“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla; y al que llama, se le abrirá”
Mateo 7:7

Hace poco un buen amigo me dijo algo así como que a veces los problemas levantan tal nube de polvo en el camino que nos ciega y no deja p"/>

De ciego a ciego

“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla; y al que llama, se le abrirá”
Mateo 7:7

Hace poco un buen amigo me dijo algo así como que a veces los problemas levantan tal nube de polvo en el camino que nos ciega y no deja p

04 DE ABRIL DE 2008 · 22:00

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Y al oír estas palabras recordé así, a voz de pronto, aquella historia que mi madre me contaba algunas noches antes de irme a dormir. Aquella en la un pobre ciego yacía en el suelo esperando la caridad de los demás. Aquella en la que un tal Jesús escupió en el suelo y con su saliva hizo un poco de lodo, que después untó en los ojos de aquel pobre ciego. Este tal Jesús le mandó al mendigo que se lavara en el estanque se Siloé y, tras obedecer, el ciego recuperó la vista. La gente que vio aquello no daba crédito a lo ocurrido… ¡el ciego podía ver! (Juan 9:1-11) Y al recordar esta historia pensé en todas las ocasiones en las que han surgido dificultades o conflictos y la nube de polvo ha ensuciado mis ojos sin dejarme ver la vía que debo seguir. Entonces también recordé aquellas veces en las que me senté esperando la solución de mis problemas. Esperando un poco de caridad de aquellos que pasaban por mi lado, quizás. Pero ese tal Jesús no sólo le dio la vista a aquel ciego que mendigaba; también me la dio a mí. Y es que a menudo es necesario el polvo, son necesarios los conflictos y las trabas, para que dejemos que ese Jesús escupa en el suelo y haga lodo para que nuestros ojos puedan ver. Jesús puso el lodo en tus ojos al morir clavado en una cruz. Y ahora, de ciego a ciego, ¿y si dejamos de pensar en el polvo y damos el paso de lavarnos en el estanque de Siloé? “Otra vez Jesús se dirigió otra vez a la gente, diciendo: –Yo soy la luz del mundo. El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” Juan 8:12

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