El creyente que se quiere suicidar…y fracasa

Un estudio novelado de Jonás 1:1-17.

18 DE AGOSTO DE 2019 · 13:20

Foto: Free ible Images (CC),
Foto: Free ible Images (CC)

No quería estar con nadie, estaba muy enojado, quería dormir y dormir…. Cualquier psiquiatra con estos síntomas le hace un diagnóstico presuntivo.

Por muchos años tenía una idea incorrecta sobre la historia que había escuchado desde niño de Jonás y el gran pez (o la “ballena”) hasta que un día me di cuenta que este pequeño libro tiene una enseñanza tremenda, no sólo para niños sino para adultos.

De alguna manera yo interpretaba que cuando Jonás le dice a los marineros que lo tiren al agua, que el reconoce su culpabilidad y hace una decisión heroica. Hasta que un día comencé con un principio muy simple.

Sucede que ¡Jonás nunca había leído el libro que lleva su nombre! Es decir, el no sabía lo que iba a suceder. Estoy absolutamente convencido que si Jonás supiera que cuando lo tiraran al agua lo estaba esperando ese gran pez con la boca abierta para tragárselo, ¡no hubiera pedido que lo echasen al mar!

Este pequeño libro está repleto de hechos maravillosos. Comienza diciendo: “La palabra de Jehovah vino a Jonás… diciendo: Levántate y ve a Nínive, la gran ciudad, y predica contra ella; porque su maldad ha subido a mi presencia”.

Jonás odia a la gente de Nínive. Ese pueblo ha atacado su nación. Como buen patriota aborrece a aquellos que invadieron y destruyeron su país. Los habitantes de Nínive eran muy crueles.

Cometieron atrocidades contra las mujeres, niños y ancianos. Jonás no podía olvidar todo lo que había escuchado y lo que él mismo había visto con sus propios ojos. Ahora el SEÑOR le dice a Jonás que vaya a predicar a esa ciudad.

El profeta ha quedado como diríamos nosotros “traumado”. Jonás desea que Dios los castigue y los destruya. El no quiere darles la posibilidad de que si se arrepienten Dios los deje sin castigo.

Para nosotros esto quizás es difícil de entender. Sería como si en el 1946 después de la 2ª. Guerra Mundial fuéramos a pedirle a los judíos esparcidos por el mundo una colecta para ayudar a los nazis que en los campos de concentración torturaron y mataron a sus familiares.

Jonás es un hombre que está lleno de prejuicios y no sabe que Dios rebosa de amor y compasión. Jonás odia a la gente de Nínive. Han transcurrido 2700 años y las cosas no han cambiado mucho. Los sentimientos entre los habitantes de esas partes siguen siendo muy “intensos”.

Jonás entonces decide huir de la presencia de Dios. El cree que si se aleja lo suficiente Dios no va a poder encontrarlo. Supone que si se aleja dos mil kilómetros Dios no lo va a ver.

Es así que decide huir para Tarsis. A veces los jóvenes que han conocido el Evangelio quieren “huir” pero no saben que el Señor los alcanzará de la misma manera que lo hizo con Jonás.

Sabemos por las Escrituras lo que había en Tarsis. En 1Reyes 10 : 22 leemos que Salomón “tenía en el mar la flota de Tarsis… y una vez cada tres años venía la flota de Tarsis trayendo oro, plata , marfil, monos y pavos reales”.

¡Cuántas veces nosotros como el profeta hemos sido heridos y actuamos como queriendo huir de Dios! ¡Cuántas veces queremos ir a ese lugar interesante que se llama “Tarsis”!

Por supuesto que el oro y la plata nos hablan de las riquezas temporales. El marfil que se obtiene de los colmillos de los elefantes es algo muy exquisito, y con él se pueden hacer hermosísimos adornos.

Algunos gustan de aislarse en su “torre de marfil”. Los pavos reales nos hablan de la hermosura, el orgullo y la vanidad (Prov.31:30). Y los monos por supuesto que son muy graciosos.

Muchas veces cuando niños íbamos al zoológico y nos entreteníamos mirando jugar a los monos y como saltaban y se colgaban de sus colas. Por supuesto que no tiene nada de malo mirar a los monos y a los pavos reales.

Pero cuando las atracciones por ellos representadas nos distraen de cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida es una tragedia. Cuando aquel profeta es enviado por Dios a predicar un mensaje, y él prefiere irse a ver y a estar con monos y pavos reales, es realmente muy lamentable.

El v. 4 nos presenta el primer hecho extraordinario en este libro: “Pero Jehovah lanzó un gran viento sobre el mar, y se produjo una enorme tempestad, de manera que el barco estaba a punto de romperse”.

Aquel que todo lo controla ha decidido enviar una tormenta. Nos acordamos de los discípulos luego que Jesucristo calma la tempestad y dicen: - ¿Quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?

