Cuando lo urgente no deja ver lo importante

Ocurrió antes del periodo de vacaciones. Estaba terminando ya la revisión de una paciente y al despedirse me pidió: –Ya sé que mi marido no es paciente suyo, pero ¿me lo podría ver, que tiene una tos rara?

12 DE SEPTIEMBRE DE 2009 · 22:00

,
Le expliqué que eso era cosa del neumólogo, pero para adelantar algo le pedí una placa de tórax; allí apareció entonces una imagen con muy mal aspecto. Las cosas no fueron bien, a pesar del tratamiento que le pusieron; el cáncer estaba muy avanzado, pero aquel matrimonio me quedó agradecido por haberle atendido en el mismo día. Cada vez que la mujer venía a revisión me iba contando cómo los acontecimientos se iban deslizando cuesta abajo. Un día, al despedirme de ella, me dijo: –¿No podría venir a ver a mi marido? Ya sé que no hay nada que hacer, pero él aprecia mucho hablar con usted. –Sí que iré– le dije sin dudar, pero pasaron los días y las semanas y no tuve forma de ir. Y vino otra vez a revisión y al marcharse me dijo con una sonrisa disculpadora: –Sé que anda usted siempre muy ocupado y por eso no ha podido venir a casa a estar con mi marido, pero ¿no podría hacer un hueco y venir junto a él un momentito? Se lo agradeceré mucho. –Perdóneme– le dije –de verdad que quiero ir, y no dejaré de hacerlo. Era sincero; quería ir, pero un día por otro, una cosa importante por otra, me habían impedido tener un momento libre para cumplir con mi compromiso, pero malo sería que una tarde no pudiese hacer una escapada. La señora volvió un día a la consulta y me dijo con el mismo gesto cortés que me disculpaba: –Doctor, ya no es necesario que venga. Venía de luto. Me sentí fatal, me avergoncé de mí mismo. ¡De cuántas cosas “inaplazables” podía haber prescindido! ¡Cuántas cosas “importantes” podrían haber esperado para dejar paso a mi visita a su marido! Ahora que comienza de nuevo el ritmo frenético de lo que entendemos como nuestra vida normal, deberíamos preguntarnos¿en dónde tenemos nuestras prioridades? ¿En cuántas cosas gastamos tiempo sin que merezcan definitivamente la pena? ¿Cuántas cosas verdaderamente importantes se presentan ante nosotros aguardando que las abordemos… y las dejamos pasar irremediablemente? Y entretanto, nos agobiamos por otras que ni vienen ni van ni dejarán nada definitivo en nuestra vida.
Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría

(Sal 90.12)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ollada galega - Cuando lo urgente no deja ver lo importante