Casiodoro de Reina: traductor bajo persecución (I)

Ante el peligro de ser capturados por la Inquisición, Reina, sus padres y otros once condiscípulos decidieron salir de España hacia fines del verano de 1557.

24 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 16:10

Monasterio de San Isidoro del Campo, en Sevilla. / Wikepedia. ,
Monasterio de San Isidoro del Campo, en Sevilla. / Wikepedia.

Huyó de España para evitar ser apresado por la Inquisición. Después debió cambiar de países y ciudades para escapar de las fuerzas inquisitoriales, pero también de adversarios protestantes que lo consideraban ambiguo en asuntos bíblicos y doctrinales.

En 1557, junto con otros monjes del Monasterio de San Isidoro del Campo, Santiponce, Sevilla, huyó para evitar la inminente acción inquisitorial en su contra.

En San Isidoro los monjes habían estado leyendo la Biblia y obras de autores protestantes, entre ellos libros de “radicales disidentes como [Bernardino] Ochino o [Juan de] Valdés” (Moreno, 2017: 93).

Casiodoro de Reina, Antonio del Corro y Cipriano de Valera, entre otros, se identificaron plenamente con los postulados evangélicos y se distanciaron de las enseñanzas de la Iglesia católica romana.

Ante el peligro de ser capturados por la Inquisición, Reina, sus padres y otros once condiscípulos del Monasterio decidieron salir de España hacia fines del verano de 1557.

Los nombres de los monjes han quedado consignados en el capítulo “España: reformadores sin Reforma protestante”. Acordaron tomar caminos distintos y encontrarse en Ginebra, ciudad en la que Juan Calvino encabezaba la reforma religiosa (Rosales: 2002: 83: Fernández y Fernández, 1976: 110).

Reina llegó a Ginebra a finales de 1557. Inicialmente entusiasmado con la reforma teológica y eclesiástica ginebrina, se unió a la iglesia de feligresía mayoritariamente italiana.

Todavía no existía la congregación de españoles exiliados en la ciudad, la cual se organizó más tarde bajo el liderazgo de Juan Pérez de Pineda en el templo de San Germán.

Pineda estaba en Frankfurt y regresaría a territorio ginebrino en 1558 poco antes que Reina, Antonio del Corro y Cipriano de Valera salieran hacia Inglaterra (Kinder, 1975: 19-20).

Pineda “fue el único español en Ginebra que gozó de la confianza total de los líderes de la ciudad”, quienes veían con sospecha a los hispanos al generalizar en ellos posiciones doctrinales sostenidas por Miguel Servet (Kinder, 1986a: 37).

Poco a poco Reina va marcando distancias con Calvino y sus discípulos. No permaneció mucho tiempo en Ginebra, más o menos un año, porque estaba en desacuerdo con Pérez de Pineda, quien “seguía las directrices oficiales de la Iglesia de Ginebra en lo [respectivo] a los anabautistas.

Reina rechazaba el rigor contra otros protestantes y seguramente por ello persuadirá entonces a algunos miembros de la congregación española –entre otros, sus padres, sus hermanos y el prior del monasterio de Sevilla, Francisco Farías– a irse con él a Londres.

A causa de este episodio, el pastor Juan Pérez llamará a Reina, tal vez con una cierta ironía, el Moisés de los españoles”, por haber encabezado el éxodo a la isla inglesa (Ruiz Ortiz, 2003: 3; Kinder, 1975: 20). Y es que en Casiodoro “reinaba una conciencia autónoma como en Servet.

Reina llegó a ejercer en Ginebra cierta influencia perturbadora entre el grupo de refugiados españoles, diciendo que Ginebra era la segunda Roma, provocando aun al mismo Pérez a disputar con él” (Nieto, 1997: 469).

En Ginebra, Casiodoro conoció y conversó al menos una vez con Juan Calvino. En el encuentro le expuso al reformador ginebrino su proyecto y avances en la traducción de la Biblia al castellano (Moreno, 2017: 89).

Mientras estuvo en Ginebra, Casiodoro de Reina supo los pormenores de la cruenta pena de muerte que sufrió Miguel Servet el 27 de octubre 1553, y aunque no estaba de acuerdo con, por ejemplo, la doctrina unitaria de Servet, consideró errada la acción de haberle llevado a la hoguera acusado de herejía (por anti trinitario y contrario al bautismo de infantes).

Reina, “lloraba cada vez que pasaba cerca de la colina de Champel porque le traía a la memoria la muerte y la intolerancia sufrida” por el teólogo y médico español (Kinder 1975: 19; Rosales, 2002: 90).

Pocos meses después de la ejecución que tanto conmovió a Casiodoro de Reina fue publicado un opúsculo de autor anónimo, bajo el título Historia de la muerte de Servet. Posteriormente se sabría el nombre del escritor: Sebastián Castelio. Él consideró cómplice del “escándalo de escándalos” a Juan Calvino.