El v.5b nos dice: “Pero Jonás había bajado al fondo del barco, se había acostado y se había quedado profundamente dormido”. Observen que Jonás se apartó del resto de la gente. No quería estar con nadie.

Creo que esto no es normal. Este es probablemente su primer viaje marítimo y uno esperaría que estuviera interesado en todo lo que sucede.

La primera vez que hice un viaje largo de avión estaba tan emocionado que me quedé sin dormir toda la noche. Estaba volando sobre los Andes de Chile a Colombia. Pero creo que ese apartarse de la gente y el dormir de Jonás es un sueño anormal.

Jonás está profundamente deprimido. El aislarse y dormir mucho son síntomas muy frecuente en tal estado.

En el v. 6 se acerca el capitán, que con voz prepotente le dice: - ¿Qué te pasa, dormilón? Me imagino a Jonás medio dormido; abre uno de sus ojos, se masajea la cara con la mano y responde:

- A mí no me pasa nada; estaba tomando una siestita.

La voz autoritaria del capitán, enojado ahora, se vuelve escuchar:

- ¡Levántate e invoca a tu dios! Quizás él se fije en nosotros y no perezcamos.

¡Qué triste es cuando un pagano le pide a un creyente que ore! (Es que la gente a nuestro alrededor nos está observando y saben como tenemos que actuar los que profesamos la fe).

El profeta de Dios tendría que ser el que estuviera exhortando a la oración. Jonás podría decirle al capitán y a toda la tripulación que hay un Dios, Jehovah de los Ejércitos que oye la oración y que puede calmar la tormenta. Pero no lo hace.

Cada vez en que hay un conflicto entre lo que nosotros creemos intensamente en nuestro alma y a pesar de eso hacemos algo distinto se produce un daño emocional e inestabilidad sicológica.

Por unos momentos Jonás cree que se puede escabullir de la situación pero uno de los marineros tienen una ocurrencia: - ¡Venid y echemos suertes para saber por culpa de quién nos ha sobrevenido este mal!

Y aquí tenemos el segundo hecho excepcional. No sabemos cuantos había en esa barco, pero no importa: “Echaron suertes, y la suerte cayó sobre Jonás” (v.7.) Ignoramos qué procedimiento utilizaron para echar suertes.

En la marinería antigua, cuando había que tomar a uno de entre toda la tripulación, el procedimiento más común y sencillo consistía en tomar un poroto (semilla, grano o fríjol) negro y los demás blancos, e ir retirando de a uno desde el fondo de una bolsa. Me represento en mi mente la cara de Jonás durante el proceso.

De haberse usado algo similar a lo acostumbrado, Jonás no disimularía su fastidio cada vez que la abierta mano de un tripulante muestra el pálido corpúsculo, hasta que se pone pálido como un muerto cuando a él le toca el único de color oscuro.

Los gestos brutales de estos hombres recios que le apuntan con el dedo, con los ojos llenos de ira que lo miran y le dicen:

- Tú eres el culpable, nuestra vida está en peligro por tu causa.

Ahora viene el interrogatorio, uno le dice:

- Decláranos por qué nos ha sobrevenido este mal. ¿Qué oficio tienes y de dónde vienes? ¿Cuál es tu país, y de qué pueblo eres?” (v.8).

El les da sin duda una respuesta detallada:

- Soy hebreo y temo a Jehovah, Dios de los Cielos, que hizo el mar y la tierra.

Aquellos hombres temieron muchísimo y le preguntaron:

- ¿Por qué has hecho esto? Pues entendieron que huía de la presencia de Jehovah, ya que él se lo había declarado” (vs.9,10).

El interrogatorio de los marineros es inquisidor: - ¿Por qué lo hiciste? Si dices que tu Dios hizo el mar ¿cómo podías pretender escapar por mar?

Notemos en la respuesta de Jonás: “Soy hebreo y temo”. ¿Cómo es posible decir que teme a Dios si lo está desobedeciendo?

Es una incongruencia. Es como si dijéramos: “Temo a Dios, pero yo me voy a salir con la mía. Voy a hacer la voluntad de Dios cuando concuerde con ella”. Es decir, en forma deliberada Jonás ha decidido desobedecer a Dios.

¡Cuántas lágrimas jóvenes y adultos han traído a sus familias cuando saben que lo que van a hacer está mal y sin embargo siguen adelante y lo hacen!

En el v.11 leemos: “Y le preguntaron:  ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos calme?”

Y aquí es cuando Jonás pierde la oportunidad de que el libro que lleva su nombre tuviera dos capítulos en vez de cuatro.¿Qué hubiera sucedido si en ese instante Jonás hubiera caído de rodillas y clamara a Dios por perdón por su rebelión? ¿Qué hubiera acontecido si en ese instante se hubiera desgarrado sus vestidos y golpeado el pecho y clamado arrepentido por la misericordia y el perdón de Dios?

