“A todos los que en estas fechas,
sufrimos la epidemia de los exámenes”

Si recorren los pasillos de las facultades en esta época, no verán muchos. Todos están en las bibliotecas o en las salas de estudio. Yo prefiero la cafetería, me concentro más, vaya usted a saber por qué. El otro día, intentando adivinar la fecha de un texto medieval, mientras escuchaba, gracias a la radio de los camareros que “lloviera café en el campo”, me di cu"/>

«Ya te puse matrícula»

“A todos los que en estas fechas,
sufrimos la epidemia de los exámenes”


Si recorren los pasillos de las facultades en esta época, no verán muchos. Todos están en las bibliotecas o en las salas de estudio. Yo prefiero la cafetería, me concentro más, vaya usted a saber por qué. El otro día, intentando adivinar la fecha de un texto medieval, mientras escuchaba, gracias a la radio de los camareros que “lloviera café en el campo”, me di cu

20 DE ENERO DE 2007 · 23:00

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Yo no suelo ponerme nerviosa ante los exámenes. Solo cuando me cae bien el profesor o profesora que imparte la asignatura. Me creo una especie de compromiso moral con el docente en cuestión y me exijo sacarle buena nota. Este compromiso se acrecienta si además sabe mi nombre, habla conmigo en los pasillos de la facultad o en andén del metro. Tengo el deber moral de aprobar su asignatura con una buena puntuación. Así que si se me juntan varios profes estupendos, pues ya tenemos el lío y me toca leer todos los artículos que han recomendado, consultar el doble de bibliografía, entender a pies juntillas cada una de sus teorías, en definitiva, tengo que demostrarles que tal y como se han figurado soy una universitaria com cal. Por lo que no solo acabo agotadísima, sino que las letras me salen por las orejas. Empezaba a poner histérica cuando recordé algo maravilloso. Tengo un Maestro singular, que me enseña los secretos de la vida eterna, que me explica cada una de sus doctrinas cargado de paciencia y misericordia. Tengo un Maestro que conoce mis limitaciones, que sabe hasta dónde puedo dar de sí, que no se cansa de repetirme las cosas y al que siempre le queda una convocatoria gracia. Saben, mi compromiso con este profe es siempre el mayor de todos. Y aunque es cierto que Él quiere que invierta horas al estudio de sus enseñanzas y le preste más dedicación a sus preceptos, que aproveche el lujazo de tener una tutoría eterna y que disfrute de su compañía, no tengo que demostrarle que soy lo que Él se ha figurado, porque ya sabe como soy y a pesar de eso me ama. Me encanta saber que a mi maestro Jesús, no he de impresionarle (cosa que sería inútil dada mi naturaleza humana), no he de convencerle de que soy una buena estudiante. Me maravilla saber que Jesús no es un profesor que enseña desde lo alto de la tarima, sino que baja y se sienta a mi lado y me dice: “no te preocupes por tu nota, cuando morí por ti en la cruz ya te puse matrícula, así que ¿por qué no abres tu libreta y me preguntas las dudas?”

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Undibel te guarde - «Ya te puse matrícula»