Rosas por siempre

Navidad, muy por encima de todo, es la más preciosa historia de amor jamás vivida, escrita y contada.

15 DE DICIEMBRE DE 2019 · 11:00

Imagen de Angelina Ho. en Pixabay ,
Imagen de Angelina Ho. en Pixabay

¿Quién es ésta que sube del desierto,

Recostada sobre su amado?

Debajo de un manzano te desperté…

Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca     sobre tu brazo;

Porque fuerte es como la muerte el amor;

Duros como el Seol los celos;

Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama….

Las muchas aguas no podrán apagar el amor,

Ni lo ahogarán los ríos….

Apresúrate, amado mío…

Sobre las montañas de los aromas.

                                  Extractado de Cantares 8. Santa Biblia.

En Monterrey, hace algún tiempo... Esa fecha solía ser muy importante: el día del aniversario de bodas. Sin embargo, sería la primera vez que no lo celebrarían juntos. Carlos había apenas fallecido, consumido por el cáncer.

Todos los años él enviaba a Ana un ramo de rosas, con una tarjeta que decía: «Te amo más que el año pasado. Mi amor crecerá más cada año». Pero éste sería el primero que no las recibiría. De pronto llamaron a su puerta, y para su sorpresa, al abrir estaba un ramo de rosas frente a ella, con una tarjeta que decía «Te Amo».

Ana se molestó pensando que había sido una broma de mal gusto. Habló a la florería para reclamar el hecho, y al contestarle, le atendió la dueña. Ella le dijo que ya sabía que su esposo había fallecido, y le preguntó si había leído el interior de la tarjeta. Le explicó que esas rosas estaban pagadas por su esposo por adelantado, así como todas las demás por el resto de su vida.

Al colgar el teléfono a Ana se le llenaron sus ojos de lágrimas. Abrió el sobre: «Hola mi amor, sé que ha sido un año difícil para ti, espero te puedas reponer pronto, pero quería decirte, que te amaré por el resto de los tiempos y que volveremos a estar juntos otra vez. Se te enviarán rosas todos los años en nuestro aniversario; el día que no contesten a la puerta, harán cinco intentos en el día, y si aún no contestas, estarán seguros de llevarlas a donde tú estés, que será junto a mí. Te ama para siempre, Carlos, tu esposo».

Es verdad. El amor o es para siempre o simplemente cae por su propio peso. O tiene sabor de eternidad o es desabrido, agrio y tristemente amargo, se pierde con el tiempo, se transforma en recuerdo color ceniza. Así lo dice un gran escritor: «El amor no es una aventura. Posee el sabor de toda la persona. No puede durar sólo un instante. La eternidad del hombre lo compenetra».

Supongo que muchos de vosotros habréis escuchado alguna vez esta preciosa historia, no sé si real o ficticia que ocurrió en Navidad. Puede que a algunos os parezca dulzona, la verdad es que a mi me hace estremecer un poquito, soy una romántica empedernida.

Puede sorprenderos que tome como base una historia de estas características en estas fechas del año, y para llegar hasta donde quiero hacerlo.

Dejando atrás todas las lecturas que pudiéramos haber hecho acerca del amor y el matrimonio, lo cierto es que Navidad, muy por encima de todo, es la más preciosa historia de amor jamás vivida, escrita y contada; una historia real que se inició antes de la fundación del mundo, antes de que el hombre fuera creado, y sabiendo Dios, que  después de habernos creado le íbamos a fallar, y que haría falta un plan de redención que comenzó en un humilde pesebre hace bastante más de 2000 años.

La Navidad es, muy por encima de todo, la historia de amor más preciosa jamás contada. Y cuando llegamos a ser sus hijos a través del sacrificio hecho en la cruz y por su sangre preciosa somos, la novia de Cristo, la futura esposa en el reino de los cielos.

Él se tuvo que ir, nos envió al maravilloso Espíritu Santo; pero en esta Navidad, el amado, te envía su ramo de rosas ¡Tómalo, es para ti! Yo tomo el mío, y le devuelvo nueva entrega, amor más profundo, una renovación en Él por completo, y ser suya hasta el límite hasta el fin de mis días.

¡Qué brillen muchas luces, qué haya provisión en cada mesa del mundo, qué se celebre felicidad…! Pero sobre todo, no se nos olvide recoger su “ramo de rosas” abrazarlo contra nuestro pecho, y entregarnos de nuevo y por siempre. 

Mis felicitaciones y mi amor en Cristo, con esta preciosa e inolvidable canción en la voz de Celine Dion.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - Rosas por siempre