“La oración fortalece a la acción”

Carta a Nono III

«A medida que avanzábamos en la conversación yo iba cobrando más conciencia de que estaba ante una situación francamente delicada y que supondría una gran batalla espiritual. El lenguaje que utilizabas no era propio de tus trece años de edad. Los términos técnicos y la precisión con que describías los hechos, encajarían en la boca de u"/>

Satanás, un marido muy celoso

“La oración fortalece a la acción”

Carta a Nono III

«A medida que avanzábamos en la conversación yo iba cobrando más conciencia de que estaba ante una situación francamente delicada y que supondría una gran batalla espiritual. El lenguaje que utilizabas no era propio de tus trece años de edad. Los términos técnicos y la precisión con que describías los hechos, encajarían en la boca de u

17 DE FEBRERO DE 2007 · 23:00

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Debo decirte que me sentí profundamente agradecido al recordar que el día anterior, durante la reunión de oración, yo había pedido a la iglesia su respaldo, y mientras presentábamos ante el Señor la conversación que al día siguiente mantendría contigo, todos sentimos una profunda convicción y una gran seguridad. -- ¿Quieres decir – proseguí - que tú asistías a esas reuniones en las que se sacrificaban animales? -- Yo las organizaba y desarrollaba –ni siquiera pestañeabas al decirlo. -- ¿Quienes asistían a ellas? -- Varios muchachos del barrio, todos con doce o trece años. -- Antonio ¿Por qué has venido a hablar conmigo? -- Quiero dejar esto, pero no es fácil. Desde que intento dejarlo me están pasando cosas muy raras. -- ¿Qué cosas te ocurren? -- En mi casa suceden temas extraños: las luces se encienden y apagan solas –por fin aprecié un ligero temblor en tu voz-. El otro día la taza del desayuno se volcó sobre mí sin que yo la tocara. Además siento un cansancio continuo, y malestar general, tengo muchos momentos en los que estoy deprimido... Fue en ese momento que un ruido en la puerta nos sobresaltó. ¿Recuerdas? Alguien había entrado... Primero tú, Nono, te quedaste perplejo; luego me quedaría yo. -- Es mi madre - dijiste sin apenas voz. Aquella mujer se aproximaba con paso lento y mirada tímida. Cuando extendí mi mano y ella la estrechó con evidente temor, susurró. “Soy Blanca, la mamá de Antonio”. Fueron necesarias muy pocas palabras para que ella rompiera a llorar al tiempo que pedía que ayudáramos a su hijo. Que te ayudáramos a ti. En cuanto empezó a explicar, comprendí el motivo que justificaba su angustia. -- Yo tengo la culpa de la situación de Antonio -confesó-. He sido vidente durante muchos años y durante mucho tiempo practiqué en casa reuniones espiritistas. Hace tiempo que lo dejé al comprender lo peligroso que esto resultaba. Al principio era muy atractivo: Popularidad, reconocimiento... era una vidente de efectividad reconocida... Era capaz de anticipar el futuro y mis ritos y sortilegios nunca fallaban. Pero luego vino la factura, el maligno me tenía en su red y al intentar salir de ella todo se desmoronó a mi alrededor: Mi matrimonio se rompió, mis hijos comenzaron a pagar las consecuencias... un día, de forma incomprensible me arrojé a la carretera justo cuando pasaba un coche, estuve varios días en coma y durante dos meses permanecí sin visión en ambos ojos. El diablo determinó que si yo no era suya, no sería de ningún otro... el diablo es como un marido muy celoso...”
Artículos anteriores de esta serie:
1Carta a «Nono»
2Un satanista de 13 años

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - FaMiLiA - Satanás, un marido muy celoso