Artistas: DAMIEN RICE, PRISCILLA AHN, DAWN LANDES.

Pasaron los 4, 5 años de Universidad, y de repente apetece algo más de sosiego. Como cuando tras un verano de mucho arriba-y-abajo no hay inconveniente en sacar la chaqueta del armario y rebajar el ritmo al marcado por las tardes de otoño. 22, 23, 24 y poco a poco parece que tampoco la música necesariamente tiene que tener siempre un bombo de batería marcando claramente el ritmo. Tomarse espac"/>

El nuevo ‘folk urbano’ y la introspección

Artistas: DAMIEN RICE, PRISCILLA AHN, DAWN LANDES.

Pasaron los 4, 5 años de Universidad, y de repente apetece algo más de sosiego. Como cuando tras un verano de mucho arriba-y-abajo no hay inconveniente en sacar la chaqueta del armario y rebajar el ritmo al marcado por las tardes de otoño. 22, 23, 24 y poco a poco parece que tampoco la música necesariamente tiene que tener siempre un bombo de batería marcando claramente el ritmo. Tomarse espac

26 DE SEPTIEMBRE DE 2009 · 22:00

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Empezó con la curiosidad por Dawn Landes, voz francesa de Louisville que suena a ´boheme parisiene´. Me enganchó el aire de Dawn´s Music (2005), y el disco envuelto en cartón
 
acabó en casa. Para ser honestos, musicalmente el álbum era sencillo, incluso justito de recursos, pero el registro, las melodías y el ambiente me intrigaban. “I think I reduced to these crazy shoes you wore that day”, cantaba Dawn en “Scars”. El mensaje ´average´ total, historias del día de ayer, sin aspiraciones mayores. Unos meses después, su voz desapareció en la mini cadena de mi compañero de piso filósofo (que por entonces también la había descubierto), en una de esas situaciones en las que dejar un disco se convierte en un regalo si no eres suficientemente hábil para recuperarlo. Lo próximo fue “Once”, película de la que muchos nos hemos quedado con la canción que hila el trailer. Glen Hansard y Marketa Irglová interpretan su propia composición: una voz siguiendo los arpegios del piano, la segunda voz que se añade cercana. El dramtismo del coro, las voces de él y de ella invertidas, en falsete él, en el registro grave ella: “Falling slowly sing your melody, I´ll sing along”. Como con Landes, también aquí esa intimidad de la rutina de una vida cualquiera, las historias personales, la música que crece sin llegar a un clímax, sencilla pero sorprendentemente empática. Y las
personas destacando por encima de cualquier artificio de guitarras, baterías y estruendos. Damien Rice, Paolo Nutini, Joe Brooks y Regina Spektor llegaron más recientemente. Todos con el mismo tipo de sonido acústico, con voces muy, muy enganchadas al micrófono, homenajeando a la música folk pero intentando sacarla del ambiente rural. Una línea de compositores de cartón-piedra, de papel y tijeras, verdes, rojos y marrones apagados. Mucho dibujo neo-hippie en las portadas de los álbumes. Sol de invierno y luz natural colándose por detrás del artista en los clips en alta definición de Vimeo. Como en “Once”, es música perfectamente seleccionable para directores de películas sobre historias cruzadas (Rice en “Closer”, Regina Spektor en “500 days of Summer”). Pero pese a su considerable conexión con un amplio público, la única ambición parece
 
estar en seguir ilustrando trozos de vida. Hay algo en toda esta ola de ´urban folk´ que lleva hacia atrás, hacia tiempos pasados. No a décadas atrás, sino a épocas pasadas de una vida. Muchos de estos artistas transmiten la sencillez frente al artificio de la desgastada cultura pop caricaturizada en Lady Gaga. Suenan a vuelta a empezar, a redescubrir las 7 notas reales, las melodías simples. Han educado a su público a no desesperar si en una canción la voz se hace de rogar, o la melodía no acaba de encontrar un ritmo claro. Es una forma de enteder la música y la vida, que apunta hacia adentro y descubre como las ideas suenan en formato acústico, sin ruidos que tapen la realidad. Es el atreverse a mirar directamente a los ojos a la rutina del día a día, fijarse en los detalles que le dan forma. Y lo dicho, tomarse un tiempo para mirar atrás, recapitular, preguntarse qué valores se quedaron por el camino hasta ahora, y qué esperanzas infantiles se diluyeron. Reconocer como Damien Rice en “The blower´s daughter” (O, 2002): And so it is the shorter story no love no glory no hero in her skies O como la recién aparecida Priscilla
Ahn, en “Dream” (A Good Day, 2008): I was a little girl alone in my little world who dreamed of a little home for me. I played pretend between the trees, and fed my houseguests bark and leaves, and laughed in my pretty bed of green. Long walks in the dark through woods grown behind the park, I asked God who I´m supposed to be. The stars smiled down on me, God answered in silent reverie. I said a prayer and fell asleep. I had a dream That I could fly from the highest tree. I had a dream. Now I´m old and feeling grey. I don´t know what´s left to say about this life I´m willing to leave. I lived it full and I lived it well, there´s many tales I´ve lived to tell. I´m ready now, I´m ready now, I´m ready now to fly from the highest wing. I had a dream. Artistas y composiciones que no rehuyen preguntarse sobre los porqué de los destellos vistos en lo que va de experiencia. Curioso en todos ellos es que la mayoría no llegan a los 30 años, y sin embargo ya expresan el deseo de revisar y reorientar sus vidas. Dejar atrás la adolescencia ´versión extendida´ para preguntarse preguntas simples. A dónde voy. Qué ha sido de mi vida hasta ahora. Qué he perdido por el camino. Deseos de una generación que empieza a huir del ruido para esconderse en algún lugar honesto, en el que intentar recordar en qué punto se ahogaron sus propios sueños. En qué punto dejaron de creer en algo más. En qué punto las apariencias se comieron nuestra identidad. Y la luz artificial sustituyó a la que siempre había estado allí. Escrito por: Joel Forster

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - 33RPM - El nuevo ‘folk urbano’ y la introspección