La identidad del Diseñador

Según la Biblia, Dios es un agente cuya actividad es intencional. Precisamente esta capacidad intencional es la que trae a la existencia a todos los demás seres.

07 DE DICIEMBRE DE 2019 · 22:55

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¿Cómo podría ser el agente creador? ¿Tendría características personales? ¿Es posible que exista una persona sin cuerpo material? El filósofo Thomas Tracy ha respondido diciendo que, desde el punto de vista racional, la idea de un Espíritu incorpóreo y omnipresente es coherente. Las personas (tanto humanas como divinas) son agentes que pueden actuar intencionalmente. El cuerpo físico no es una condición necesaria para ser agente, pues dicha condición es, simplemente, ser capaz de actuar intencionalmente. Según la Biblia, Dios es un agente cuya actividad es intencional. Precisamente esta capacidad intencional es la que trae a la existencia a todos los demás seres. Es la intención de Dios la que crea el universo.

La idea de que Dios está fuera del espacio y del tiempo es coherente con la teoría de la relatividad especial. ¿Qué sentido puede tener afirmar que existe un ser personal fuera del tiempo? Dios no puede olvidar, pues sólo es posible olvidar aquello que está en nuestro pasado. No puede cesar de hacer algo. Sólo se puede dejar de hacer algo si se tiene un pasado. Si Dios es atemporal, entonces todo lo que hace lo hace, por así decirlo, en un solo acto. Pero ese único acto puede tener efectos en momentos diferentes. Dios puede querer que el sol salga hoy y mañana, y eso tiene efectos hoy y mañana.

Antony Flew (el filósofo ateo más profundo del siglo XX) escribe: “No hay buenos argumentos filosóficos para negar que Dios sea la explicación del universo y de la forma y el orden que exhibe”.[1] La ciencia no puede demostrar a Dios pero fenómenos como la existencia del universo, las leyes de la naturaleza y la propia vida, sólo tienen solución a la luz de una Inteligencia creadora. Una Inteligencia que da razón tanto de su propia existencia como de la del mundo. Un ser autoexistente, inmutable, inmaterial, omnipotente y omnisciente.

De manera que no hay conflicto entre la ciencia y el teísmo. La ciencia y el cristianismo no son adversarios sino aliados en la búsqueda de la verdad. No hay conflicto entre ciencia y fe. La ciencia moderna sólo pudo florecer en la civilización occidental porque ésta se sustentaba sobre los pilares culturales del cristianismo. Fue el mundo cristiano el que desarrolló el método experimental propio de la ciencia porque buscaba descubrir a Dios en la naturaleza, el otro gran libro de la revelación. La fe de los cristianos nunca intentó divinizar el mundo, ni llenarlo de espíritus mágicos, porque concebía que éste era creación divina y, por tanto, algo puramente natural. De ahí que se pudiera estudiar sin miedo a posibles represalias de las hipotéticas divinidades paganas. Hasta finales del siglo XIX, la inmensa mayoría de los científicos eran cristianos que no veían conflicto entre su fe y su profesión. De manera que la supuesta rivalidad entre la ciencia y la fe fue un mito cuidadosamente elaborado por pensadores ateos para minar el dominio cultural del cristianismo y sustituirlo por el naturalismo, que niega la realidad espiritual y cree que sólo el mundo natural es real.[2]

Las relaciones entre la ciencia y la teología han llegado a ser tan importantes en nuestros días que prestigiosas universidades (como las de Cambridge y Oxford) han creado cátedras exclusivas para estudiar a fondo tales temas. Sin embargo, estos asuntos no han llegado al mundo hispano que todavía sigue anclado al mito de que la ciencia y la religión son adversarios.

Y si esto es así, ¿qué decir de la existencia del mal y el sufrimiento en el mundo? Esta es otra cuestión fundamental de la apologética con la que nos encontraremos frecuentemente. La naturaleza puede tener sus imperfecciones, pero esto no nos dice nada acerca de si tuvo una fuente última, un Creador. Así, la existencia de Dios no depende de la existencia del mal (esté esta justificada o no). El mal es siempre una posibilidad si los seres humanos somos verdaderamente libres. Esta explicación basada en el libre albedrío depende de la aceptación previa de la revelación divina: la idea según la cual Dios se ha revelado a sí mismo. Los filósofos teístas dicen que la cuestión de si Dios se ha revelado en la historia humana sigue siendo un tema de discusión válido. Si El Dios creador se reveló al ser humano, ¿cómo pudo hacerlo?

Como he dicho más de una vez, -afirma Anthony Flew- ninguna otra religión posee algo parecido a la combinación de una figura carismática como Jesús y un intelectual de primera clase como san Pablo. ¡Si queremos que la omnipotencia funde una religión, esta es la que tienen todas las papeletas para ser elegida![3]

 

Notas

[1] Flew, A. 2012, Dios existe, Trotta, Madrid, p. 129.

[2] Zacharias, R. & Geisler, N. 2007, ¿Quién creó a Dios?, Vida, Miami, p. 61

[3]  Flew, A. 2012, Dios existe, Trotta, Madrid, p. 132.

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