No me cabe la más mínima duda que el Señor lo hubiera perdonado. Jonás no podía ignorar las palabras del Salmo 51:

“ Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia. Por tu abundante compasión, borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones…” (vs.1-3). O en las palabras del Salmo 103: “No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados”(v.10).

Pero no, Jonás no quiere arrepentirse. El ha llegado al punto que prefiere morir antes que hacer la voluntad de Dios. Y qué deplorable es cuando un creyente en su desobediencia ha llegado a esta posición .

Todos conocimos en nuestra vida personas que prometían tanto, pero algo pasó y se desviaron y se tornaron a desobedecer a Dios en forma conciente y voluntaria. Y creo que todos tenemos un poco de Jonás en nosotros mismos.

El Apóstol Pablo lo reconoce al decir en Romanos 7:18: “Yo sé que en mí, a saber, en mi carne, no mora el bien…Porque no hago el bien que quiero; sino al contrario, el mal que no quiero, eso practico”. Los marineros entonces apremiaron a Jonás “porque el mar se embravecía más y más”.(v. 11).

Es como que el SEÑOR en su omnipotencia estuviera moviendo el botón o control del volumen de un aparato de televisión. En forma progresiva va aumentando la intensidad de la tormenta. Los marineros tratan en vano de volver a tierra.

Es claro que no lo pueden hacer. Jonás tiene que hacer una decisión. O arrepentirse y pedir perdón a Dios, o la otra posibilidad, que es la que elige: “Levantadme y echadme al mar, y se os calmará; pues yo sé que por mi causa, os ha sobrevenido esta gran tempestad”.

¡Jonás prefiere morir que arrepentirse y hacer la voluntad de Dios! ¿Por qué no se tira él mismo al agua si sabe que esa es la solución? Quizás no tenga suficiente voluntad para hacerlo.

Creo que la respuesta de Jonás expresa su deseo de morir. El está pidiendo que lo ayuden para acabar su vida. Y esto se llama suicidio. Jonás cree que si lo echan al agua en pocos minutos estará muerto y se le arreglaron todos sus problemas. Pero el suicidio no es una solución.

Jonás - habíamos ya dicho -, nunca había leído el libro de Jonás. Y si esto parece capcioso, quiero enfatizar así que él ignoraba lo que iba a suceder. Creo firmemente que si supiera que la bocaza abierta de un gran pez de afilados dientes estaba pronta a engullirlo de un solo bocado, ¡nunca hubiera pedido que lo echaran al mar!

La narración continúa en el v. 14: “Entonces clamaron a Jehovah diciendo: ¡Oh Jehovah, por favor, no perezcamos nosotros por la vida de este hombre! No nos hagas responsables de sangre inocente, porque tú, oh Jehovah, has hecho como has querido”.

Sin duda, estos toscos “lobos del mar” tienen un sentido moral de responsabilidad y no quieren asumirla con la muerte de un ser humano. Después de todo, Jonás había pagado su pasaje (v.3) para que lo llevaran a destino y no para ser arrojado al mar.

¿Cómo es posible que Jonás crea que su Dios no lo va a perdonar? ¿Cómo es posible que no considere el arrepentimiento? Jonás prefiere la muerte, a hacer la voluntad de Dios con la cual discrepa.

Seguramente Jonás razona que en pocos segundos su cuerpo va a sumergirse bajo las aguas. En poco más de un minuto va a perder el conocimiento y allí se acabó todo. Pero si esto hubiera sucedido así, Jonás hubiera “ganado” y el Señor hubiera sido el “perdedor”.

Pero nuestro Dios es un Dios que tiene misericordia. El le quiere dar a Jonás una segunda y una tercera oportunidad. Este es el gran mensaje para nosotros en el día de hoy. Que Dios tiene un plan y se va a cumplir absolutamente en todos los detalles.

Nosotros podemos resistirnos a hacer su voluntad. El en su misericordia en ocasiones nos da una segunda y tercera oportunidad – y a veces más - de hacer su propósito.

V.15: “Entonces levantaron a Jonás y lo echaron al mar, y el mar cesó de su furia”. Tan pronto como el cuerpo de Jonás golpeó el agua se hizo una calma absoluta. Los marineros nunca había visto algo semejante.

Los discípulos cuando estaban con Jesucristo en el barco y lo despertaron creyendo que iban a perecer se quedaron también admirados cuando El “reprendió al viento y al oleaje del agua, y cesaron, y se hizo bonanza” (Lc. 8:24).

El resultado es que “aquellos hombres temieron grandemente a Jehovah; le ofrecieron un sacrificio e hicieron votos”.