Para refutar el señalamiento, Calvino redactó Defensa de la fe ortodoxa, que salió de la imprenta en febrero de 1554, donde el reformador de Ginebra “justificó el asesinato de herejes como Servet” (Perez Zagorin, 2004: 97). La cercanía de Reina con Castelio la desarrollo en el capítulo “Amigo de reformadores radicales”.

El exilio en Ginebra fue decepcionante para Reina y otro ex monje jerónimo y compañero de Casiodoro: Antonio del Corro. Ambos “no encajaban en el rígido sistema ginebrino. Las autoridades ginebrinas veían a los españoles e italianos con recelo porque entre ellos habían surgido los antitrinitarios más señalados, como el español Miguel Servet, o los italianos Gribaldi o Sozzini”.

Además existía sospecha sobre las “raíces judías de la mayoría de los españoles. Esa identidad de origen, creían, les haría proclives a la negación de la Trinidad”. En la estancia ginebrina Casiodoro de Reina expresó públicamente opiniones solidarias con los anabautistas, de quienes dijo “debían ser considerados como hermanos” (Moreno, 2017: 90, 93).

Casiodoro de Reina llegó a la conclusión que era pertinente salir de Ginebra, lo que hizo a fines de 1558, con rumbo a Inglaterra, previa escala en Frankfurt, donde se incorporó a la congregación francesa.

Abandonó el territorio ginebrino convencido de que “se había convertido en una nueva Roma” (Fernández y Fernández, 113: Pascual Ariste, 2004).1 Reina sospechaba, con buena base, que algunos calvinistas lo tenían bajo vigilancia por su postura en favor de Servet y Castelio, lo que aceleró la salida de Ginebra.

Reina abandonó Ginebra y partió hacia Londres, en buena parte motivado por la tragedia de Servet, ya que “los espíritus y almas afines sufren así por empatía, y Reina era un espíritu afín a Servet, no tanto en ideas religiosas como en la independencia de toda forma de autoridad religiosa externa” (Nieto, 1997: 469). Hacer el viaje entre una y otra ciudad conllevaba alto riesgo, por lo que el periplo debía hacerse con cautela y apoyado por redes que facilitaran cumplir el objetivo de alcanzar un entorno más promisorio.

Un compañero de Reina en el Monasterio de San Isidoro del Campo, Juan de León, fue capturado por agentes al servicio del rey Felipe II y la Inquisición. Lo llevaron a Sevilla y tras ser juzgado condenado a la hoguera.

En la obra que denuncia las acciones represivas inquisitoriales contra núcleos considerados heréticos, y sobre la que existe buena base para atribuir a Casiodoro de Reina su autoría, aparecen datos acerca de León, la huida del Monasterio, captura en Estrasburgo y envío del reo a territorio español.

Juan de León vivió en México, “celebérrima ciudad de Nueva España” (dice el autor de Artes, obra publicada en 1567), y tuvo el oficio de sastre. Regresó a Sevilla, ingresó al Monasterio de San Isidoro, “en el cual una buena parte de los frailes aspiraba entonces a una piedad más sólida”.

Pasados algunos años renunció al monacato, el que reinició muy poco tiempo después que varios de sus compañeros escaparon, a finales del verano de 1557, para dirigirse a Ginebra, Decidió seguirlos y los alcanzó en Frankfurt, saliendo con ellos hacia la ciudad en la que Juan Calvino lideraba el movimiento de Reforma.

Cuando Casiodoro de Reina y otros frailes jerónimos huidos de Sevilla tomaron el acuerdo de exiliarse en Londres, Juan de León les acompañó en la decisión. Estaban conscientes que debían viajar por separado, a causa de la vigilancia de las rutas por parte de agentes españoles.

Sucedió que “mientras andaba buscando camino a Inglaterra a través de Alemania, cayó en Estrasburgo en asechanzas, por delación de las cuales fue detenido junto con su compañero [Juan Fernández, de Valladolid] en un puerto de Zelanda [provincia holandesa] en su misma travesía a Inglaterra” (González Montes, 1567: 265).

Desde que los aprehendieron Fernández y de León sufrieron tortura por sus captores. El suplicio continuó en el viaje a España, donde al llegar el primero fue enviado a Valladolid para ser quemado en la hoguera.

A Juan de León lo trasladaron a Sevilla y el veredicto de la Inquisición lo condenó “por hereje luterano pertinaz”. Murió consumido por las llamas el día que le sucedió lo mismo a Julián Hernández (Julianillo), en el Auto de Fe del 22 de diciembre de 1560 (López Muñoz, 2016b: 212; Schäfer, 2015a: 569).

La convivencia entre Juan de León y Casiodoro de Reina en el Monasterio de San Isidoro del Campo habilita la hipótesis que, gracias a conversaciones entre ambos, Reina conoció pormenores de la experiencia de León en México y lo sucedido con la colonización española en tierras del Nuevo Mundo.

