El “Manifiesto de la Plataforma Séneca Falls”: un aprecio, una crítica y una llamada al diálogo

Necesitamos un diálogo respetuoso y que busque la sabiduría de Dios. Con ese espíritu escribo este artículo.

02 DE NOVIEMBRE DE 2019 · 22:10

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Introducción

“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Stg 3:7; RVR60). Estas palabras —cuyo contexto es el conflicto entre hermanos y los peligros de la lengua que conlleva— son especialmente instructivas cuando hablemos sobre las relaciones entre hombres y mujeres en el s. XXI. Lo que más necesitamos los cristianos es un diálogo respetuoso y que busque la sabiduría de Dios. Con ese espíritu escribo este artículo. Aunque me dirijo en general a todos los lectores, me dirijo específicamente a mis hermanas y hermanos feministas que han escrito y que afirman el “Manifiesto de la Plataforma Séneca Falls”. Quiero que sepan que me dirijo a Uds. como mis hermanas y hermanos en la fe, y así les veo y les respeto.La unidad que tenemos en Cristo es superior a cualquier diferencia que tengamos con respecto al presente tema. Todos afirmamos los Credos apostólico, niceno-constantinopolitano y de Atanasio, y todos disfrutamos de ser justificados por fe en Cristo.

​Este artículo tiene tres partes. En la primera parte, hablo del aprecio que tengo por el “Manifiesto” que mis hermanas y hermanos han escrito. En la segunda, hago una crítica dealgunos aspectos de su postura, una crítica que está basada en la Biblia. En la tercera, proporciono una serie de preguntas a mis hermanas y hermanos, para un esperado diálogo futuro. No me tienen que responder en Protestante Digital ni en cualquier otro formato, pero si les gustaría dialogar sobre el tema, estas preguntas serían algunas de las más importantes para mí.

 

2. Un aprecio por el “Manifiesto

Hay muchas cosas que me ha gustado del “Manifiesto”. Sea cual sea la postura que cada uno tenga, creo que todos debemos estar agradecidos al Señor por la postura de los firmantes de defender a las “viudas y huérfanos” de nuestras sociedades. Tenemos mucho que aprender de los autores del “Manifiesto”, y les agradezco por su valentía. En mi opinión, hay cuatro afirmaciones principales que todo cristiano debe apoyar.

​Primero, el “Manifiesto” aboga por la igualdad entre hombres y mujeres. En p. 3 dicen que “Dios nos hizo iguales en dignidad, libertad, derechos y capacidad intelectual” y en p. 1 dicen que quieren “defender los derechos postergados de las mujeres y las niñas”. No podría estar más de acuerdo: yo también quiero defender sus derechos, y en muchísimos países las mujeres y niñas no disfrutan de una igualdad en la sociedad, lo cual nos debe preocupar a todos.

​Segundo, el “Manifiesto” nos llama a defender a las mujeres contra la violencia de los hombres (p. 2, etc.). Más allá de una desigualdad social, la violencia contra la mujer es una de las ofensas más graves que el hombre puede cometer. Muchos hombres son cobardes y prefieren atacar a los más débiles. Algunos se odian a sí mismos, pero como no quieren enfrentarse, descargan su ira en los más vulnerables: en sus mujeres y niños. Esta realidad es despreciable, nunca debe ser tolerada y los cristianos debemos jugar un papel más relevante en la sociedad a la hora de defenderles. Los firmantes tienen razón cuando afirman que la frase “él se enseñoreará de ti” de Génesis 3:16 es la “consecuencia de la desobediencia”. Ningún hombre debe enseñorearse de su mujer, pero por desgracia es una realidad demasiada común. Afirmo con los autores lo que dicen en el #6 del ideario, que toda mujer tiene derecho a la libertad y a la dignidad, que no está obligada a soportar el maltrato, que hay que dar formación para evitar y prevenir la violencia contra la mujer y que debemos acoger a las mujeres maltratadas, formen o no formen parte de una iglesia.

​Tercero, me encanta su enfoque creacional y cristocéntrico. Dicen en p. 3 que “creemos que el problema de la desigualdad sólo puede solucionarse llegando a la raíz, volviéndonos a nuestro Creador y reconciliándonos con Dios en nuestra vida diaria, porque sólo la fe en Jesús puede dar paz con Dios, paz interior y paz con los demás”. Luego en la misma página dicen que Jesús “vino a restaurar las estructuras creacionales”. Me alegro mucho de que tengan este enfoque, y tienen todo mi apoyo en volver a Génesis 1-2 y a la vida de Jesús para encontrar ejemplos de cómo vivir en la actualidad.

