Artista: Copeland; Disco: You´re my sunshine (Tooth and Nail records, octubre 2009).

Si bien es un sello discográfico centrado en apoyar potentes grupos de punk y hardcore, Tooth and Nail también puede presumir de sorprender cada cierto tiempo con apuestas arriesgadas, inclasificables y alejadas de lo que se espera de ellos: contundencia, sonido crudo y profecía urbana, como solemos encontrar en sus excelentes recopilatorios anuales "/>

La emotividad de Copeland

Artista: Copeland; Disco: You´re my sunshine (Tooth and Nail records, octubre 2009).

Si bien es un sello discográfico centrado en apoyar potentes grupos de punk y hardcore, Tooth and Nail también puede presumir de sorprender cada cierto tiempo con apuestas arriesgadas, inclasificables y alejadas de lo que se espera de ellos: contundencia, sonido crudo y profecía urbana, como solemos encontrar en sus excelentes recopilatorios anuales

05 DE DICIEMBRE DE 2009 · 23:00

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Cabe decir que, vista la disparidad de estilos y el empeño en sacar discos con los que incluso pueden perder una cantidad de dinero importante (pues el sello está presente no sólo en Internet y en tiendas especializadas, sino que además participa en festivales musicales como el Vans Warped Tour, con el riesgo añadido que conlleva la organización de conciertos), algo deben tener las bandas con las que trabajan para invertir en ellas dejando a un lado el género musical que practiquen. Tooth and Nail fue fundado en 1993 en California, por Brandon Ebel, aunque su andadura real comienza al trasladarse a Seattle, en Washington. Ahí es cuando se lanzan los trabajos de verdaderas bandas de culto, de altísima calidad: Frodus, Stavesacre, Wish for Eden, Value Pac, y los que dieron fama mundial al sello: P.O.D. con su disco Fundamental Elements of Southtown, con ese sonido que los
 
