Juventud, divino tesoro

No sé como expresarme sin dañar a nadie, pero estoy convencida de que la mejor manera de deshacerse de la juventud en una iglesia, es obligarla a cumplir preceptos que están fuera de la Biblia. Así que en este artículo, decido hacerme transmisora del sentir de una de tantas madres.

19 DE NOVIEMBRE DE 2005 · 23:00

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Hace unos días, una hermana me comentaba lo preocupada que estaba por su hija de quince años, y su sobrina de poco más. Por lo visto, en su país (del nuestro me falta información, pero algo he vivido) las chicas no pueden entrar en la iglesia vistiendo pantalones, ni llevando el pelo demasiado largo, ni tintado, ni usando ningún tipo de maquillaje.

Otro tipo de impedimento, según ella, es que sólo pueden escuchar música cristiana. Esta hermana se quejaba de la intransigencia. Temía que las muchachas decidan irse “al mundo”. Me decía que su hija y su sobrina, odiaban la hipocresía y les parece falso ir a la iglesia en falda ancha, sin carmín en los labios, y todo lo demás, con el fin de evitar provocar a los hombres, y luego, fuera del culto, salir diariamente a la calle con pantalones.

¡Qué débiles son algunos hombres, cuánta ayuda necesita el sexo “fuerte” de nosotras, y que penita me dan! Todavía arrastran el viejo truco que Adán quiso usar, sin resultados, en el jardín del Edén. Todavía no se enteran de que este truco no les dio resultado entonces, ni ahora, aunque quieran seguir culpando a la mujer de todas sus desgracias. Pero la juventud es sabia, gracias a Dios, y se niega a entrar por el aro. Si Jesús hubiera tenido en cuenta todas esas memeces para realizar su labor en la Tierra ¿Qué habría sido de nosotras?

Pasándome al otro extremo pregunto: ¿Es buena, o es mala la labor de evangelización a las prostitutas? ¿Y las que se realizan en la cárcel?

Esto dice la Palabra: “Este pueblo me honra de labios afuera, pero su corazón está lejos de mí. De nada sirve que me rinda culto, pues sus enseñanzas son mandatos de hombres. Luego Jesús llamó a la gente y dijo: -Escuchad y entender: Lo que entra por la boca del hombre no le hace impuro. Al contrario, lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca...” Mat. 15:8-11.

Pues lo dicho, que cada cual ponga la mano en su pecho y responda ante Dios de lo que hace. O lo que deja de hacer. Pero por favor, que dejen ya de condenar a la mujer por los vicios cometidos por el hombre. Que ya no cuela.

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