Enseñanza religiosa evangélica: experiencia

Esta entrevista de Protestante Digital a Elena Flores Sánchez, profesora de religión evangélica en Madrid, ha sido publicada de manera conjunta –aunque resumida- por el diario ABC, en un reportaje realizado a varios profesores de enseñanza religiosa (católica, islámica y evangélica).

04 DE NOVIEMBRE DE 2006 · 23:00

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Pueden leer el reportaje del diario ABC, titulado “Profesores de Religión en las trincheras” aquí. En cuanto a la entrevista íntegra de Protestante Digital a Elena Flores, es la siguiente. Pregunta.- ¿Elena, cuál es tu experiencia como profesora de Religión? Respuesta.- Estuve varios años dando clase de religión evangélica a pequeños grupos de BUP en 3 institutos de Barcelona (como actividad más o menos extraescolar), y este es el cuarto año que doy clases como profesora de religión evangélica en 3 centros públicos de enseñanza infantil y primaria en Madrid. No obstante, este es el primer curso que se me ha contratado a tiempo completo. P.- ¿Cómo son los alumnos? ¿Qué buscan en estas clases? R.- Los alumnos cuyos padres escogen enseñanza religiosa evangélica para sus hijos son de todo tipo. En algunos hay mayoría de etnia gitana, en otros son en su mayoría emigrantes procedentes de distintos países latinoamericanos y europeos, y en otros hay mucha variedad de culturas junto a la española. Yo estoy en 3 centros y cada uno de ellos encaja en una de estas tres clases. Por ello considero importante enseñarles en clase las normas básicas que el cristianismo bíblico enseña de convivencia, tolerancia e integración de todas las razas y culturas. Este curso, en los tres centros en los que estoy, hay 150 niños (en total) cuyos padres han solicitado estas clases para sus hijos, aunque algunos no las están recibiendo por las dificultades que mencionaré después. No todos los niños pertenecen a familias que asisten a iglesias evangélicas. Hay bastantes que se sienten cercanos pero que no son evangélicos, por lo que carecen de una formación básica en cuanto a los conceptos y valores cristianos que se les enseñan en estas clases de acuerdo a lo que dice la Biblia, que es nuestra única norma de fe y conducta y la cual consideramos fuente de sabiduría para la vida. En cuanto a lo que buscan los niños en las clases, mi opinión es que esperan conocer mejor a Dios y saber más cosas de la Biblia y, sobre todo, acerca de la vida y las enseñanzas de Jesucristo. Yo también insisto bastante en que deben valorar, respetar y cuidar el mundo (entorno natural y personas) que Dios ha creado, así como conocer el amor de Dios y transmitirlo a los demás. Suelen venir bastante contentos a las clases y estar bastante receptivos y dialogantes (siempre hay excepciones, claro). He tenido algún caso de niños bastante absentistas que casi nunca faltaban el día que había clase de religión. También hay niños más conflictivos que carecen de un entorno familiar adecuado y que no muestran interés, sobre todo en el segundo y tercer ciclo. No obstante, yo estoy notando diferencia entre los niños de estos niveles que tuve hace 2 y 3 años y los que tengo ahora que llevan ya varios cursos recibiendo estas clases y que han adquirido algo de los valores cristianos que intentamos transmitir. P.- ¿Qué metodología sigues en tus clases? ¿Qué tipo de material utilizas? R.- Como cada grupo recibe solamente una clase de religión semanal, hay que aprovechar bastante bien el tiempo, algo que resulta complicado debido al carácter de los alumnos, que son muy inquietos. No empleo libro de texto para los alumnos, porque muchos de ellos no podrían comprarlos. Prevalece la lectura de la Biblia como texto básico, utilizando tanto la versión íntegra como una versión adaptada para los niños. Hago mucho énfasis en la importancia de aprender a leer bien para poder disfrutarla también personalmente. También realizamos actividades y trabajos con los que creamos un cuaderno, y tenemos coloquios adecuados a la edad que les ayude a comprender lo que han leído. Empleo bastante material visual como láminas, ilustraciones, vídeos, ejemplos; y elaboramos murales (cuando contamos con un espacio para ello) donde los niños exponen sus trabajos e ideas. También realizo otras actividades en clase, como juegos y manualidades que fomenten la cooperación y el respeto, y empleo mucho la música para aprender los conceptos más importantes o lo que quiero que recuerden. Otra cosa importante es el cuidado pastoral y humano de los alumnos. Intento que el método por excelencia sea el del amor y la comprensión, tratando de poner en práctica lo que se aprende. P.- ¿Con qué dificultades te encuentras a la hora de realizar tu trabajo? R.- Hay unas cuantas. La principal es que se nos contrata en función del número de niños que han solicitado clases de religión evangélica el curso anterior, diciéndonos que los centros han de agruparnos a los niños de 10 en 10 y que a cada grupo le corresponden 90 minutos de clase semanal. Pero la realidad es otra. El horario de religión es el mismo para las diferentes opciones y, puesto que no son necesarias las agrupaciones en el caso de la religión católica, tampoco se suelen permitir en nuestro caso (ni tampoco las queremos, porque implican sacar a los niños de otra clase, y eso es negativo para ellos y lo consideramos un error). En los centros en los que estoy, los niños a los que teóricamente tengo que dar clase están repartidos en 9, 18 o 27 clases; suele haber uno o dos profesores de religión católica en cada centro; y yo tendría que cubrir todas esas clases en 2 o 3 centros a la vez. La verdad, no sé cómo se puede hacer eso bien. Si alguien puede darme alguna idea… Por otra parte, el tener que estar en 