El pedimiento

El padre del novio, después de que éste le pida que lo haga, junto con el resto de familia va a casa de la novia y le dice a su padre algo así como. “los chicos se quieren, y vengo a pedirte a tu hija para mi hijo, ¿a ti qué te parece?”. El padre llama a su hija, que está en otra habitación hasta ese momento y tras explicarle la situación, le pregunta: “¿estás conforme con lo que se habla?”. Se hace el silencio y la muchacha es el objeto de todas las miradas, se espera impaciente la respuesta: “sí”. Entonces, ¡nos vamos de huevo! (es decir, nos vamos a celebrarlo: comida, risas, mozas que cantan, mozos que sacan a bailar, consuegros y planes de futuro). Pues bien, no pude evitar emocionarme al ver que mi padre ensayaba lo que iba a decir, en el coche, de camino a la casa de la novia de mi hermano. También dejé caer unas lágrimas al pensar (permítanme el símil) que Jesús un día le dijo a su Padre “me gusta una chica y quiero que vayamos a pedirla” y se revoluciona mi casa, mi corazón, y se me pregunta: ¿estás conforme con lo que se habla? y yo contesto que sí y entonces nos vamos de huevo, hay fiesta en el cielo. No puedo saber qué es lo que Cristo vio en mí, no entiendo aun cómo fui escogida, yo pecadora, yo testaruda e infiel, yo con mis miserias y mi rebeldía… No alcanzaré nunca a comprenderlo, pero fui pedida por y para Cristo. Así que procuraré ser una gran esposa, sabiendo que si mi inmaculado vestido blanco de novia se ensucia, que se ensuciará, se rompe, que se romperá, mi amado Esposo me vestirá de nuevo con ropas blancas. Nota: Undibel es “Dios” en caló