Religiosidad popular y superstición

Uno de los propósitos de la Contrarreforma siempre fue dar pasos hacia un paulatino adoctrinamiento de las masas populares, muchas veces regidas por las más burdas supersticiones.

24 DE JUNIO DE 2006 · 22:00

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El aspecto religioso de la sociedad española en la Edad Moderna es inequívoco. El miedo a la muerte, mucho más cercana que en la actualidad, al infierno, a los demonios y todo tipo de seres diabólicos, a la brujería, las fuerzas de la naturaleza y el propio futuro, actuaban como reforzadores de la búsqueda de lo trascendente. Naturalmente esta búsqueda no se hacía por los medios oficiales, dictados por la Iglesia Católica y las autoridades civiles. La Iglesia Católica realizó un verdadero esfuerzo educativo, fomentando la edición de libros de vida de santos, la beatificación y canonización de varias personas. Otra de las ideas más difundidas por “la” Iglesia fue el culto a la Virgen, la creación de nuevas cofradías, la promulgación de nuevas fiestas religiosas y la prohibición de otra de carácter pagano. El control del clero y la feligresía fue más riguroso, se crearon nuevos confesionarios que evitaban el contacto físico. Las imágenes religiosas se potenciaron con la intención de aumentar la devoción. Todas estas medidas religiosas no impidieron la supervivencia de costumbres e ideas supersticiosas. La Inquisición no se empleó a fondo para erradicar la brujería, dato que resulta curioso dado su gran afán por terminar con toda heterodoxia. El pueblo cansado y agotado de sus innumerables sacrificios, buscaba desesperadamente cualquier cosa que pudiera entretenerlo. Al no poder acceder a la literatura, sus únicas formas de entretenimiento eran los toros, algunas fiestas populares, los bailes y el teatro. Continuará

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