Babel en Chiapas

En el verano la antigua capital de Chiapas, San Cristóbal de Las Casas, es una sucursal de Babel. Lo mismo se topa uno con indígenas lacandones, tzotziles y de otras lenguas, que con turistas de todas partes: del norte y centro de México, España, Italia, Alemania, Francia, Canadá, Estados Unidos y un larguísimo etcétera. Apenas conversa uno con los visitantes, o les escucha cambiar pareceres entre ellos, y pronto sale a flote su interés por conocer directamente el territorio donde en 1994 surgió

25 DE AGOSTO DE 2007 · 22:00

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Abundan quienes llegaron atraídos por crear agrupaciones de solidaridad con los indígenas sublevados, se quedaron y les ha sucedido lo que a Mascarita, el personaje de la novela El hablador, de Mario Vargas Llosa. Mascarita transita del mundo universitario urbano hacia una realidad totalmente distinta, la de pasar a formar parte de un grupo indígena semi nómada, el de los machiguengas. Se trata de una historia de conversión. Y eso es lo que les ha sucedido a muchos hombres y mujeres blancos llegados a Los Altos de Chiapas de países que suelen llamarse desarrollados, se han convertido a lo que ellos creen son los indígenas. Porque los pueblos indios son mucho más diversos que las construcciones imaginarias que hacen de los mismos tanto el progresismo de izquierda como el conservadurismo de derecha. Después de 1994 se dio un ruidoso boom de artículos, reportajes, documentales y libros sobre Chiapas. Por desgracia un alto número de esos afanes explicativos fueron producidos al vapor, realizados por súbitos “chiapanólogos” que simplificaron hechos intrincados y con profundas raíces históricas y culturales. Una de las cuestiones que descubrió la opinión pública nacional e internacional fue que en Chiapas el cristianismo evangélico alcanzaba, sobre todo en las regiones indígenas, porcentajes, en algunos municipios, de entre cinco y casi diez veces la media nacional, que según el Censo General de Población del año dos mil fue de cinco por ciento. Se levantaron voces de uno y otro lado que casi con pánico se lamentaban de que “nuestros indios hubiesen abandonado su religión tradicional para irse a una religión contraria a la idiosincrasia de los mexicanos”. Pulularon construcciones imaginarias de lo que habían sido las comunidades indígenas antes y después de la Conquista española. Pocos se preocuparon por buscar los estudios y explicaciones que dieran cuenta de la sinuosa y rica historia de los pueblos indios chiapanecos. Prefirieron ser caja de resonancia de juicios ahistóricos, del tipo que trazaba una línea de continuidad inalterada entre los indígenas prehispánicos y sus descendientes de finales del siglo XX. En su ímpetu edificaron teorías románticas de los indios de carne y hueso, creyeron haberse topado con vestigios antropológicos vivientes y libres de la contaminación de Occidente. El entusiasmo les llevó a celebrar que habían hallado al buen salvaje perfilado por Jean-Jacques Rousseau en el siglo XVIII. Para su desencanto la realidad es más intrincada que sus deseos. Celebro que tantos viajen a Chipas para encontrarse con la otredad, para compartir su tiempo con otros seres humanos cuyo contexto social es en extremo contrastante con el de los visitantes de naciones ricas. Pero al mismo tiempo es necesario decir que el solo contacto personal, sin acompañarlo de coordenadas que nos permitan situarnos ante el nuevo horizonte, puede llevar a mal entendidos y esquematizaciones injustas para con las colectividades que buscamos comprender. Para contribuir al ejercicio de entender la multicolor situación de Chiapas opto por recomendar herramientas construidas cuidadosamente por algunos investigadores, quienes en lugar de plasmar sus prejuicios se fueron por una senda más larga pero que es más fructífera, la de preguntar y buscar con paciencia las respuestas que no tan fácilmente se pueden extraer del objeto de estudio. De las pilas de libros sobre Chiapas recomiendo ampliamente cuatro. Del historiador Juan Pedro Viqueira su Encrucijadas chiapanecas: economía, religión e identidades (Tusquets Editores, 2002). Es una obra al mismo tiempo