La historia de un milagro

El Dios de milagros sigue existiendo, y su poder ilimitado y milagroso también.

27 DE OCTUBRE DE 2019 · 11:00

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 “En todas las tribulaciones, enviemos un mensaje a Jesús no nos guardemos nuestro dolor. Con Él, no hay necesidad de ser reservados. No hay ningún temor de que nos trate con fría soberbia, sin corazón o cruel traición. Él es un confidente que nunca nos traiciona, un Amigo que nunca nos rechaza.”

Charles Spurgeon

“Nuestras más grandes aflicciones, sin duda, son muy pequeñas para el gran Dios.”

Charles Spurgeon

“Jesús debió estar con esa pequeña dentro del árbol”, dijo el médico, “¡porque está completamente sana!”

“Los milagros del cielo”

“Necesitamos una solución para todo esto y la encontraremos, ¿cómo?, ¡no perdiendo la fe!

“Los milagros del cielo”

No sé cuántos de vosotros habéis visto la película basada en un caso real, Los milagros del cielo, intento resumirla para vosotros:

Annabel Beam tenía sólo cuatro años cuando empezó a padecer lo que su madre Christy llamaba “problemas con la tripa” dolorosos calambres abdominales acompañados de una aguda hinchazón. Con cinco años, sus intestinos quedaron completamente obstruidos y fue necesaria intervenirla de urgencia, la primera de muchas cirugías.

Los médicos eran incapaces de determinar por qué los intestinos y estómago de Annabel no funcionaban como deberían.

Aunque seguía diez prescripciones médicas, no podía comer ni beber con normalidad y necesitaba alimentación por sonda.

Pero entonces se cayó de un árbol. Y por una relación causa-efecto que desafía toda explicación, Annabel se curó.

Esta historia increíble quedó recogida por primera vez en un libro récord de ventas, Miracles from Heaven: A Little Girl and Her Amazing Story of Healing. [Los milagros del cielo: una niña y su increíble historia de curación].

El 16 de marzo de 2016, la historia de Annabel quedó al descubierto en los cines de todo Estados Unidos, en una película protagonizada por Jennifer Garner (como Christy Beam) y Queen Latifah.

La niña sufría, no de uno, sino de dos dolorosos trastornos digestivos, incurables y potencialmente mortales: pseudo-obstrucción intestinal crónica, una rara condición que emula los síntomas de una obstrucción intestinal; y trastorno de hipomotilidad antral, por la que unas débiles contracciones en la parte estomacal del antro causan un retraso de la evacuación gástrica.

El doctor Nurko consiguió inscribir a Annabel en un prometedor estudio; pero debido a que se le estaban prescribiendo fármacos experimentales con efectos secundarios potencialmente importantes, el doctor Nurko necesitaría ver a la pequeña cada seis semanas.

A pesar del esfuerzo financiero que tuvo que hacer la familia Beam, madre e hija se convirtieron en frecuentes usuarias del avión, lo que permitió al doctor Nurko mantener una cuidada observación de la condición de su joven paciente.

Cuando Annabel tenía ocho años, de vuelta en casa después de otra hospitalización, se encontraba jugando en el jardín de la casa familiar en Texas.

Animada por su hermana mayor, subió al enorme álamo que hay en el patio. Sin previo aviso, la rama en la que se había encaramado crujió y calló.

Annabel no tuvo tiempo de asirse; se precipitó diez metros por la oquedad interior del álamo y aterrizó de cabeza en la profundidad del árbol hueco, encajada en la base del nudoso tronco.

Estuvo inconsciente y atrapada durante cinco horas y media hasta que el equipo de rescate consiguió por fin sujetarla con un arnés y subir su cuerpo hasta ponerla a salvo.

Lo que sucedió a continuación sigue siendo un misterio para la madre de Annabel. Christy Beam explicó que la caída de Annabel dentro del árbol, que pudo haberla matado, la curó.

Emergió del tronco del árbol húmeda, magullada y sucia, pero bastante bien en todo lo demás. De forma inexplicable, cuando Annabel se despertó en el hospital, ya no sentía más dolor.

Su abdomen hinchado había vuelto a su tamaño normal y era capaz de ir al baño también con normalidad. Por primera vez, después de meses de alimentación por incómodas sondas, podía comer la comida habitual.

Los médicos empezaron a retirarle sus medicaciones y, llegado el momento, se le dio el alta de su gastroenterólogo pediátrico.

“Jesús debió estar con esa pequeña dentro del árbol”, dijo el médico, “¡porque está completamente sana!”

Por alguna razón, llevo días pensando y meditando en mi Dios de milagros. Sé bien que al día de hoy existen muchas personas que creen que los milagros de Dios, de un Dios todopoderoso, se terminaron una vez que Jesús ascendió al cielo; otros, muy al contrario, no hacen milagros a través del poder del Señor, son auténticos estafadores y milagreros que, o actúan en el poder de quien no quiero ni nombrar, o lo hacen fraudulentamente por intereses tan fáciles y lógicos como el dinero; esos atraen a masas y me parece de lo más terrible delante de Dios.

Mi postura ante el Señor y su Palabra es sencilla, y creo que correcta. El Dios de milagros sigue existiendo, y su poder ilimitado y milagroso también; desde el amanecer de cada nuevo día, hasta milagros espectaculares como el que ya hemos tocado de una autentica sanación milagrosa. Pero tengamos mucho cuidado, aquí hubo constatación médica y fidedigna de un auténtico milagro del Dios de poder.

¡Claro que sí, sigo creyendo en mi bendito Dios de milagros!

Me parecen fantásticas las dos frases de Spurgeon que os he dejado al principio; pero también me parecen bellísimas las dos que escogí para vosotros, dos frases entresacadas de la película en cuestión…. En todas ellas, en especial en la última, de forma más directa, está implícita la fe.

No sé que podéis opinar vosotros de todo esto, unos me podéis llamar “peliculera” otros, muy al contrario… Escéptica y acusadora de algunas cosas que me producen demasiada... ¿Indignación?… Sois libres de pensar lo que queráis. Sí me produce demasiada indignación el poder observar a unos cuantos “personajes” aprovecharse del dolor, impotencia, y credulidad de algunos. Pero creo firmemente ante la Escritura, que el poder de Dios no se ha terminado ni lo hará jamás; y cuando lo considera, y siempre a través de la fe en Él, puede obrar un milagro; pero siempre lo hace en silencio, sin alardes ni cosas semejantes; en nuestros días, creo sinceramente que nuestro Dios actúa de este modo, y muchas veces obra milagros de los que ni somos conscientes.

Mi mensaje de parte de Dios en estos momentos, se resume en pocas palabras:

En primer lugar, muchísimo ánimo y muchísima fe para todos aquellos que estéis necesitando un milagro por parte del Señor, hoy ya no se necesita que alguien nos acerque al “Estanque de Bethesda” cuando el ángel remueva las aguas, Jesús mismo está a nuestro lado.

En segundo lugar, que nadie se deje engañar por milagreros que no vienen en absoluto de parte del Señor, ¡mucho cuidado con todo esto, por favor!

Y en último lugar, mi cariño sincero y mis fervientes oraciones para todos aquellos que realmente necesitáis una intervención milagrosa por parte del Señor.

Os dejo con una canción preciosa para mí, y muy consoladora, aparte de real en el sentido de lo que hemos estado escribiendo. Con amor sincero de mi Dios para cada uno de vosotros…. DIOS DE MILAGROS, en la voz de Jeannie Zelaya…

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