¿Totus Christus (El Cristo Total) o Solus Christus (Sólo Cristo)? Sobre los daños de la fórmula de Agustín y la corrección de la Reforma Protestante

Según la apropiación católica de la fórmula de Agustín, la relación entre Cristo y la Iglesia es tan orgánica y profunda que la Iglesia se convierte en parte de todo Cristo.

  · Traducido por Rosa Gubianas

14 DE DICIEMBRE DE 2019 · 09:00

,

Solus Christus (Sólo Cristo) contra Totus Christus (el Cristo Total). Si se quiere captar la diferencia entre la fe evangélica y el catolicismo romano, aquí está. Por un lado, el énfasis evangélico en la singularidad de la persona de Jesús (el Dios-hombre) y su obra expiatoria[1]; por otro, la insistencia católica en la relación orgánica entre Cristo y la Iglesia.

Es esencial para el catolicismo romano lo que Gregg Allison ha llamado útilmente la “interconexión Cristo-Iglesia”[2]. La Iglesia es considerada una prolongación de la Encarnación, reflejando a Cristo como una realidad divino-humana, actuando como una altera persona Christi, un segundo ‘Cristo’. Por lo tanto, es imposible que el catolicismo romano clame con los reformadores solus Christus, porque esto sería visto como una ruptura del vínculo orgánico entre Cristo y la Iglesia. El triple ministerio de Cristo como Rey, Sacerdote y Profeta es así transpuesto a la Iglesia Romana en su regla jerárquica, su interpretación magistral de la Palabra, y su administración de los sacramentos. No hay nunca solus Christus (sólo Cristo), sólo Christus en ecclesia (Cristo en la Iglesia) y ecclesia en Christo (la Iglesia en Cristo).

 

Una visión engañosa de Totus Christus

El origen de la “interconexión Cristo-Iglesia” se remonta a una interpretación defectuosa por parte del padre de la Iglesia, Agustín (354-430 d.C.), al entender la relación entre Cristo y la Iglesia. Uno de los puntos más controvertidos de la teología de Agustín es su concepción del totus Christus, el ‘Cristo total’: la idea de que la unidad de Cristo con la Iglesia es tan profunda que forma un único misterio[3]. La Cabeza del cuerpo está tan unida al cuerpo de la Cabeza que se convierte en un solo Cristo.

Sobre esta doctrina, el catolicismo romano construyó su propia teología de la prolongación de la encarnación en la Iglesia. Es como si hubiera una unión tan intrínseca y profunda entre Cristo y la Iglesia que hiciera posible, y de hecho necesario, ver a la Iglesia como la extensión sacramental de la encarnación del Hijo de Dios. 

En realidad, hay textos en los que Agustín se lanza a declaraciones unilaterales en las que, hablando de la Iglesia unida a Cristo, afirma “somos Cristo” o “nos hemos convertido en Cristo”. Todo Cristo “es cabeza y cuerpo”. En el mejor de los casos, serían expresiones ambiguas si no hubieran ido acompañadas y complementadas por una cristología ortodoxa como la de Agustín. Además de las declaraciones borrosas sobre el Totus Christus, hablando de Cristo, Agustín escribe que “incluso sin nosotros, Él está completo”. Cristo no necesita el cuerpo eclesial para ser Cristo. En otro lugar escribe Agustín: “Él es el Creador, nosotros somos las criaturas; Él es el artesano, nosotros somos la obra hecha por él, Él, el moldeador, nosotros los moldeados”. Su doctrina del Cristo total, por ambigua y confusa que sea, no rompe la distinción entre el Creador y la criatura y no eleva a la Iglesia (el cuerpo) a un estado de divinidad.

Dicho esto, su interpretación de Colosenses 1:24, Hechos 9:4 y Efesios 5 sobre la relación entre Cristo y la Iglesia en una perspectiva conyugal le llevó a afirmar la naturaleza orgánica de esa relación y a llegar a asegurar la “totalidad” de su ser combinado. Los comentarios sobre los mismos textos indican también la dirección problemática de la teología de Agustín sobre la “deificación” del cristiano, es decir, su incorporación a la persona de Cristo como parte del cuerpo místico[4]. En efecto, se puede comprender cómo el catolicismo romano fue deslumbrado por la metáfora del Cristo total, yendo mucho más allá de Agustín y desarrollándola en la teología de la Eucaristía (la ‘presencia real’ de Cristo) y del sacerdocio (el sacerdote que actúa in altera Christi persona, en la persona de Cristo), y en el desarrollo del dogma (la Iglesia romana está dotada de la autoridad de Cristo en la promulgación de los dogmas). La interpretación agustiniana sobre este punto está, por tanto, sujeta a diferentes usos, dependiendo de lo que se quiera ver en sus textos como elemento primario: el borroso totus Christus o la distinción preservada entre el Creador y la criatura.