Si el plan de Jonás se hubiera cumplido su libro tendría un capítulo sólo en vez de cuatro. Pero Dios está en el Cielo en perfecto control de todo lo que sucede. Las Escrituras nos dicen que no cae un gorrión en el suelo sin que El lo sepa.

Pero siguiendo ahora con la propia experiencia de Jonás tras sentir cuando los hombres lo alzan sobre la borda del barco, imaginamos como abre los ojos con horror y ve las olas siniestras. Por una fracción de segundo, experimenta un frío intenso al tocar su cuerpo el agua.

Si tuviéramos como en los deportes en la televisión una cámara submarina que hace un “replay” en forma lenta veríamos a Jonás ahora con su rostro expresando el pánico. Segundos después de sentir el frío intenso del agua, tiene otra sensación.

Donde ahora está no hace tanto frío. Espera morirse en los próximos minutos pero para su sorpresa se da cuenta que puede respirar. Está en un ambiente en el cual nunca estuvo antes.

Le zumban los oídos y parecería que no puede mantener el equilibrio. El lugar donde está se mueve para todos lados. Es muy oscuro . A veces hace un giro a la derecha, otras veces a la izquierda.

De pronto parece que sube y cuando hace eso los oídos parecería que se le van a romper. Aquel que quería estar en el Zoológico de Tarsis con los monos, y los pavos reales, ahora Dios lo ha puesto en el Acuario.

Jonás es la primera persona que ha estado en un “submarino biológico”. El versículo 17 nos dice: “Pero Jehovah dispuso un gran pez que se tragase a Jonás. Y éste estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches”. Dios en su misericordia le ha dado otra oportunidad a Jonás.

El mismo Señor Jesús menciona claramente esta historia y le reitera validez. En Mateo 12:40 leemos “Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches”.

Observemos que la comparación que nuestro Señor hace con Jonás tiene que ver con los tres días en el sepulcro . En ningún momento se hace una comparación de Jesucristo con Jonás en cuanto al carácter. Jonás fue desobediente. Jesucristo fue “obediente hasta la muerte y muerte de cruz”.

Decíamos que Jonás se lleva la decepción mas grande su vida cuando se da cuenta que no muere. Es en ese capítulo 2 que pronuncia una de las frases mas importantes del Antiguo Testamento: “¡La salvación pertenece a Jehovah!”.

Esta historia está llena de lecciones para mi. ¿Será posible que Dios ame a personas que a mí me desagradan? ¿Será posible que tenga que aprender más del carácter de Dios?

 

NOTAS

Tarsis probablemente corresponde a la antigua Tartasus en el sur de España cerca de Cádiz..

Nínive estaba situada enfrente de donde hoy está la ciudad de Mosul en Irak.

Dios se no presenta como aquel que está en perfecto control de la naturaleza. Puede controlar no solo el viento sino su intensidad progresiva. Puede enviar un pez de un tamaño especial y apropiado a cierto lugar para tragar sin destruir a un hombre.

Detalles de los hechos insólitos en el capítulo 1

1)Un viento fuerte

2)Una tormenta controlada por un “teclado de volumen”

3)Suerte que cae sobre Jonás

4)Probablemente debe incluirse que “el barco está a punto de romperse pero no se rompe”

5)El hecho que el mar se calma de inmediato cuando Jonás es echado en él.

6)Un gran pez que el SEÑOR dispuso en un lugar preciso en el momento exacto.

¿Y qué podremos decir del hombre que tenia un 99.999% de posibilidades de morir y Dios en su providencia impidió que esto sucediera?

Se pueden observar tres etapas definidas en cuanto a Jonás. En primer lugar el desobedece el mandato claro que Dios le ha dado. En segundo lugar se aísla. Se separa del resto de la gente y se va al “fondo del barco” a dormir. Estos son síntomas bien claros de depresión.

En tercer lugar como hemos dicho al pedir que lo echen al mar realmente está cometiendo un suicidio porque esa no era su mejor o única solución.

 

Temas para desarrollar en grupo de estudio

Concepto de la Omnipresencia de Dios.

Dios controlando los elementos de la Naturaleza.

El Dios que es misericordioso y que nos da una segunda y tercera oportunidad.

El plan de Dios en la vida de cada creyente.

Dios nos da una segunda y tercera oportunidad.

 

Preguntas para discusión

¿Se puede huir de Dios?

¿Qué sucede cuando se persiste en la desobediencia?

¿Por qué el creyente no debe considerar el suicidio como solución?

 

Del libro Cuando Dios hace Maravillas del Dr. Roberto Estévez Publicado por la Editorial Mundo Hispano Casa Bautista de Publicaciones.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ahondar y discernir - El creyente que se quiere suicidar…y fracasa