3 centros a la vez hace que no pueda integrarme debidamente en la vida educativa de ninguno de ellos y que no pueda realizar adecuadamente la labor de integración de los alumnos ni apoyarlos de la manera que me gustaría. Además hay niños que, habiendo solicitado clases de religión, no pueden recibirlas porque, el día que les tocaría recibir la clase, los profesores tenemos que estar en otro centro. Y muchos de los alumnos sólo tienen 45 o 60 minutos de clase en vez de los 90 que corresponden. Otra dificultad relacionada con esto es tener que agrupar a niños de diferentes ciclos porque hay dos profesores de religión católica en el centro. Por ejemplo, yo tengo que dar una clase a niños de sexto y de primero a la vez. Aunque valoro el esfuerzo realizado por los equipos directivos de los centros donde yo trabajo, la verdad es que cada año les resulta una complicación la elaboración de los horarios teniendo en cuenta en qué clases hay más solicitudes de religión evangélica, tratar de que las dos clases de religión que coinciden en horario sean de cursos cercanos, agrupar adecuadamente a los niños cuando se inscriben en el centro (es decir, si en un nivel hay 6 niños que piden religión evangélica, que no coloquen a 2 en el A, a 2 en el B y a 2 en el C, como suele ocurrir, sino a todos juntos, salvo en algún caso concreto en que no se pueda). También hay muchos problemas para encontrar espacios adecuados para dar las clases y guardar el material (tengo algún compañero que da la clase en el pasillo), conseguir los recursos, el material didáctico o el acceso al vídeo y a los ordenadores (hay algunos centros que son honrosas excepciones), etc. Otra cosa importante a reseñar es que en muchos centros no se facilita a los padres la hoja donde constan las distintas opciones religiosas que pueden elegir; incluso se les dice que no pueden solicitar religión evangélica porque no hay profesor, cuando la realidad es que a veces no hay profesor porque no consta que haya solicitudes. Hay centros con un elevado número de alumnos evangélicos en los que no hay profesor porque al parecer la administración no tiene constancia de ese hecho. Creo que existe un gran desconocimiento de quiénes somos los evangélicos y de nuestra vinculación con el protestantismo histórico, lo cual sigue dando lugar a prejuicios, reservas, y a que nos vean más como un estorbo que como una ayuda por la labor de apoyo que realizamos. Aunque ha supuesto un gran avance el que se puedan dar clases de religión evangélica en los centros donde hay más solicitudes (que, en mi opinión, es donde están los niños que más necesitan estas clases), aun queda camino por recorrer, porque las condiciones siguen sin ser, por lo general, iguales para todos. Otra cuestión, sobre la cual hay diversidad de opiniones, sería la de si la escuela es o no el lugar para dar esta enseñanza a los niños; pero si se hace, creo que ningún niño debe ser discriminado por ningún motivo, tampoco por la confesión religiosa de su familia. P.- ¿Qué habría que mejorar para conseguir una educación religiosa de calidad en las escuelas? En cuanto a la administración, que las contrataciones no sean según el número de niños y pensando que en los centros los van a agrupar de 10 en 10, por lo comentado anteriormente; sino según las horas que los centros solicitan en función de sus necesidades. En la actualidad, creo que somos 11 profesores en la Comunidad de Madrid dando clase en 27 centros, pero bastantes están a tiempo parcial a pesar de que quieren dedicar más horas y de que hay niños en sus centros que no están recibiendo clases habiéndolo solicitado, o que reciben la mitad de las clases. Que haga algo para que los datos que envían los centros sean correctos y pasen la circular de las distintas opciones religiosas a todos sus alumnos, además de que se facilite la igualdad de oportunidades para todos los niños en cuanto a recibir sus clases de religión evangélica, contratando a más profesores a tiempo completo para estar en 1 o 2 centros como mucho. En cuanto a los centros, que se haga un esfuerzo por agrupar a los niños que solicitan religión evangélica en una misma clase de cada nivel, así como por elaborar los horarios poniendo la clase de religión de los cursos donde hay más solicitudes de religión evangélica el día que el profesor está allí. Que en los centros haya un departamento de educación religiosa en el que participen los profesores de las distintas confesiones y donde haya libros y material didáctico adquirido por el centro que sirvan para el uso común de todos los profesores por igual, en función de las necesidades de cada clase. Que se habiliten lugares adecuados para dar las clases y que la alternativa a la religión no sea quedarse jugando en el aula. Los niños que vienen a nuestras clases suelen hacerlo muy contentos; pero son niños, y la alternativa de jugar es muy atractiva y conveniente para ellos, pero tiene su espacio y su tiempo en la vida del centro. En resumen, me gustaría que se valorara la labor de apoyo que los profesores realizamos y, para la cual, en las condiciones actuales seguimos sin contar con el tiempo y los recursos necesarios. Considero que la enseñanza de la religión evangélica puede contribuir mucho al desarrollo integral de los niños y que transmitirles los valores cristianos puede ayudar a hacer de ellos personas más íntegras y útiles dentro de la sociedad. Agradecemos a Elena Flores, que además de música y correctora de textos es miembro de una iglesia evangélica en Madrid, su paciencia y disposición a contestar todas nuestras preguntas.
(*) El diario ABC es el autor de las preguntas, cuyas respuestas han sido extractadas en el mencionado reportaje.

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