 

La apropiación del Totus Christus por parte de Roma

Roma interpreta la referencia agustiniana a totus Christus como una unión que confunde la distinción entre la Cabeza y el cuerpo. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “Cristo y su Iglesia forman así juntos el ‘Cristo entero’ (Christus totus). La Iglesia es una con Cristo”. Según Subilia, en este error está el “problema del catolicismo”.[5] En su insuperable estudio, Subilia se ocupa de la razón por la que la Iglesia de Roma tiene una visión tan elevada y excesiva de sí misma y se inclina a reclamar prerrogativas divinas. Según la apropiación católica de la fórmula de Agustín, la relación entre Cristo y la Iglesia es tan orgánica y profunda que la Iglesia se convierte en parte de todo Cristo. Subilia observa que Agustín, que había sido maniqueísta, y por consiguiente dualista, sufrió la tentación opuesta del ‘monismo’ (es decir, la reducción a uno) en su pensamiento. Al enfatizar la distinción entre la Cabeza y los miembros, y por lo tanto entre Cristo y la Iglesia, en Agustín “la soberanía de la Cabeza sobre el cuerpo se pierde de vista desastrosamente”. Defendiendo a Agustín y la interpretación católica romana del padre de la Iglesia, el teólogo católico Gherardini resume la eclesiología del totus Christus como “Cristo continuado e identificado en la Iglesia”.[6] 

A partir de Agustín, la eclesiología católica romana se radicalizó al enfatizar el tema de la unidad entre Cristo y la Iglesia en términos de una iglesia jerárquico-sacramental que representa a Cristo en la tierra. Para Subilia, se trata de una “devastación radical que ha cambiado los centros vitales del organismo cristiano y lo ha transformado en un organismo diferente”. Si esta lectura es plausible, el “problema del catolicismo” no está sólo en una doctrina o en algunas diferencias superficiales sobre cuestiones secundarias. Su problema radica en el corazón mismo de su sistema y está presente de forma generalizada en todas sus expresiones: desde la Trinidad a la Mariología, desde los sacramentos a la soteriología, y desde la eclesiología a las devociones múltiples. Todo está infectado por el totus Christus.

 

Volver a Sólo Cristo

La Reforma Protestante fue un intento de enfrentar los daños de este cristianismo abultado y distorsionado, poniendo el totus Christus de nuevo dentro de sus límites bíblicos. Al argumentar que la fe y la vida de la Iglesia debían basarse únicamente en las Escrituras (Sola Escritura), los Reformadores quisieron reafirmar que la autoridad de Dios es ejercida por las Escrituras sobre la Iglesia. El totus Christus permitió a la Iglesia Romana afirmar que tenía autoridad para promulgar nuevos dogmas sin el apoyo de las Escrituras y para apoyar las enseñanzas y las prácticas que iban en contra de la Biblia. Sola Escritura fue un recordatorio de que la Iglesia está sujeta a la autoridad de Dios en la Biblia.

Al confesar que la salvación nos llega sólo por la fe (Sola Fide), los Reformadores querían reconocer que somos salvos por un don externo logrado sólo por Cristo y dado a nosotros por la gracia. No hay nada en nosotros que lo merezca. El totus Christus católico romano había construido un sistema sofisticado por el cual la Iglesia contribuye a la salvación a través de su sistema sacramental y los fieles lo merecen a través de sus buenas obras. Sola Fide fue un recordatorio de que el evangelio es ciertamente una Buena Nueva porque sólo Jesucristo ha logrado lo que es necesario para nuestra salvación. La misma requiere ser recibida sólo por la fe.

Finalmente, la Reforma Protestante quiso reorientar toda la fe y la vida cristiana hacia Cristo Solo (Solus Christus): el Hijo de Dios encarnado, el Señor Jesucristo, el Salvador del mundo. La mala interpretación del totus Christus de Agustín llevó a la Iglesia Católica Romana a desviarse de la fe bíblica al avalar una visión pomposa de María y los santos como mediadores, un punto de vista exagerado de la Iglesia como la institución jerárquica y sacramental que prolonga la encarnación, y una visión optimista de la capacidad del hombre para contribuir a la salvación. Solus Christus es el mejor correctivo para una comprensión borrosa de totus Christus y la mejor protección contra la intrusión de elementos extraños en la fe cristiana. Sea o no la intención de Agustín (y esto es discutible), ésta es, sin embargo, la medicina bíblica para recuperar la fe evangélica, trinitaria y ortodoxa que fue confiada de una vez por todas al pueblo santo de Dios (Judas 3). 

Notas

[1] S. Wellum, Christ Alone, The Uniqueness of Jesus as Saviour. What the Reformers Taught and Why It Still Matters(Cristo Solo, La Unicidad de Jesús como Salvador. Lo que los reformadores enseñaron y por qué sigue siendo importante) (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2017).

[2] G.R. Allison, Roman Catholic Theology and Practice. An Evangelical Assessment(Teología y Práctica Católica Romana. Una evaluación evangélica) (Wheaton, IL: Crossway, 2014) pp. 42-67.

[3] Aquí me baso en esta colección de textos de Agustín sobre el tema: Sant'Agostino, Il Cristo totale, ed. G. Carrabetta (Roma: Città Nuova, 2012).

[4] Sobre este punto ver D.V. Meconi, The One Christ. St. Augustine’s Theology of Deification(El único Cristo. La Teología de la Deificación de San Agustín) (Lanham, MD: The Catholic University of America Press, 2013).

[5] V. Subilia, The Problem of Catholicism (El problema del catolicismo) (Philadelphia, PA: Westminster Press, 1964).

[6] B. Gherardini, La Cattolica. Lineamenti d’ecclesiologia agostiniana (Católica. Características de la eclesiología agustiniana) (Turín: Lindau, 2011) p. 29.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde Roma - ¿Totus Christus (El Cristo Total) o Solus Christus (Sólo Cristo)? Sobre los daños de la fórmula de Agustín y la corrección de la Reforma Protestante