desaparecen cuando existe una causa hereditaria grave. En efecto si, por ejemplo, todos los hijos varones de un matrimonio nacen con una seria tara genética, es lógico y ético que los padres deseen o procuren concebir niñas en lugar de niños, ya que éstas no padecerán la enfermedad. Así se expresaba el primer convenio internacional sobre bioética de Oviedo: "Se impide la fertilización in vitro para la elección del sexo de los hijos, salvo cuando ésta sirva para evitar enfermedades hereditarias graves" (El País, 05.04.97). No hay nada malo en desear tener un hijo o una hija pero lo que sí puede resultar traumático es obsesionarse con la condición sexual del bebé. Cuando los padres no aceptan el sexo del hijo pueden provocarle problemas psicológicos que le afecten durante toda la vida y repercutan, lógicamente, de manera negativa en las relaciones paterno-filiales.

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