Carta a un amante tardío (Conclusión)"/>

Retrasos y ahoras

¿Cómo corregir los errores que el pasado convirtió en piedra? Querido amigo, no sufras más por lo que no tiene ya remedio. Seguiremos rogando a Dios para que irrumpa en las laderas yertas donde se cobija el segador de vidas y le obligue a enfundar su guadaña. Porque tu esposa es joven todavía para presentársela a la muerte. Carta a un amante tardío (Conclusión)

19 DE MAYO DE 2007 · 22:00

,
De regreso, surcamos de nuevo el fresco túnel de álamos y acacias. Lo hicimos en silencio, inspirando el húmedo olor del campo. Fue en ese momento cuando mi corazón compuso una antología de agradecimientos que ahora quiero desgranar: Debo darte las gracias, amigo, por entender que nosotros podemos orar, pero es Dios quien debe obrar. Te agradezco por comprender que la oración es un ruego y no un arma de presión. Gracias por compartir la certeza de que Dios contesta a la oración pero no admite la imposición. No podemos torcer el brazo al Soberano para que suelte el milagro. Gracias por entender que a veces el silencio de Dios es su más acertada respuesta; por permitir que el cincel del Gran Artífice esculpa tu vida a través de procedimientos, en ocasiones, extremadamente duros. En el jardín de aquella residencia y en aquella cruenta escena de amor en el atardecer de una vida, aprendí valiosas lecciones. Sí, amigo, tú me las enseñaste. Me mostraste que hay cosas que deben ser dichas hoy y no admiten demoras. Al posponerlas corremos el riesgo de enterrarlas. Hay retrasos irreparables. La misiva que nos envía un corazón amante debe ser contestada ahora. Responder mañana es hacerlo a destiempo. El beso en la mejilla del niño hay que depositarlo hoy; mañana ya será tarde porque el niño se habrá ido para siempre... Los frágiles deditos que se pierden en mi mano nunca serán tan pequeños ni tendrán tanta necesidad de ser cobijados como ahora. El hijo que hoy reclama mi atención reclamará independencia mañana; si no le escucho ahora, lo lamentaré profundamente cuando ya no necesite ser escuchado. El tiempo avanza, inexorable, y las mejores oportunidades, al igual que ocurre con un amanecer, si uno espera demasiado, se las pierde. Querido amigo, no todo está perdido; todavía no anochece. Madruguemos para amar; tomemos por el tallo las flores que nos ofrece la vida y si nuestras manos son taladradas por las espinas que contienen, demos la sangre por bien vertida si la flor que sostenemos acerca la primavera a algún alma entristecida y sirve de refrigerio para algún peregrino cansado. Pero hagámoslo hoy porque posponiendo el amor corremos el riesgo de condenarlo, pero al ofrecerlo tenemos la garantía de multiplicarlo; porque el amor es la única cosa que se hace grande al compartirla.
Artículos anteriores de esta serie:
1El otoño del desamor
2El amante tardío
3Carta a un amante tardío
4Silencios de vida, palabras de muerte

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - FaMiLiA - Retrasos y ahoras