​Por último, me alegro de que reconozcan el valor tanto del matrimonio como de la soltería (p. 4). Aunque no lo digan en sus “Declaraciones”, la Biblia dice que ambos son “dones” de Dios (1 Cor 7:7). Me uno a esta afirmación y creo que los evangélicos debemos afirmar la belleza de la soltería igual que la del matrimonio.

​En conclusión, creo que los firmantes del “Manifiesto” tienen algo que enseñarnos a todos y les agradezco de verdad por su aportación al cuerpo de Cristo.

 

3. Una crítica del “Manifiesto”

Espero que los lectores no se hayan saltado la sección anterior y no solo quieran leer la crítica. La sección anterior no fue un paripé de mi parte, sino un aprecio genuino por la contribución de nuestras hermanas y hermanos feministas. Dicho esto, tengo una serie de críticas que me gustaría ofrecer a los firmantes. Igual que necesito aprender de los autores del “Manifiesto”, espero que tomen la misma postura con respecto a lo que diré a continuación. Dejando fuera las críticas relativamente menores, me gustaría ofrecer seis críticas importantes al “Manifiesto”.

​Primero, no veo prudente que los firmantes tomen como punto de partida la “Declaración de Séneca Falls”. Es verdad que hace algunas afirmaciones importantes, pero parte de una perspectiva parecida a la política identitaria. Por ejemplo, la “Declaración” afirma: “La historia de la humanidad es la historia de las repetidas vejaciones y usurpaciones perpetradas por el hombre contra la mujer, con el objetivo directo de establecer una tiranía absoluta sobre ella”. Esto es una interpretación de la historia parecida, por ejemplo, a la del marxismo, que establece una dicotomía absoluta entre los ricos y los pobres, y que interpreta toda la historia a través de esta lente. Creo que dichas interpretaciones son demasiado sencillas para ser tomadas en serio, y llamo a los firmantes, o a criticar la “Declaración” donde haga falta, o a encontrar otro punto de partida.

​Segundo, a veces el “Manifiesto” afirma cosas contradictorias. Por ejemplo, en p. 1 dice que su plataforma es “una postura equilibrada” pero también que “se identifica con el movimiento feminista” (cf. p. 2). Por la definición misma del término, el “feminismo” no puede ser una postura“equilibrada”. Me gustaría animar a los firmantes a aclarar su postura —si es una postura verdaderamente equilibrada— y a considerar si contiene elementos reaccionarios.

​Tercero, los autores se quejan de que hoy en día “se promueve una ‘guerra de sexos’” (p. 2). Pero ellos también adoptan lenguaje conflictivo: hablan de “derechos conquistados” (p. 1), hablan de la “lucha” del feminismo (p. 2), dicen que “tenemos que luchar” (p. 2) y habla del “patriarcado” (p. 4) y de los “micromachismos” (p. 5). Me gustaría sugerir que, si existe una “guerra de sexos” hoy en día, los autores también están contribuyendo a lo mismo.

​Cuarto, me preocupa la falta de precisión al usar el vocablo “desigualdad”. Lo usan varias veces en el documento para referirse a la supuesta desigualdad entre los sexos, pero nunca aclaran qué tipo de “desigualdad” tienen en mente. Esto es muy problemático, sobre todo a la luz de cómo la Biblia habla de la “desigualdad”. Por ejemplo, en Efesios 5:22-6:9 y Colosenses 3:18-4:1, existe la misma “desigualdad” entre hombres y mujeres, padres y niños y maestros y esclavos. ¿Se deben borrar todas las distinciones entre estos grupos porque son “desiguales”? Dando por sentado que algunas relaciones pueden cambiar —por ejemplo, la Biblia deja hueco para la abolición de la esclavitud en 1 Corintios 7:21—, ¿existen motivos bíblicos para cambiar los roles entre padres y niños y hombres y mujeres? (Por cierto, la desigualdad entre maestros y esclavos no fue borrada por completo, sino cambiada por la de jefe y empleado.)

​Quinto, en el #3 de las “Declaraciones” insinúan que tener bebés puede impedir “el desarrollo personal, y profesional de la mujer” (p. 5). Lo que me preocupa de esta afirmación no es tanto lo que dice, sino lo que no dice. La Biblia dice en numerosos pasajes que el papel principal de la mujer es el de ser amo de casa (ej., Ef 5:22-24, 33; Col 3:18; Tt 2:3-5; 1 Pd 3:1-2). No le prohíbe trabajar —al contrario, la Biblia nos da varios ejemplos de mujeres que trabajaban, incluso en puestos muy altos—, sino que afirma que su responsabilidad principal es en el hogar. Por tanto, me gustaría sugerir que una verdadera feminista cristiana que toma su cosmovisión de la Biblia debe luchar más por capacitar a mujeres a ser buenas mujeres, madres, solteras, viudas, etc., y no tanto por preocuparse por su “desarrollo […] profesional”. No es una cuestión de tener que elegir entre las dos opciones, sino una cuestión de prioridad y énfasis.

