Humanismo

Apreciado amigo, la alegoría de “El Peregrino” es muy conocida. He leído una variante moderna del mismo en el que se ofrece un viaje a la Ciudad Celestial mucho más cómodo al poderse realizar en tren.

15 DE OCTUBRE DE 2005 · 22:00

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Además, los pasajeros pueden dejar sus abultadas mochilas en el portaequipajes. En este viaje, y desde el tren, pueden observar cómo hay otros peregrinos que siguen haciendo el trayecto a pie cargados con sus mochilas llenas de pecado.

Llega un punto en que el tren modera su marcha y se acerca a un montículo donde se halla una cruz. Se puede ver algún peregrino de rodillas ante ella y constatar cómo su pesado fardo cae de sus hombros y desaparece para siempre.

Algunos de los viajeros del tren llegan a dudar si no deberían bajar e ir también a la cruz, pero al poco se dan cuenta de que su equipaje no les carga, que están cómodamente sentados y que el destino final –en eso confían– será el mismo que el de aquellos.

¡Ay! Un cristianismo sin pecado y sin confesión; sin perdón divino ni salvación. ¿Cómo habrá agradecimiento o servicio obediente? No es cristianismo, es humanismo.

Con afecto, Carlos

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - C@rta a mi amigo - Humanismo