Por otra parte, la captura y martirio de Juan debió aleccionar a Reina acerca de los alcances de los agentes comisionados para espiar y, eventualmente, llevar de regreso a los “herejes” a España para que la Inquisición los juzgara. Los medios destinados por Felipe II para alcanzar este objetivo fueron cuantiosos, tanto en recursos humanos como financieros (Kinder, 1990).

Con la esperanza de tener mejores condiciones para su ministerio llegó a la capital inglesa a fines de 1558 o principios del siguiente año. Elizabeth I ascendió al trono el 17 de noviembre, y fue coronada como reina el 15 de enero de 1559. El cambio político en la corona inglesa atrajo al país refugiados protestantes de muchas partes de Europa, Casiodoro entre ellos.

Otro monje de los que huyeron en 1557 del Monasterio de San Isidoro del Campo, Cipriano de Valera, también salió de Ginebra aunque por razones distintas a las de Reina, ya que el primero no tuvo dificultades con la “fe calvinista a la cual siempre fue fiel, y a la cual directamente contribuyó con su traducción de las Instituciones de Calvino, que es también una obra clásica del castellano del siglo XVI por su prosa y complejidad teológica magníficamente expresadas en la enjundiosa traducción tan castiza de Valera”.

Como Ginebra estaba “saturada de refugiados”, tal situación limitaba las oportunidades ministeriales y Valera consideró tendría mayores posibilidades para ejercer sus talentos en Inglaterra (Nieto, 1997: 465).

Carlos Gilly considera que Reina inició en Ginebra planes para efectuar la traducción de la Biblia al castellano. Del tema conversó con Juan Pérez de Pineda, traductor del Nuevo Testamento publicado en 1556, impreso en Ginebra por Jean Crespin. “A estos mismos planes aludió Casiodoro seguramente en uno de sus encuentros con Calvino” (Gilly, 1998: 1).

Ya instalado en Londres, Reina intensifica las tareas de traducción bíblica, a la vez que solicita de la Reina Isabel I su venia para iniciar la Iglesia española en la ciudad. En 1560 el permiso le es otorgado y junto con sus feligreses ocupa el templo de Santa María de Axe.

En retribución a su labor recibe apoyo real por 60 libras anuales. Uno de los integrantes era Cipriano de Valera. La congregación que pastoreaba, Reina abrió sus puertas a italianos y neerlandeses rechazados en otras iglesias (Nieto, 1997: 465; Gilly, 1998: 2).

 

Referencias bibliográficas

Fernández y Fernández, Enrique (1976): Las biblias castellanas del exilio: historia de las biblias castellanas del siglo XVI. Miami: Editorial Caribe.

Gilly, Carlos (1998): Historia de la Biblia de Casiodoro de Reina. Basilea: documento fotocopiado.

González Montes, Reinaldo (1567): Artes de la Santa Inquisición española, 2008, traducción comentarios de Francisco Ruiz de Pablos. Sevilla: Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español-Mad Eduforma.

Kinder, Arthur Gordon (1975): Casiodoro de Reina: Spanish Reformer of the Sixteenth Century. London: Tamesis Books Limited.

Kinder, Arthur Gordon (1986a): “Juan Pérez de Pineda (Pierius): un ministro calvinista español del Evangelio en el siglo XVI en Ginebra”. Diálogo Ecuménico, t. XXI, n. 69, Universidad Pontificia de Salamanca, pp. 31-64.

López Muñoz, Tomás (2016b): La Reforma en la Sevilla del XVI (corpus documental), vol. 2, segunda edición. Sevilla: Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español.

Moreno, Doris (2017): Casiodoro de Reina. Libertad y tolerancia en la Europa del siglo XVI. Sevilla: Centro de Estudios Andaluces.

Nieto, José C. (1997): El Renacimiento y la otra España. Visión cultural socioespiritual. Ginebra: Librairie Droz.

Pascual Ariste, Miguel Ángel (2004): Serveto en la vida de Casiodoro de Reyna, http://www.villanuevadesigena.com/es/tematicos/t6-casiodoro-reina.htm

Perez Zagorin, (2004): How the Idea of Religious Toleration Came to the West. New Jersey: Princeton University Press.

Rosales, Raymond S. (2002): Casiodoro de Reina, patriarca del protestantismo hispano. Saint Louis, Missouri: Concordia Seminary.

Ruiz Ortiz, Jorge (2003): “La Confesión de Fe de Casiodoro de Reina, ¿Una Confesión reformada?”, Aletheia, núm. 2. La versión citada es en documento de Word y su paginación es distinta a la publicada en la revista.

Shäfer, Ernst Hermann Johann (2015a): Protestantismo español e Inquisición en el siglo XVI, vol. 1, traducción e introito de Francisco Ruiz de Pablos, segunda edición. Sevilla: Centro de Investigación y Memoria del Protestantismo Español,

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