​Sin embargo, lo que más me preocupa del “Manifiesto” es su interpretación de la Biblia. La citan cuatro veces en el documento, y en tres ocasiones no la interpretan de manera responsable. Primero, en p. 2 citan Génesis 3:16 para hablar del pecado del hombre contra la mujer. Hasta aquí, lo hacen bien como ya he señalado arriba. Sin embargo, no han dicho todo lo que se puede —o debe— decir respecto al conflicto entre los sexos. Por ejemplo, no han dicho nada de la predicción hecha a la mujer: “tu deseo será para tu marido”. Esto es una referencia al deseo pecaminoso de la mujer para usurpar la autoridad del hombre y/o buscar su independencia de él (cf. Gén 4:7). Pero más importante, los autores ignoran el hecho de que las predicciones no vienen de la nada, sino que son distorsiones del plan original de Dios, en el cual el hombre era el líder de su mujer. Como los propios autores afirman, Jesús “vino a restaurar las estructuras creacionales”. ¿Cómo se puede evitar el orden en el hogar?

​Segundo, citan Mateo 19:8 para argumentar en contra del machismo. Hasta aquí, bien. Pero como ya hemos dicho, su argumento va en su contra, pues en Génesis 2 existe una clara diferencia entre el hombre y la mujer. Para los interesados, pueden leer mi artículo sobre los roles de género en el orden de la creación (pinchar aquí).

​Tercero, en p. 5 citan Mateo 28:19 para argumentar que las mujeres pueden ser pastoras, pues “se les ha encomendado a los dos por igual (Mateo 28:19)”. Pero solo tres versículos antes, el contexto deja claro que solo estaban presentes los once discípulos de Cristo, lo cual implica que ninguna mujer fue recipiente original de este mandamiento. Que no me malinterpreten: no estoy diciendo que Mateo 28:18-20 solo se aplica a los apóstoles en el primer siglo. Más bien, estoy diciendo que debemos tener cuidado cuando lo queremos aplicar a la iglesia hoy día. No creo que Mateo 28:18-20 sea un buen texto en el que basar el argumento a favor de las pastoras.

​También me preocupa las citas bíblicas que no han incluido. Los #5, 6 y 8 de la “Declaración” abogan por pastoras. Pero ¿dónde está el apoyo bíblico? ¿Por qué no citan textos bíblicos que apoyan su postura? ¿Podría ser que no los hay, y que cada vez que se menciona el tema, va en contra de su tesis? Si creen en sola Escritura, tienen que justificar sus prácticas desde la Biblia. Dicen que “Jesús es nuestro referente fundamental. […] En Jesús no hay censura para quien es mujer” (p. 3), lo cual parece ser una justificación general a su práctica, pero ni este argumento es bueno. Por ejemplo, los padres de los primeros siglos de la Iglesia usaban precisamente la práctica de Jesús para argumentar en contra de pastoras: le habría sido muy fácil nombrar por lo menos una “apóstola” —como María, por ejemplo—, pero nunca lo hizo; por tanto, las mujeres no pueden ser pastoras. Para los interesados, pueden leer mi artículo sobre el testimonio de la iglesia primitiva en contra de las pastoras (pinchar aquí).

 

4. Una llamada al diálogo

Espero que los lectores en general, y los firmantes del “Manifiesto” en particular, hayan visto que aprecio el documento y también creo que está equivocado en algunas de sus afirmaciones. Me gustaría ofrecer a mis hermanas y hermanos feministas algunas preguntas para reflexionar. Espero poder demostrar que lo que más busco es la unidad del cuerpo de Cristo.

 

1. Dando por sentado que muchos vivimos en sociedades democráticas, ¿debe la sociedad influir en la estructura que Dios ha establecido en su Palabra?

2. ¿Por qué no distinguir entre el papel de la mujer en la sociedad, y el papel de la mujer en la iglesia?

3. ¿Solo existen diferencias “naturales”, “biológicas” y “físicas” entre hombres y mujeres, o podrían existir más?

4. Dando por sentado que Génesis 1 afirma la igualdad entre hombre y mujer, ¿qué aporta Génesis 2 al tema?

5. ¿Cómo interpretan 1 Timoteo 2:11-15?

6. ¿Cómo responden a la evidencia histórica de la iglesia primitiva con respecto a las pastoras?

7. ¿Cuál es el argumento bíblico más fuerte a favor de pastoras?

8. ¿Cuáles son los pasajes que hablan del papel de la mujer, y cómo se aplican hoy en día?

9. Dando por sentado que el machismo existe en el mundo, ¿cuál es la mejor manera de afrontarlo: por llamar a los hombres a mejorarse, o por llamar a las mujeres a hacerse independientes?

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