Argumentando a Dios

Dios, al no ser materia que cambia en el tiempo y el espacio, no es susceptible de verificación por los sentidos humanos

18 DE AGOSTO DE 2019 · 09:05

Algunos autores proponen el ejemplo del zapato de cristal del famoso cuento de la cenicienta. /You Tube.,
Algunos autores proponen el ejemplo del zapato de cristal del famoso cuento de la cenicienta. /You Tube.

A lo largo de la historia, los diversos teólogos y filósofos han venido desarrollado argumentos lógicos en favor de la existencia de Dios.

Lo primero que conviene decir es que ninguna de estas reflexiones consigue demostrar definitivamente la existencia del Altísimo.

Si así fuera, desde luego no podría haber agnósticos ni ateos, como tampoco existen, por ejemplo, escépticos del teorema de Pitágoras, el principio de Arquímedes o la ley de la gravedad de Newton.

Lo que está demostrado empíricamente, lo está también definitivamente y debe aceptarse universalmente, en tanto en cuanto nuevos conocimientos no vengan a confirmar lo contrario.

El problema con la existencia de la divinidad es que no hay manera de contrastarla empírica o experimentalmente. Dios, al no ser materia que cambia en el tiempo y el espacio, no es susceptible de verificación por los sentidos humanos, incluso aunque éstos se sirvan de sofisticada tecnología.

Asimismo, todo lo contrario también es cierto. Es imposible demostrar que Dios no exista, por la misma razón anterior.

Si esto es así, ¿qué sentido tienen todos los argumentos racionales elaborados hasta el presente? Si la razón humana es incapaz de demostrar o negar definitivamente la realidad trascendente de Dios, ¿por qué seguir insistiendo en tales explicaciones, tanto desde el teísmo como desde el ateísmo?

Quizás porque, aunque la razón humana no pueda demostrar a Dios de manera irrefutable, si puede examinar los distintos argumentos y determinar cuáles se acomodan mejor a la idea de Dios, así como a las enseñanzas reveladas en la Biblia.

Este examen de los diferentes razonamientos, tanto a favor como en contra de la existencia de Dios, debería proporcionarnos herramientas para valorar si todo aquello que sabemos del universo, del mundo natural, de los seres vivos y del propio hombre, encaja mejor con la creencia en un Dios creador o, por el contrario, apoya la idea de que el cosmos se ha hecho a sí mismo, sin necesidad de ningún agente sobrenatural inteligente.

Algunos autores proponen el ejemplo del zapato de cristal del famoso cuento de la cenicienta.[1] De la misma manera que sólo la protagonista del mismo -frente a muchas otras candidatas- pudo introducir el pie en tan singular zapato, también los argumentos de las diferentes cosmovisiones y religiones pueden evaluarse a la luz de la realidad observable.

Si resulta que se encuentra a quien calza perfectamente el zapato de cristal o, al menos, los datos conocidos parecen apuntar preferentemente hacia él, entonces se habrá hallado la concepción acertada o al menos la más probable.

En sucesivos trabajos examinemos pues este singular calzado (los diferentes argumentos existentes) con el fin de determinar quién podría ser su verdadero dueño.

[1] Powell, D. 2009, Guía Holman de Apologética cristiana, B&H, Nashville, Tennessee, p. 97.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ConCiencia - Argumentando a Dios