situó a la altura de los mismísimos Deftones y Limp Bizkit, en una época en que este estilo musical, llamado nu-metal, cuyos antecedentes se sitúan en Faith no More, Korn y Fear Factory, estaba completamente de moda. Ozzy Osbourne, miembro clave de Black Sabbath, dio transcendencia y propaganda al estilo musical, y hasta algo de seriedad, creando el festival itinerante Ozzfest, que cada verano llevaba de gira a estas y otras bandas que a día de hoy no tienen el impacto de entonces. Pero más allá de ser un referente en un sub-estilo musical cuyo impacto actual se resume en formar parte de la banda sonora de la última película de terror adolescente de turno, lo que hace singular a Tooth and Nail Records, y aquí concluimos este pequeño homenaje, es que nació con el propósito de, en palabras de su fundador “permitir a los artistas que son cristianos crear su arte”. Tooth and Nail nace como apoyo a artistas cristianos, pero no con el fin de crear una subcultura (llamémosla música underground) dentro de otra subcultura (la fe cristiana), sino la de apoyar a artistas con sus creencias y animarles a entrar en una industria musical difícil (pero donde se pueden lograr grandes cosas), creándose un elemento de integración, una oportunidad de tener voz en el mundo. Para ello, vale el mismo sello discográfico, la revista Alternative Press, los sub-sellos Solid State Records, o Plastiq Musiq (de música electrónica)… algunas de las bandas formadas por cristianos, que practican una música muy distinta a la que se atribuye a los cristianos (rock, hardcore, hip-hop en
lugar de ese folk facilón al que se llama Contemporary Christian), encuentran así un espacio donde crear, una oportunidad de llegar a lugares que por sí solas no alcanzarían (como la estantería de un Wal-Mart, por ejemplo), y lo más importante, el apoyo de una discográfica potente. A día de hoy, la sección de música cristiana de EMI participa en un 50 % de las actividades y acciones de Tooth and Nail. Esto, para el lector de Protestante Digital que no conoce hasta qué punto los artistas de fe cristiana tienen voz en los Estados Unidos, y se les considera personas normales, puede sonar a una frikada, pero puedo asegurar que no es así; allí puedes tener tus creencias (y hasta ser ateo si quieres) y a la vez escribir tu libro, grabar tu disco, exponer tu obra… sin que nadie se rasgue las vestiduras, te llame partidario del régimen, y te acuse de paso de politizarlo todo y de meter a la iglesia donde nadie la llama… allí los cristianos son respetados y están perfectamente integrados en la sociedad (dicho así suena a que estoy describiendo a ex-presidiarios)… puede que se deba a que allí no es ningún delito ni síntoma de falta de inteligencia ser cristiano. Sencillamente es algo que se respeta, se escucha, se considera, y no se intenta “esconder” bajo la excusa de la “intimidad”. A veces los americanos tienen cosas buenas. Esta es una, junto a la capacidad indudable de su sociedad de auto-regenerarse. En este caldo de cultivo aparece un grupo llamado Copeland, que más allá de (o además de) intentar ser coherentes con su fe y su arte, cumplen con un alto grado de calidad musical. Su fe les permite avanzar, esquivar las poses forzadas, y a la vez no pretenden imponer nada. Tan sólo hablan de lo que les parece importante, de lo que creen que da sentido a sus vidas y a su obra inmediata. Pérdida, amor y dolor a flor de piel es lo que nos ofrecen, con una sencillez demoledora:
Back to where we started, Losing who we were, Everybody knows that, You’d break your neck to keep your chin up. (Volver a donde comenzamos Perdiendo lo que fuimos Todos saben que Te has matado con tal de no perder el ánimo) (Chin up) And the children getting younger as we pass, They couldn´t make you turn back. (Y los niños se vuelven más jóvenes a nuestro paso No podrían hacer que volvieses atrás) (To Be Happy Now)
El paisaje de Copeland es el de un jardín trasero y amplio en un país del norte, de árboles majestuosos y silenciosos, quizá con manchas de flores de almendros, y un pequeño cobertizo en el que refugiarse en los días de lluvia; contemplando las inclemencias del tiempo junto a un té de rosas, y una delicada e inofensiva intención de desaparecer.
Your fireproof heart was never wasted, And steady all the while, or so you say. (…) By the time you´ve found you way, You´ve gotta run right back to the start. Don´t think you´ve lost, You´ve gotta run right back to the start. And when you finally think it´s gone, You´ve gotta run right back to the start. (Tu corazón a prueba de fuego nunca se perdió, Preparado todo el tiempo, o eso dices. En el momento en que encontraste tu camino, Tendrás que correr atrás hacia el principio. No pienses que estás perdido, Tendrás que correr atrás hacia el principio. Y cuando pienses finalmente que se acabó, Tendrás que correr atrás hacia el principio.) (The Grey Man)
Las letras de Copeland nos hablan continuamente de volver atrás, de la oportunidad repetida varias veces a lo largo de la vida de deshacer lo andado y tomar nuevas sendas. No reniegan de las consecuencias, pero desde aquel primer disco, Beneath Medicine Tree (2003), desgranan en sus emotivas canciones, hasta el agotamiento, la necesidad y el anhelo de la transformación, del cambio de la manera de vivir.
And now there´s nothing left to say to change your mind. And if you´re are unhappy still, I will be hanging on your line should you return. Should you return, should you return. (Y nada queda ya que decir para cambiar tu mente. Y si todavía eres infeliz, Estaré ayudándote a mantener el equilibrio, Deberías volver, deberías volver.) (Should you return)
Para ser una sociedad tan occidental y tan partidaria de la evolución, somos seres que nos hemos conformado a no cambiar las cosas, a no evolucionar, a ver el avance como algo demasiado complicado, o por lo menos algo que da mucha pereza. Pero de vez en cuando hay personas como los componentes de Copeland que se rebelan contra esta actitud de permanecer quietos, y se reinventan a sí mismos con cada lanzamiento. Con su EP de versiones de Billy Joel y Phil Collins entre otros, ya nos lo decían: Know Nothing Stays the Same, es decir, que ninguno somos inmutables. Con su segundo larga duración, In Motion, trataban de crear una melodía completamente nueva en cada canción. Eat, Sleep, Repeat (2006) es una incursión en un terreno más melódico. Editaron en el 2007 rarezas y versiones (incluyendo una espectacular del Black Hole Sun de Soundgarden) bajo el título Dressed Up & In Line, y en el 2009 sacaron el EP The Grey Man, cuya frase You’re my Sunshine da pie al disco que recomendamos, su último trabajo. Para reinventarse hay que girarse y ver lo que se ha recorrido hasta ese momento. No se puede avanzar, ni pasar de la efervescencia adolescente a la edad adulta sin mirar a la niñez. O eso nos dicen estos músicos que a veces suenan a Coldplay, otras a Sigur Rós, pero a los pocos segundos de identificar estas referencias cercanas, se convierten en un sonido propio y fresco. O más que fresco, húmedo. El último golpe de efecto, el último cambio en sus vidas, ha sido el anuncio reciente (hace apenas unas semanas) de la separación de la banda tras nueve años de carrera, para seguir caminos diferentes. No es la primera vez que se me rompe el corazón, pero sigue doliendo cada vez como la primera. Escrito por: Daniel Jándula CANCIONES: - Chin up - To Be Happy Now

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