erudita y que se lee casi como una novela. El autor reconoce que llegó a Chiapas con ideas preconcebidas que debió abandonar cuando se topó con la terca realidad, “Fueron las repetidas expulsiones indígenas (sufridas por los protestantes, CMG) del municipio de Chamula las que pusieron fin a mi conocimiento y pereza intelectuales y me obligaron a mirar con más detenimiento, con más agudeza, la realidad de las comunidades indígenas actuales y a cuestionar ciertos lugares comunes sobre el relativismo cultural y las reivindicaciones identitarias”. Viqueira acierta en su óptica que mira la diversidad indígena y renuncia a canonizar solamente una identidad en detrimento de las otras. El mismo Juan Pedro Viqueira coordinó, junto con Mario Humberto Ruz, un excelente volumen titulado Chiapas, los rumbos de otra historia (UNAM-CIESAS-CEMCA-UdeG, 1995), en el que se brinda una rica y documentada visión panorámica desde la época prehispánica hasta finales del siglo XX. La intención de la obra es hurgar en las complejidades chiapanecas para hacerlas más nítidas a los lectores. Su acercamiento queda explícito cuando dicen: “… no pretendemos inscribirnos en la corriente teórica de la escuela culturalista estadounidense –que hizo furor a mediados de siglo y sigue vigente aún en muchos estudios contemporáneos- que busca elementos comparativos para invocar continuidades inamovibles entre los pueblos indios chiapanecos, a los cuales se emplea como meros referentes para explicar los ‘enigmas’ de la gloriosa civilización maya prehispánica. Nada más lejos de nuestro ánimo. No consideramos a tales pueblos como entidades petrificadas en la historia, pasmadas en un profundo sueño hibernal tras el brutal aguijonazo que significó la conquista española (como si se tratase de una versión local del cuento de la bella durmiente); intentamos proporcionar elementos que expliciten su peculiar dinámica de transformación y sus deseos de permanencia, balance gracias al cual han logrado trascender casi cinco siglos de dominio”. Por medio de historias de vida Jan de Vos nos cuenta en Una tierra para sembrar sueños. Historia reciente de la Selva Lacandona, 1950-2000 (Fondo de Cultura Económica-CIESAS, 2002), los anhelos, proyectos y logros o fracasos de quienes fueron poblando la región de Chiapas de la que se ocupa en su estudio. Lo hace de forma brillante y cautivadora. Jan considera que la también llamada Lacandonia ha sido una especie de laboratorio social, y que lo ahí acontecido en la segunda mitad del siglo XX tiene lecciones de alcances globales: “En ninguna otra región del país hubo cambios tan profundos y tan drásticos en por lo menos seis ámbitos de la vida humana. La migración campesina, la degradación del ambiente, la movilización popular, la radicalización religiosa, la efervescencia política y la insurgencia armada: en La Lacandona se dieron más que en cualquier otro lugar de la República. Precisamente por llevar la delantera en esos seis renglones, la región llegó a ocupar el centro del escenario nacional. Antes marginada y poco atendida, cobró de pronto una relevancia que por mucho ha rebasado las fronteras mexicanas”. Finalmente, para el tema del panorama religioso de Chiapas, sus antecedentes y estado actual, es de gran utilidad Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas. Intereses, utopías y realidades (Carolina Rivera Farfán, María del Carmen García Aguilar, et. al., UNAM-CIESAS-Gobierno de Chiapas-Secretaría de Gobernación, 2005). Estudio que da cuenta de la pluralidad confesional existente en la entidad, sus raíces, actitudes de distintos sectores hacia la mutación religiosa, los ciclos de la persecución contra los indígenas evangélicos y su localización geográfica. La investigación toma distancia de la Teoría de la conspiración y pone el acento en los factores endógenos que han transformado el campo religioso chiapaneco. Los libros mencionados son un buen antídoto para contrarrestar el virus de la simplificación, porque ahondan en la realidad de las comunidades indígenas y su creciente pluralización que muchos quisieran extinguir por decreto.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Kairós y Cronos - Babel en Chiapas